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El perro del hortelano



El perro del hortelano es una comedia palatina de Lope de Vega, publicada en la Oncena parte de las comedias de Lope Félix de Vega Carpio en Madrid, en 1618 al cuidado personal del propio autor. Procede por una expresión idiomática: «Ser como el perro del hortelano, que no come ni deja comer»; el perro es un animal no vegetariano que no come las verduras del huerto de su amo, pero no deja que los otros animales las coman. Toda la frase se refiere al argumento de la obra y significa que la condesa Diana no puede amar a Teodoro y por eso, no le deja amar ni ser amado por cualquier otra persona.

Todo empieza cuando Teodoro y Marcela están hablando en la terraza del castillo de la condesa Diana en Miranda, Nápoles. Tristán vigila la puerta, ve que se acerca Fabio, por lo que Teodoro y Tristán se dan a la fuga empujando a Fabio que cae rodando por las escaleras. Llega la condesa, que intuye por la situación que algún hombre ha entrado. Entonces reúne a todo el servicio y pregunta por lo ocurrido. Anarda le cuenta que hay cierta relación amorosa entre Teodoro y Marcela; cuando esta es entrevistada lo confirma, y para no desprestigiar a Teodoro y a sí misma, dice que han hablado de casamiento. La condesa decide que pueden casarse, pero en realidad ella está enamorada de Teodoro y tiene celos de Marcela.

Diana escribe una carta de amor y como si fuese de una amiga, la entrega a Teodoro y le pide que conteste. El criado al ver que tiene posibilidades con la condesa rechaza a Marcela, esta por venganza se va con Fabio. A los pocos días la condesa rechaza a Teodoro y recibe a su dos pretendientes, el conde Federico y el marqués don Ricardo, escogiendo a su futuro esposo. Teodoro indignado por haber sido rechazado por Diana por nada intenta volver con Marcela, que lo rechaza aludiendo que está con Fabio. Pero los dos se acaban reconciliando rápidamente, mientras la condesa Diana les está espiando.

Diana, otra vez celosa, habla a solas con Teodoro y le hace entender que está enamorada de él (cosa que le avergüenza, ya que no tiene sangre noble y es una deshonra para su reputación). Al acabar de hablar, Teodoro habla con Marcela y le dice que Diana quiere que se case con Fabio, y por tanto tiene que hacerlo. Marcela se da cuenta de que él no quiere a la condesa, él la quiere a ella.

Poco después Diana rechaza al marqués Ricardo y Teodoro habla con Diana para decirle que no quiere más falsas esperanzas y se va con Marcela, justamente lo que la condesa no quería. Al notar Ricardo y Federico el amor de la condesa por Teodoro y además de que no es de sangre noble, encargan a Tristán que lo mate después de negociar el precio. Este cuenta todo a su amo e ingenia un plan para ayudarle. El plan consiste en ir a ver al conde Ludovico, quien había perdido hace muchos años a un hijo llamado precisamente Teodoro, y hacer pasar a Teodoro por su hijo, para así tener sangre noble y poder casarse con la condesa.

El plan se lleva a cabo; Tristán visita al conde Ludovico y se inventa la historia. El conde muy feliz decide ir a ver a su supuesto hijo al condado de Belflor. Teodoro recibe la visita de su falso padre, con gran sorpresa de todos. Al ser noble, Teodoro y Diana se casan y se van con su “padre”, después de que Teodoro rechace definitivamente a Marcela, que será obligada a casarse con Fabio.

Marc Vitse aprecia que la obra puede leerse como una "comedia de privanza" de risa. El personaje del secretario alude a su situación como propia de César Borgia, y se adapta a las situaciones de la misma manera que un príncipe a los cambios de la Fortuna; incluso hace suyo el famoso lema de César Borgia: "O César, o nada". Más que el tema del amor hay que considerar también que Diana es poco menos que un trámite para conseguir el condado de Bellflor. El subtexto de El príncipe de Nicolás Maquiavelo es evidente, así como la atmósfera de general inmoralidad que envuelve la obra.[1]

Fue adaptada al cine por Yan Frid en 1977 (U.R.S.S.), con Margarita Terejova, Mijaíl Boyarski y Armen Dzhijarjanian en los papeles principales.

Fue adaptada al cine por Pilar Miró en 1996, con Emma Suárez, Ana Duato y Carmelo Gómez en los papeles principales. La película ganó siete premios Goya en la edición de 1997.



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