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El holandés errante (leyenda)



El holandés errante o el holandés volador (De Vliegende Hollander en neerlandés y The Flying Dutchman en inglés) es un barco fantasma, protagonista de una leyenda muy extendida alrededor del mundo.

Según la tradición es un barco que no pudo volver a puerto, condenado a vagar para siempre por los océanos del mundo. El velero es siempre oteado en la distancia, a veces resplandeciendo con una luz fantasmal. Si otro barco lo saluda, su tripulación tratará de hacer llegar sus mensajes a tierra, a personas muertas siglos atrás.

Las versiones de la leyenda son innumerables, pero la original comenzó con el capitán de un barco holandés, un capitán burgués de Holanda llamado Willem van der Decken, quien hizo un pacto con el diablo para poder surcar siempre los mares sin importar los retos naturales que pusiera Dios en su travesía. Pero Dios, omnisciente, se entera de esto y en castigo lo condena a navegar eternamente sin rumbo y sin tocar tierra, por lo que recibe el nombre de «Holandés errante».

De acuerdo con ciertas fuentes, el capitán holandés Bernard Foke (del siglo XVII) sirvió de modelo para el comandante del buque fantasma. Fokke fue célebre por la extraña velocidad de crucero que alcanzaba en las travesías entre Holanda y Java, por lo que se sospechaba que había firmado un trato con el demonio. En algunas versiones holandesas del mito, el capitán recibe el nombre de Falkenburg.

Marryat, en su versión, le da el nombre de van der Decken (que significa «en cubierta»), y recibe el de Ramhout van Dam en la versión de Washington Irving. Unos y otros no se ponen de acuerdo a la hora de llamar «holandés errante» al barco o al capitán.

Asimismo se dice que este juró, de cara a una tormenta, que no daría marcha atrás hasta doblar el cabo de Buena Esperanza, aunque le tomase hasta el día del Juicio Final hacerlo. Se ha hablado también de un horrible crimen cometido a bordo del barco e incluso de una terrible epidemia que infectó a la tripulación, a la que por ese motivo no se permitió desembarcar en ningún puerto, siendo condenados desde entonces —barco y marineros— a navegar eternamente, sin posibilidad de pisar tierra. En cuanto a las fechas en que ocurriría, se ha hablado de 1641 y de 1680.

A menudo se han señalado las similitudes y concordancias entre las leyendas del holandés errante y el judío errante.

La leyenda es retomada en la obra de teatro The Flying Dutchman (1826), del dramaturgo inglés Edward Fitzball, y en la novela The Phantom Ship ("El buque fantasma", 1837) de Frederick Marryat, más tarde adaptada al neerlandés como Het Vliegend Schip («El buque volador») por el clérigo de esa nacionalidad A.H.C. Römer. Otras versiones aluden a la ópera El holandés errante, de Richard Wagner (1841) y a The Flying Dutchman on Tappan Sea de Washington Irving (1855).

En la obra de Fitzball, al capitán se le permitía bajar a tierra una vez cada varios cientos de años para tratar de hallar una mujer con la que compartir su maldición. En la ópera de Wagner, cada siete años.



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