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El martirio de San Sebastián (El Greco, Palencia)



El martirio de san Sebastián es una de las obras más destacadas del pintor renacentista Doménikos Theotókopoulos, El Greco. Se conserva en la Catedral de Palencia, y es la obra cumbre de su museo catedralicio. Se trata de una pintura realizada al poco de la llegada a España del pintor cretense, y consta con el número 279 en el catálogo razonado realizado por el historiador del arte Harold Wethey, especializado en El Greco.[1]

El lienzo muestra a un joven san Sebastián atado a un árbol, desnudo y con una flecha en el costado; otras dos flechas aparecen clavadas en el tronco del árbol. Su postura inestable, con su pierna izquierda flexionada sobre una roca y la otra apoyada en el suelo, tocando con la rodilla la misma roca, muestra un contraposto de raigambre clásica, que permite mostrar detenidamente la musculatura del tronco y del brazo derecho, atado a la espalda. El otro brazo, extendido hacia el vértice superior derecho del lienzo, con la mano caída, acentúa la sensación de abandono ante el martirio. El tronco y la cabeza, levemente inclinados hacia su izquierda, muestran una torsión serpentinata típicamente manierista. Tanto el aspecto heroico del santo, como el interés por el desnudo -muy poco común en la pintura española de la época- y la postura inestable y forzada pueden ser ecos de la obra de Miguel Ángel, cuyas obras vio El Greco en Roma.[3]

El fondo presenta un cielo azul profundo con celajes blancos de aspecto metálico, y un breve paisaje con algunos árboles de tonalidades pardas y verdes, con algunos personajes, muy diluidos en la lejanía, que pudieran ser los ejecutores del suplicio. El ambiente que rodea la figura es realista, incluyendo la representación exacta del árbol al que se ata al santo (una higuera), así como la veraz captación de su rostro. No hay referencia alguna a lo sobrenatural, salvo la mirada alzada al cielo del joven mártir. El artista utilizó una composición muy similar en una obra tardía, un San Jerónimo en penitencia, conservado en la National Gallery de Washington.[4]

El tema del martirio de san Sebastián lo trató posteriormente el pintor en otros dos lienzos: San Sebastián (El Greco, antiguamente en Bucarest) y San Sebastián (El Greco, Museo del Prado).[5]

La gama cromática es más reducida que lo habitual en el Greco, destacando los matices grises y pardos de las carnaciones y el paisaje, en contraste con el brillante azul del cielo, velado en parte por las nubes. Aunque en este lienzo hay un interesante tratamiento de la luz, con un foco lumínico cenital, cabe destacar la ausencia del rompimiento de gloria, que es frecuente en obras similares del maestro cretense. El santo está resuelto con pinceladas gruesas y empastadas, al contrario del fondo, que las tiene más finas y sueltas.

El estado de conservación es óptimo, porqué nunca se ha movido de su emplazamiento original -salvo para exposiciones temporales muy controladas- ni tampoco ha sufrido limpiezas o restauraciones abusivas. Incluso la firma, de majestuosas letras mayúsculas griegas, y con reflejos y luces blancas, está muy bien conservada. Por este motivo, se trata de una obra muy importante para el estudio de la pincelada personal del maestro cretense.[6]

A pesar de que la primera teoría parece la más plausible, la identificación del donante continúa siendo actualmente desconocida.



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