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Elecciones presidenciales de Argentina de 1995



Las elecciones presidenciales de Argentina de 1995 se celebraron el domingo 14 de mayo del mencionado año. Se buscaba determinar al presidente que sucedería a Carlos Menem para el período 1995-1999. Las elecciones se realizaron según las reglas del texto constitucional definido por la reforma de 1994, que establecieron el sufragio directo del presidente y vicepresidente, el acortamiento del mandato de seis a cuatro años, la posibilidad de una reelección inmediata y una segunda vuelta electoral (balotaje) entre los dos candidatos más votados, si ninguno obtenía en la primera vuelta una ventaja sustancial. La reforma constitucional estableció también que el período presidencial 1989-1995 sería considerado como primer mandato.

Carlos Menem, del Partido Justicialista, consiguió la victoria con un 49,94% de los votos y fue reelecto, sin que se dieran las condiciones para necesitar una segunda vuelta electoral. Como vicepresidente fue elegido el también justicialista Carlos Ruckauf. En segundo lugar con 29,30% de los votos quedó el FREPASO con la fórmula de José Octavio Bordón y Carlos Álvarez, producto de la alianza de los partidos PAIS y Frente Grande. En tercer lugar con 16,99% de los votos quedó la Unión Cívica Radical, con el candidato Horacio Massaccesi, a su vez apoyado por el Movimiento de Integración y Desarrollo y el Partido Federal de Córdoba.[1]​ Esta fue la primera elección en la que la UCR no quedó en el primer o segundo lugar, quebrándose así el bipartidismo que mantenía con el Partido Justicialista desde 1946.

El Partido Justicialista había sido fundado por Juan Domingo Perón en 1946, en gran parte bajo la promesa de una mayor autosuficiencia, un aumento de la intervención estatal en la economía y un cambio en la política nacional para beneficiar a «la otra mitad» de la sociedad argentina. Al asumir la presidencia en julio de 1989, en medio de un proceso hiperinflacionario, el peronista Carlos Menem inició la privatización sistemática de las empresas estatales de Argentina, que hasta entonces producían casi la mitad de los bienes y servicios de la Nación. Después de dieciocho meses de resultados muy variados, en febrero de 1991, Menem nombró ministro de Economía a su ministro de Relaciones Exteriores, Domingo Cavallo, cuya experiencia como economista incluyó un período breve pero en gran parte positivo como presidente del Banco Central de la República Argentina en 1982. Su introducción de un tipo de cambio fijo a través de su Plan de Convertibilidad llevó a fuertes caídas en los tipos de interés y la inflación, el tipo de cambio (convertido a 1 peso por dólar en 1992) dio lugar a un salto de cinco veces en las importaciones (muy por encima del crecimiento de la demanda).

Una ola de despidos después de 1992 creó un tenso clima laboral a menudo empeorado por el extravagante Menem, que también diluyó las leyes laborales básicas, llevando a menos horas extras y aumentando el desempleo y el subempleo. A los despidos del sector privado, desestimados como una consecuencia natural de la recuperación de la productividad (que no había aumentado en veinte años), se sumaron a los despidos de las empresas estatales y a los despidos del gobierno, lo que provocó un aumento del desempleo del 7 % en 1992 al 12 % en 1994 (al mismo tiempo que el PBI había aumentado un tercio en sólo cuatro años). En esta política, la ironía era la mayor debilidad de los Justicialistas de cara a las elecciones de 1995.[2]

La elección misma contó con otro giro inesperado. Teniendo prohibida la reelección inmediata por la constitución de 1853, Menem se reunió con el líder de la oposición, Raúl Alfonsín, Presidente del Comité Central de la Unión Cívica Radical, en la Quinta de Olivos, en noviembre de 1993 para negociar una amplia reforma constitucional. Los dos dirigentes resolvieron que la reforma sería para beneficio mutuo: la UCR se aseguraba la autonomía para la Ciudad de Buenos Aires y la creación de un Jefe de Gobierno elegido directamente para dicha entidad federal, siendo que hasta entonces el Intendente de Buenos Aires era elegido por el Presidente de la Nación; y un aumento del Senado de 48 a 72 asientos (3 por provincia, 2 para la mayoría y 1 para la minoría), lo que daba a la oposición una mayor representación. Menem, a cambio, podría presentarse a la reelección.[2][3]​ El llamado Pacto de Olivos garantizaba también que Menem no se presentaría a un tercer mandato, pues al momento de realizarse la reforma, se reconoció al primer mandato de Menem como primer período constitucional, y se decidió extender el segundo mandato hasta el 10 de diciembre de 1999.

Los dos hombres se enfrentaron a disensiones dentro de las filas de sus respectivos partidos después del anuncio de la reforma constitucional de 1994. El candidato de Alfonsín en las primarias de la UCR, el gobernador de la provincia de Río Negro Horacio Massaccesi, derrotó a Federico Storani y a Rodolfo Terragno en gran parte por su oposición al Pacto de Olivos. Menem, a su vez, había perdido el apoyo de varios diputados y senadores luego de que Carlos Chacho Álvarez separara del PJ a un grupo de izquierda y centroizquierda en rebelión por las privatizaciones de Menem y los escándalos de corrupción que azotaban su gobierno. Su partido Frente Grande había adquirido popularidad tras aliarse con el ex Peronista José Octavio Bordón, creando el Frente País Solidario (FREPASO), que agregaba también a los socialistas.[4]

Las reglas electorales fundamentales que rigieron la elección presidencial fueron establecidas en la reforma constitucional de 1994, realizada el año anterior sobre la base de un acuerdo entre los dos partidos mayoritarios.

Las principales reglas electorales para la elección presidencial fueron:

Excepcionalmente, para esta sola oportunidad, la Reforma constitucional de 1994 (cláusula transitoria décima) estableció que el mandato presidencial 1995-1999, duraría más de cuatro años, comenzando el 8 de julio y finalizando el 10 de diciembre. La razón de esta excepción fue corregir el desarreglo que había producido la renuncia del presidente Alfonsín en 1989, obligando al presidente Menem a iniciar su mandato cinco meses y dos días antes, causando así un desfasaje entre el inicio de los períodos presidenciales (8 de julio) y los períodos legislativos (10 de diciembre).

Tras la reforma constitucional, que habilitaba la reelección presidencial por un segundo período consecutivo, el propio Carlos Menem podía optar por un segundo mandato. Finalizado el Pacto de Olivos y al igual que Alfonsín, Menem debió enfrentar una fuerte disensión dentro del Partido Justicialista entre los que estaban de acuerdo con que Menem fuera nuevamente su candidato presidencial y los que no. Antes de la reforma, el gobierno de Menem ya enfrentaba un fuerte descontento en el seno del justicialismo por sus políticas neoliberales y su notorio alejamiento de la doctrina peronista, sobre todo de parte del sector de izquierda y centroizquierda del partido.[4]​ Sin embargo, debido a que la mayoría de su oposición interna abandonó el PJ para fundar el Frente País Solidario o presentar listas legislativas separadas, Menem no tuvo grandes problemas para obtener nuevamente la candidatura justicialista a la presidencia de la Nación. Su compañero de fórmula esta vez sería Carlos Ruckauf, ya que Eduardo Duhalde, el ex vicepresidente, había abandonado el cargo en 1991 al ser elegido gobernador de la provincia de Buenos Aires. En dicha provincia, Duhalde logró también reformar la constitución, mediante un plebiscito, y fue habilitado para presentarse a la reelección.[4]

El Pacto de Olivos tuvo un impacto muy negativo sobre la Unión Cívica Radical que en las elecciones de convencionales constituyentes obtuvo el menor porcentaje de su historia hasta entonces (19,9%), aún ganando en las cuatro provincias que gobernaba (Córdoba, Chubut, Río Negro y Catamarca). La irrupción del Frente Grande representó un gran peligro para el bipartidismo en general y la UCR en particular.

En 1994 la UCR debió definir mediante una primaria interna quién sería el candidato presidencial para las elecciones de 1995. Participaron aproximadamente 750.000 afiliados.[5]​ En el marco de fuertes enfrentamientos que se referían a la discusión entre pactistas y antipactistas, Eduardo Angeloz, que había ganado las anteriores primarias con más del 88% de los votos y había quedado en segundo lugar en las elecciones de 1989, declinó su precandidatura presidencial. Finalmente, a fines de 1994, se impuso la fórmula integrada por el gobernador de Río Negro Horacio Massaccesi y el diputado cordobés y convencional constituyente Antonio María Hernández, sostenidos por Alfonsín y Angeloz, relegando a la fórmula compuesta por Federico Storani y Rodolfo Terragno, apoyados por Juan Manuel Casella, Víctor Fayad, Fernando de la Rúa, Horacio Usandizaga, y Sergio Montiel.

La candidatura de Massaccesi fue apoyada a su vez por el Partido Federal de Córdoba, y el Movimiento de Integración y Desarrollo, aunque a diferencia de otros competidores no suscribieron una alianza formal.[1]

El Frente País Solidario, abreviado como FREPASO, se estableció en octubre de 1994 como una coalición entre los partidos Frente Grande y Política Abierta para la Integridad Social (PAIS).[6]​ Posteriormente adhirieron al pacto el Partido Intransigente, y las dos facciones del dividido Partido Socialista (el PSP y el PSD). El Frente Grande fue fundado por Carlos Álvarez en 1993 como un desprendimiento del Partido Justicialista, logrando atraer a los votantes descontentos con la reforma en las elecciones de convencionales constituyentes de 1994.

Aunque varios dirigentes de izquierda, como Fernando "Pino" Solanas se separaron del Frente Grande por su moderado programa económico, hacia 1995 el nuevo FREPASO había logrado atraer a varios radicales y peronistas inconformes con sus respectivos partidos, perfilándose como la primera amenaza seria al bipartidismo peronista-radical, imperante en el país desde 1946. Pese a esta distinción, el FREPASO carecía de peso electoral fuera de los grandes centros urbanos (Gran Buenos Aires, Rosario, Capital Federal, etc.) y no tenía una dirigencia organizada o integrada, lo que lo convertía en una fuerza electoral inestable.

A finales de 1994, al igual que la UCR, el FREPASO celebró una elección primaria abierta para decidir quien sería su candidato presidencial en 1995. La disputa se dio entre José Octavio Bordón, líder de PAIS, y Álvarez. Dado que la interna fue abierta, el resultado no quedó demasiado claro, con Bordón imponiéndose por escaso margen ante Álvarez. La participación en la primaria fue de medio millón de votantes, siendo la tercera primaria de las realizadas ese año con mayor participación.[7]​ Álvarez concurrió de todas formas a las elecciones como compañero de fórmula de Bordón, estando representados, de este modo, los dos mayores partidos de la coalición en la fórmula presidencial.

En estas elecciones los candidatos podían aparecer en más de una boleta, por ejemplo en la Provincia de Córdoba Menem y Ruckauf fueron candidatos del PJ y de la UCEDE; y podían no estar en todas las provincias, por ejemplo López de Zavalía y Benejam fueron candidatos sólo en la Provincia de Tucumán.

Partido Justicialista

Unión del Centro Democrático

Partido Federal

Frente Recuperación Ética

Frente País Solidario

Unión Cívica Radical

Movimiento por la Dignidad y la Independencia

Alianza Sur

Movimiento Socialista de los Trabajadores

Frente Unidad Trabajadora - Obrero

Partido Socialista Auténtico

Partido Humanista

Movimiento al Socialismo - Partido de los Trabajadores Socialistas

Corriente Patria Libre

Movimiento Democrático Popular Antiimperialista

Frente para la Coincidencia Patriótica

La nueva constitución daba diversas oportunidades a los partidos que quedaran segundo o tercero (lugar que era ampliamente disputado entre el FREPASO y la UCR), respectivamente. Se había abolido definitivamente el antiguo sistema de Colegio Electoral utilizado hasta 1989, por lo que podía lograrse la victoria por voto directo, además de que existía la posibilidad de una segunda vuelta electoral si un candidato obtenía menos del 45% de los votos. Los justicialistas gozaban de una clara ventaja, dadas las encuestas y su control de ambas cámaras del Congreso; pero las grietas comenzaron a desarrollarse al culminar el año 1994. La prosperidad local, garante de la presunta victoria de Menem, fue sacudida por la crisis del peso mexicano en diciembre. Al depender de la inversión extranjera para mantener sus reservas en el Banco Central, que perdió más de seis millones de dólares estadounidenses en días, su repentina escasez llevó a una oleada de fuga de capitales de los bancos en crecimiento de Buenos Aires y a una recesión imprevista. Las revelaciones simultáneas de la corrupción brutal que rodea la compra de computadoras de IBM para el anticuado Banco Nacional de la República Argentina (el más grande del país), dio a la oposición la esperanza de que podría llegarse a un balotaje en mayo.[4]

Entre la oposición, el FREPASO tenía ventaja en las encuestas para quedar segundo detrás del PJ. Con un liderazgo carismático, esperaban desplazar a la UCR (el partido más antiguo de la Argentina) de su papel de principal oposición a los peronistas. La UCR había salido muy perjudicada por el caótico mandato de Raúl Alfonsín (1983-1989) y su papel de oposición al justicialismo fue puesto en duda por el Pacto de Olivos y la reforma constitucional que habilitó la reelección de Menem, aunque su candidato, Horacio Massaccesi, había obtenido fama internacional por incautar los fondos del Tesoro de la sucursal regional del Banco Central para pagar los sueldos atrasados de los jubilados y la administración pública, lo que le había valido una reelección en su cargo de gobernador de Río Negro con el 46% de los votos.[8]​ La UCR, por otra parte, conservaba el renombre político y su antigüedad, más allá de la maquinaria desgastada por el liderazgo de Alfonsín y el popular gobernador de Córdoba, Eduardo Angeloz. A medida que se acercaba el día de las elecciones, los analistas no solo debatían la posibilidad de un balotaje, sino también que ambas fuerzas opositoras (FREPASO y UCR) tenían posibilidades de pasar al mismo junto a Menem.[9]

Durante la campaña, Menem defendió su programa de gobierno, señalando el éxito económico logrado por la Argentina durante su mandato, y haciendo hincapié en la hiperinflación provocada por el radicalismo antes de su llegada al poder, afirmando, como lema de campaña: "Soy yo o el caos", postura que fue criticada duramente por otros candidatos.[10][11]​ Bordón, por otro lado, acusó a Menem de desvirtuarse de los principios justicialistas. Su campaña se centró en el tema de la corrupción en los círculos gobernantes y la repercusión social (especialmente el desempleo) de las reformas económicas del gobierno menemista, particularmente en las clases bajas de Argentina.[11]

Por otro lado, la campaña de Massaccesi fue vista como "desorientada". Mientras que el FREPASO criticaba los negativos efectos sociales de las políticas de Menem, la UCR se limitaba a resaltar fallos técnicos y a destacar la corrupción, evidenciando la severa crisis que atravesaba el radicalismo.[11]​ El triunfo de Massaccesi en la primaria radical se había debido en gran medida a la abstención de Angeloz, y a la intención de amplios sectores de la UCR que querían impedir que Federico Storani llegara a la conducción del partido y buscara una alianza con el FREPASO (posición que irónicamente buscaría el partido luego de la estrepitosa derrota).[12]​ Sin embargo, Massaccesi era en realidad profundamente impopular entre el electorado radical y gran parte de la conducción partidaria, y su relativa cercanía con el gobierno menemista durante su período como gobernador le habían valido el apodo despectivo de "Menem rubio".[13]

El antiguo líder de los Carapintadas, Aldo Rico, se presentó como candidato del Movimiento por la Dignidad y la Independencia (Modin), y proponía la renegociación de la cuantiosa deuda externa, el fin de la convertibilidad, que establece la paridad entre el dólar y el peso, y la creación de una confederación de Estados latinoamericanos.[10]

En el último período previo a las elecciones, las encuestas daban la victoria a Menem, prediciendo que si bien quizás no superase el 45% de los votos, accedería a un segundo mandato en primera vuelta debido a que Bordón y Massaccesi se contrapesarían mutuamente y ninguno de los dos lograría obtener el suficiente porcentaje para acceder a un balotaje. A pesar de que varios sondeos predecían la ruptura del bipartidismo desde un mes antes de la elección, Massaccesi declaró no confiar en las encuestas, calificándolas de "maniobra sucia".[14]

La jornada electora fue considerada tranquila, y fue celebrada por ser la primera ocasión desde las elecciones de 1928 en que un período democrático llegaba a su tercera elección presidencial.[15]​ Después de emitir su voto en La Rioja, se le preguntó a Menem si estaba tranquilo, a lo que él respondió "¿Por qué iba a estar intranquilo?".[15]

En última instancia, la corrupción y la súbita recesión no fueron suficientes para evitar que Menem obtuviera una rotunda victoria en primera vuelta con casi el 50% de los votos. El PJ se alió con varios partidos regionales y con la derechista Unión del Centro Democrático, formando un frente electoral que obtuvo casi la mitad del voto total. La división de la oposición en dos bloques contrapuestos impidió que alguno de los dos candidatos opositores obtuviera el suficiente porcentaje para que Menem no pudiera evitar un balotaje. El FREPASO obtuvo cerca del 30% de los votos, y la UCR menos del 17%, siendo la primera vez que el partido más antiguo no quedaba en primer o segundo lugar. Menem triunfó en todas las provincias, excepto en la Ciudad de Buenos Aires, donde Bordón obtuvo el 44.53% de los votos, superando por casi tres puntos al candidato justicialista.

A pesar de la ruptura del bipartidismo en el plano presidencial, en las elecciones legislativas la UCR mantuvo el segundo lugar tanto en número de votos como en diputados.[16]​ Esto se debió a la presencia parlamentaria previa de la UCR, y al hecho de que el FREPASO carecía de peso electoral fuera de los grandes centros urbanos (Capital Federal, el Gran Buenos Aires, Rosario, etc). El nuevo Senado, tal y como habían predicho Alfonsín y Menem, benefició a los dos partidos.[17]

En las elecciones provinciales, la UCR fue el único frente opositor nacional que obtuvo gobernaciones, con cinco gobernadores radicales contra quince justicialistas. En las tres provincias restantes, Tucumán, Neuquén y Tierra del Fuego, fueron elegidos gobernadores por partidos provinciales (Fuerza Republicana, Movimiento Popular Neuquino y Movimiento Popular Fueguino respectivamente). A nivel municipal, solo dos de las ciudades más importantes de Argentina, Bahía Blanca y Mar del Plata, mantenían intendentes de la UCR, aunque en 1996, el candidato radical Fernando de la Rúa se convertiría en el primer Jefe de Gobierno electo de la Ciudad de Buenos Aires.[17]

Menem asumió su segundo mandato el 8 de julio de 1995. Sin embargo, las disposiciones impuestas por la reforma constitucional extendían este mandato hasta el 10 de diciembre de 1999, ya que el mandato original de Menem debería haber iniciado el 10 de diciembre de 1989, y se adelantó por el traspaso de mando anticipado de Raúl Alfonsín. A pesar de que algunos sectores del justicialismo sugirieron modificar la constitución para que el primer mandato de Menem no contara como tal y este pudiera presentarse a un tercer período, tanto la UCR como el FREPASO, e incluso varios diputados del PJ declararon públicamente que no apoyarían tal idea y la propuesta quedó en un punto muerto, pues era imposible permitir una segunda reelección de Menem sin el voto de una mayoría de dos tercios en ambas cámaras del Congreso.[20]

Las primeras elecciones para Jefe de Gobierno y convencionales estatuyentes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se realizaron el 30 de junio de 1996. El candidato de la UCR, Fernando de la Rúa, obtuvo una amplia victoria, mientras que el FREPASO quedó en segundo lugar y el PJ quedó relegado al tercer puesto. Tras la aplastante victoria del justicialismo en 1995, la UCR y el FREPASO, que hasta entonces habían mostrado una actitud abiertamente enfrentada y ni siquiera habían afirmado si se apoyarían o no en un eventual balotaje, se convencieron de que solo formando una coalición electoral podrían contrapersar al menemismo, lo que derivó en la fundación de la Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación en 1997.[21]




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