El término espada ropera (actualmente también conocida como estoque) surge en el Renacimiento en España para designar cierta clase de espada de hoja recta y larga, esgrimida a una mano. El nombre original español de la espada ropera es tizona (no debe confundirse con la espada del Cid). Se le llama espada ropera porque se cargaba como un aditamento de la ropa, generalmente usada por moda y como arma de defensa personal.
Su nombre es de origen español y aparece registrado por primera vez en las Coplas de la panadera, de Juan de Mena, escritas entre 1445 y 1450 aproximadamente:
Di, Panadera.
Un miércoles que partiera
el príncipe don Enrique
a buscar algún buen pique
para su espada ropera,
saliera sin otra espera
de Olmedo tan gran compaña,
que con mui fermosa maña
al Puerto se retrujera.
Otro documento en el que se cita una espada ropera es el inventario de objetos pertenecientes al duque Álvaro de Zúñiga (1468). El hecho de que el término sea de origen español no implica que el desarrollo de este tipo de espadas se haya dado en España, ya que el proceso es complejo y en él intervienen tradiciones y talleres de toda Europa. Por otro lado los italianos tienen sus propios términos para esta modalidad de arma: spada da lato (alrededor de 1450 hasta 1600) y spada da lato a striscia o más simplemente striscia (desde 1600 en adelante, pero algunos prototipos datan de 1550).
En Francia se habla por primera vez de la espada ropera (la rapière) en documentos en torno a 1474. Edwart Oakeshott, en su libro European Weapons and Armour, indica que ya a principios del siglo XVI el término estaba bien establecido en Francia, adoptándolo pronto los ingleses. Sin embargo, esta clase de espada tuvo detractores como George Silver, quien se opuso a su uso por tentar a los hombres a tener duelos.
Su periodo de máximo esplendor podríamos situarlo entre 1525 y 1675 aproximadamente, siendo reemplazada progresivamente por el espadín típico del siglo XVIII, de origen francés.
Al menos en el siglo XVI, una espada ropera no era tan solo un arma para su uso exclusivo de punta, con hoja de sección estrecha y aguzada. En realidad, en la España de la época cualquier espada destinada a un uso de duelo y de vestir, acompañando a las vestimentas de un civil (o de un militar en traje civil), era denominada ropera, quedando por tanto fuera de esta denominación solo las espadas puramente militares, de guarnición sencilla. Encontramos, por tanto, durante este periodo elaboradas guarniciones de lazo acompañando a hojas relativamente anchas, apropiadas para un uso tanto de punta como de corte, y aún estaremos frente a una espada ropera. Incluso a finales del siglo siguiente (ya hacia 1660-80), cuando las hojas de fina sección cuadrangular o romboidal (llamadas verduguillos) son ya moneda común, algunas espadas civiles de hoja ancha volvieron a estar de moda en España, siempre montando guarniciones propias de auténticas espadas roperas.
Hay tres tipos de guarniciones que debemos considerar: guarniciones de lazo, de conchas y de taza, que de forma consecutiva van brindando una mayor protección a la mano que las empuña.
Una guarnición de lazo está compuesta por los gavilanes (la cruz, propiamente dicha), largos y generalmente no muy gruesos, un guardamano en forma de arco que protege los nudillos, uno o dos anillos perpendiculares al plano de la hoja, y una serie de ramas que unen entre sí todos estos elementos por el anverso o zona exterior, y por el reverso o zona interior de la guarnición. No todos estos elementos deben estar necesariamente presentes, y por ello algunos autores clasifican este tipo de guarniciones como de cuarto de lazo, medio lazo, tres cuartos y de lazo entero, en función del número de estos elementos presentes. Esta guarnición, habitual entre 1550 y 1620 aproximadamente, tiene su origen en las guarniciones de patillas de finales del [[siglo XV|Plantilla:Siglo XV]], y era realmente eficaz para parar cortes, pero en algunos casos la punta del rival podía introducirse entre los diferentes ramales y lastimar la mano que empuñaba el arma. Por ello solían usarse guantes de cuero relativamente gruesos al luchar con este tipo de espadas.
Conforme evolucionaba la esgrima hacia un uso cada vez mayor de la punta, se hizo necesaria una mayor protección de la mano, por lo que entre los anillos de la guarnición de lazo se añadían con frecuencia chapas metálicas (conchas). Con el tiempo estas conchas estuvieron formadas por una sola pieza de chapa de hierro o acero bilobulada, que se unía mediante un par de patillas a la cruz. Nacía así la guarnición de conchas, típicamente española, práctica y resistente, y que gozaría de un periodo de popularidad extremadamente largo.
Para incrementar aún más si cabe la protección de la mano, otras guarniciones prácticamente contemporáneas a las de conchas presentaban no una chapa bilobulada, sino un auténtico casquete semiesférico, que en la práctica tomaba la forma de un bol o taza, sostenido igualmente por un par de patillas. Esta taza, que da nombre a este tipo de guarnición, unida a los gavilanes y el guardamano, ofrecía un nivel de protección máximo de la mano, resultando simultáneamente bastante ligera. Su uso se extendió esencialmente por España e Italia, perdurando hasta bien entrado el siglo XVIII. Es la clásica guarnición que se asociaría mentalmente a una ropera.
La espada ropera, sin llegar a ser un arma pesada o incómoda de manejar, no es desde luego el tipo de arma que se ve en las películas "de mosqueteros". En el cine frecuentemente aparecen guarniciones de estilo ropera (normalmente de taza) unidas a hojas de espada o florete de moderna esgrima deportiva, algo más cortas y mucho más ligeras y flexibles que las auténticas hojas originales. La ropera era un arma de dimensiones considerables (algunas hojas superaban holgadamente el metro de longitud. La medida varía de acuerdo con el tamaño de la persona: en un momento se estandarizó su tamaño determinando que el largo de la hoja sumado al largo del brazo debía ser igual a la estatura de la persona, y un peso apreciable (cercano a un kilogramo), por lo que su esgrima debe adaptarse a este hecho. Por ejemplo, las acciones suelen darse en un solo tiempo (uniendo la parada y la respuesta en un movimiento continuado), dada su mayor inercia.
Aun así, una buena pieza de época que mantenga todos su elementos originales (guarnición, puño y pomo) está dotada de un equilibrio tan perfecto que la hace mucho más rápida en la mano de lo que sus dimensiones puedan sugerir a primera vista. El punto de equilibrio de estas espadas suele situarse a unos cuatro dedos de la guarnición, aunque esto es muy variable y depende del uso previsto para cada pieza (esto es, favoreciendo en exclusiva la esgrima de punta o permitiendo su uso de corte).
La escuela española de esgrima con espada ropera se denomina verdadera destreza, fundada sobre las bases teóricas establecidas por Jerónimo Sánchez de Carranza en su obra De la Filosofía de las Armas y de su Destreza y la Aggression y Defensa Cristiana, publicada en 1569. Dichos principios fueron recogidos y perfeccionados por Luis Pacheco de Narváez, maestro de armas de Felipe IV de España, que publicó hasta once tratados de esgrima, siendo los más importantes Libro de las grandezas de la espada (1600), Cien conclusiones sobre las armas (1608) y Nueva Ciencia y Filosofía de la destreza de las armas (1632).
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