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Explosión de la torreta del USS Iowa



El 19 de abril de 1989 se produjo una explosión en la torreta de artillería número dos del acorazado USS Iowa (BB-61) de la armada de los Estados Unidos, cuando estaba de maniobras en el Caribe junto a Puerto Rico.[1]​ La explosión de la cabina del cañón central mató a 47 miembros de la tripulación, dejó varios heridos y dañó seriamente la torreta.[2]

Las investigaciones sobre las causas de la explosión provocaron polémicas y originaron un escándalo de encubrimiento que tras su revisión culminaría en una disculpa pública por parte de la Armada de los EE. UU.

En la primera investigación sobre las causas de la explosión realizada por la marina de los EE. UU., se concluyó que el artillero Clayton Hartwig, uno de los muertos, causó deliberadamente la explosión en la Torreta. [3]​ En el proceso, se produjeron numerosas filtraciones a los medios de comunicación[4]​ que fueron posteriormente atribuidas a los oficiales y los investigadores. Estos insinuaban que Hartwig y otro marinero, Kendall Truitt, mantenían una relación homosexual y que Hartwig habría causado la explosión a raíz de su ruptura. Sin embargo, en el informe oficial, la armada concluyó que no había pruebas sobre la homosexualidad de Hartwig. Pero, analizando cartas enviadas por él a su familia y amigos, se creó un perfil sicológico que lo dejaba como un suicida que causó la explosión con un detonador eléctrico o químico.[3]

Las familias de las víctimas,[5]​ los medios de comunicación, y algunos miembros del congreso no quedaron convencidos con las conclusiones y criticaron duramente la investigación.[6][7]​ Los comités para las fuerzas armadas del senado y el congreso realizaron audiencias para informarse sobre la investigación de la armada y emitieron posteriormente informes que cuestionaban las conclusiones de la marina. El comité del senado pidió a la Oficina de responsabilidad gubernamental (ORG) que revisara la investigación de la armada. Para ayudar a la ORG el Laboratorio Nacional de Sandia les proporcionó un equipo de científicos para que, revisarán la investigación técnica de la marina.

Durante su revisión, Sandia determinó que se había producido un exceso de compactado de los sacos de pólvora dentro del cañón mientras se cargaba y que ese sobre compactado podía haber causado la explosión. Una prueba posterior de la armada sobre la posibilidad de exceso de compactado confirmó que este podía causar una explosión en la culata del cañón. Los técnicos de Sandia demostraron que las pruebas físicas no apoyaban la primera teoría de la marina: El uso de un detonador electrónico o químico para iniciar la explosión.

A causa de estos nuevos hallazgos, la Armada, con la asistencia de Sandia, reabrió la investigación. En agosto de 1991, Sandia y la ORG completaron sus informes, concluyendo que lo más probable era que la explosión hubiera sido causada por un accidente producido por el exceso de compactado de los sacos de pólvora en la culata de un cañón de 16 pulgadas de calibre.[8]​ Sin embargo la Armada, en desacuerdo con la opinión de Sandia, concluyó que las causas de la explosión no podían determinarse. Finalmente, la Armada de los EE. UU. se disculpó con la familia de Hartwig y cerró la investigación.[9]



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