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El pastor de Fílida



¿Dónde nació El pastor de Fílida?

El pastor de Fílida nació en Madrid.


El pastor de Fílida (Madrid, 1582) es una novela pastoril y roman à clef / novela en clave en siete libros, compuesta por el escritor áureo español Luis Gálvez de Montalvo.

Alcanzó un éxito impresionante a escala hispánica y europea: se reimprimió algo retocada en Lisboa (1589), Madrid (1590 y 1600) y Barcelona (1613). Cervantes, en el escrutinio de la biblioteca de Don Quijote, la calificó de "joya preciosa", alabó sus modelos de "discreta cortesanía" y la salvó de la hoguera; en el "Canto de Calíope" incluido en La Galatea ya había alabado a su autor.[1]​ Por estos elogios la reimprimió en 1792 el ilustrado Juan Antonio Mayáns, hermano de Gregorio, con un erudito prólogo. También tuvo una edición decimonónica en el tomo VII de la Nueva Biblioteca de Autores Españoles dirigida por Marcelino Menéndez y Pelayo, en 1907[2]​ Miguel Ángel Martínez San Juan intentó una edición crítica en su tesis doctoral (1999),[3]​ publicada en 2003 y rectificada en 2006.[4]​ La edición última y más acreditada es la de Julián Arribas Rebollo (Valencia: Albatros Hispanófila, 2006), que es una edición crítica más completa.

La novela está dedicada a don Enrique de Mendoza y Aragón, que aparece también como personaje de la obra bajo el nombre de "Mendino".

Su acción se desarrolla en las orillas del Tajo, seguramente cerca de Toledo, y cuenta los amores del autor, bajo la máscara del pastor Siralvo, por Fílida, paralelamente a los de su señor, Mandivo, por Elisa. Es, pues, como tantas novelas pastoriles, un roman à clef, una novela en clave, donde cada personaje encubre a una persona real, algo habitual en las églogas pastoriles de la literatura bucólica desde que Virgilio recurrió a estos procedimientos. Fue el crítico sevillano Francisco Rodríguez Marín descifró todas las alusiones en un trabajo clásico sobre esta obra.[5]

Posee esta obra buenos versos, entre ellos el "Canto de Erión", que consiste en una especie de alabanza a las damas de la Corte, y una égloga representable. Pero son mejores aún las composiciones en versos cortos, en los que incluso sobrepuja a Jorge de Montemayor. El libro sexto incluye una discusión literaria entre defensores de la escuela castellanista y la escuela italianizante en poesía lírica que resulta de interés para la historia literaria de Castilla. Indudable es que tuvo que defenderse de la idealismo de la estética renacentista frente al realismo tradicional de la estética castellana, recurriendo a la ironía:

Gálvez incluye ya en los versos largos alardes manieristas de técnica y rima, por más que defienda sobre el verso largo italiano el ingenio del verso corto vivaz del verso corto y su llaneza castellana:

En cuanto a su prosa, para Marcelino Menéndez y Pelayo "es una de las novelas pastoriles mejor escritas, aunque sea la menos bucólica de todas", puesto que anuncia ya la novela cortesana. Un incipiente conceptismo, sutil y amanerado pero de buen gusto, se percibe en su estilo, que por ello puede estimarse ya manierista. Su editor moderno, Miguel Ángel Martínez San Juan,[6]​ sostiene contra la parte mayor de la crítica que existe neoplatonismo en la obra, pero completamente asimilado, por lo que no pueden rastrearse las fuentes habituales del mismo que aparecen en otras novelas pastoriles. Existe el amor neoplatónico tal y como lo teorizó Marsilio Ficino y diversos tratados posteriores, pero sin plagios ni traducciones de pasajes de tratadistas; este tipo de amor neoplatónico bebe además de otras fuentes como la stilnovista, la cancioneril o la recogida por la novela sentimental, sin descuidar tampoco El Cortesano de Baltasar de Castiglione.

Por otra parte, singulariza también a esta novela la ausencia de relatos intercalados.



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