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Elecciones presidenciales de Uruguay de 1999



Las elecciones generales de Uruguay de 1999 para el periodo 2000-2005 se realizó en dos vueltas; la primera tuvo lugar el día domingo 31 de octubre de 1999. Por su parte, el domingo 28 de noviembre se realizó el balotaje, en el cual resultó ungido presidente el doctor Jorge Batlle Ibáñez.

En estos comicios, se inauguró el sistema de candidato único a la Presidencia por partido. Las fórmulas presidenciales que se presentaron a estos comicios (electos en las elecciones internas de abril de ese año) fueron:

Según lo preceptuado en la por entonces novel Constitución de 1997, como ningún candidato logró la mayoría absoluta, se realizó una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados el día domingo 28 de noviembre. El candidato colorado Jorge Batlle resultó ganador en la segunda vuelta, derrotando a Tabaré Vázquez. Asumió el cargo el 1 de marzo de 2000, sustituyendo al anterior presidente Julio María Sanguinetti.

Junto a la elección de Presidente se votó el cargo de vicepresidente, correspondiendo a Luis Hierro López, y los cargos de los 30 senadores y 99 diputados. El Senado de la XLV Legislatura quedó compuesto por 12 senadores del Encuentro Progresista-Frente Amplio, 7 del Partido Nacional, 10 del Partido Colorado y 1 del Nuevo Espacio. Por su parte, la Cámara de Diputados de la XL Legislatura quedó integrada con 40 diputados frenteamplistas, 33 colorados, 22 blancos y 4 nuevoespacistas.

Cabe destacar, entre otras innovaciones, que fue la primera vez que se no se votó simultáneamente a Intendentes y Juntas Departamentales, lo cual tuvo lugar en los comicios municipales de mayo de 2000. Esto fue notorio, pues faltó el peso de muchos caudillos locales en la hasta entonces habitual práctica de acarrear votos. Como también la prohibición de conformar sublemas a nivel de listas a diputados, que desmotivó a muchísimos dirigentes.


En la primera vuelta, ningún candidato obtuvo la mayoría absoluta del voto popular.

Fuente: Archivo Electoral de Adam Carr

Si bien Vázquez obtuvo una ventaja de más del 7% sobre Batlle en la primera vuelta, en el balotaje un 90% de los votantes de Lacalle se volcaron masivamente a Batlle, otorgándole la victoria electoral con un cómodo margen del 8%.

Una aclaración pertinente: A partir de las modificaciones electorales introducidas por la reforma constitucional de 1996, que introducía el balotaje o segunda vuelta electoral para el cargo de Presidente de la República, empezaron a tomar mayor relevancia los votos en blanco y anulados. Esto es debido a que la normativa que determina la existencia de una segunda vuelta a nivel presidencial obliga a que un candidato obtenga el 50% de los votos emitidos (válidos + blancos + anulados) en las elecciones de octubre o primera vuelta, para evitar que se produzca una segunda vuelta en noviembre (artículo 151 de la Constitución). Desde entonces, se ha vuelto un hecho común contabilizar los votos blancos o anulados como votos válidos en las elecciones de todo tipo en Uruguay, sean de tipo presidencial, legislativo o municipal, tal como los votos que efectivamente expresan una preferencia por un lema y candidato determinado. Considerando que durante casi un siglo nunca se tomaron en cuenta en el cálculo de porcentajes los votos en blanco o nulos, vale ahora aclarar que a partir de esta elección, el cálculo del porcentaje de votos recibido por cada candidato o lema toma en cuenta los votos válidos, aunque también se puede calcular a partir de los votos emitidos. En la elección legislativa esta disyuntiva no se plantea, dado que el voto en blanco o nulo no contabiliza para la adjudicación de bancas legislativas, como tampoco en lo municipal, para la adjudicación de curules en las Juntas Departamentales. En el caso de las elecciones internas de los partidos políticos, tampoco, en el sentido que no contabiliza para la adjudicación de cargos para los cargos de convencional para la integración del Organismo Deliberativo Nacional o del Organismo Deliberativo Departamental.

Fuentes: 1) Elecciones 1999-2000 Bottinelli et al., Instituto de Ciencia Política, Ediciones de la Banda Oriental, 2000, pag. 350. 2) Uruguay después del Balotaje, el imapacto de la reforma y el nuevo escenario político, Pedro Cribari (coordinador), Colección Aportes, Editorial Cauce, 1999, pag. 159.

Esta elección marcó muchos cambios en la conducta del electorado, y obligó a los políticos a replantearse muchas costumbres de larga data.

El electorado se habituó a un ciclo electoral de un año, que arranca con las elecciones internas y finaliza al año siguiente con las municipales; y también comenzó a animarse con más frecuencia a votar a candidatos de partidos diferentes, flexibilizándose el antiguo hábito de "votar siempre al mismo partido".

Los políticos, por su parte, ingresaron en una nueva época, en la cual cada líder es dueño de sus votos, no es posible acumular con otro candidato con la misma facilidad que antes (se desalientan las antiguas "cooperativas de votos") y, tal vez lo más importante, cada partido se ve imperiosamente obligado a buscar caminos de unidad en aras de ganar las elecciones presidenciales, con lo cual se relativiza la antigua costumbre de presentar dentro de un mismo partido candidatos a la Presidencia con ideologías a menudo opuestas.

Veinte años después, en las elecciones de 2019, se repite la historia: por un lado el candidato del Frente Amplio, por el otro un candidato de un partido tradicional que planifica de antemano una coalición con otros socios políticos.[1]



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