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Ezequiel Linares



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Joaquín Ezequiel Linares (1927-2001) fue un artista plástico argentino, integró y fundó el Grupo del Sur. Nacido en el barrio porteño de Barracas y falleció en San Miguel de Tucumán, ciudad en la que vivió y trabajó durante 35 de sus últimos 39 años.

Realiza su primera muestra en el año 1956. En 1959 participa del Grupo del Sur, junto a artistas como Aníbal Carreño y Leo Vinci.

En 1962 se radica en la provincia de Tucumán, incorporándose al plantel de la Universidad Nacional de Tucumán como responsable de la sección pintura de su departamento de artes. Ayudó a formar varias generaciones de artistas del NOA. Su obra fue testimonio de su tiempo, con un lenguaje reflexivo, comprometido y con una paleta particular que destacó en la calidad de su discurso plástico.[1]

Entre sus alumnos cuenta con Ksenia Milicevic. En el año 1967 realizó su primera retrospectiva en el Museo Provincial de Bellas Artes Timoteo Navarro. Entre 1980 y 1984 vivió en Europa, retornando a Tucumán ese año para reasumir su cátedra.

Artista de trascendencia internacional, además de exponer en Tucumán, Salta y Santa Fe, expuso numerosas veces en salas de Brasil, Estados Unidos y Europa, y sus obras se encuentran en museos de diversos países. Fue miembro de la Fundación Miguel Lillo, y en 1992 recibió el Premio Konex a las Artes Visuales, en la disciplina Dibujo. Destaca el Gran Premio del Salón Nacional de Artes Plásticas en 1973 y en 1979.

Nació en Buenos Aires el 4 de junio de 1927. Curso con el maestro Adolfo De Ferrari en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación Ernesto de la Cárcova. Realizó su primera exposición individual en la Galería Plástica de Buenos Aires en el año 1956; en 1957 fundó e integró el Grupo del Sur, junto a los artistas Aníbal Carreño, Leo Vinci, Carlos Cañás, Mario Loza y René Morón. Becado por el Fondo Nacional de las Artes viajó a Europa en 1960. Recibió el Premio Ver y Estimar y Premio de la Fundación Di Tella en el Museo Nacional de Bellas Artes. Concurrió a salones nacionales y provinciales. Se halla representado en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Obtuvo numerosos premios tanto en Argentina como en Brasil. En esta etapa de su trabajo su obra atravesó una breve experiencia abstracta en sus inicios, luego su producción plástica se sumergió en la tendencia figurativa: su obra se caracterizó por la fuerza del color, con un estilo que oscila entre la ironía y el drama, la belleza y la brutalidad.

En 1962 se radicó en Tucumán y se hace cargo de la Jefatura de la Sección Pintura del Departamento de Artes, como profesor titular con dedicación exclusiva, en la Universidad Nacional de Tucumán.[2]​ Linares dijo haber encontrado ahí su “destino de artista latinoamericano”.[3]​ Además, fue miembro de la Fundación Miguel Lillo y en el año 1967 realizó su primera retrospectiva en el Museo Provincial de Bellas Artes Timoteo Navarro. Aunque nació en Buenos Aires, eligió como destino vital a ese tumultuoso corazón cultural del Noroeste Argentino, imaginando y produciendo allí su obra sustantiva. La dimensión de su impulso creativo afianzó el prestigio del polo tucumano dentro del ámbito de las artes visuales latinoamericanas. La luz encendida por Lino Enea Spilimbergo y sus compañeros de ruta durante los años 40 y 50 era magníficamente renovada por un artista que unió la grandeza de su lenguaje a la fuerza de un discurso de inusual originalidad. En 1971, la Universidad Nacional de Tucumán le otorga el año Sabático y reside en Europa. Recibió el Gran Premio de Pintura en el Salón Nacional de 1973. Participó de la X Bienal de San Pablo; en 1974 la Fundación Bienal de San Pablo adquirió una obra suya.[4]

Durante el Golpe de Estado en Argentina de 1976, fue perseguido y vigilado en su actividad académica. El Departamento de Artes Plásticas prohíbe la enseñanza con modelo vivo en los talleres, oponiéndose totalmente, por ello fue hostigado también en su vida privada. Se exilió en Madrid, España hasta 1984 donde enseñó pintura y se consagró como uno de los artistas latinoamericanos más importantes de la época. Aunque su conexión espiritual con América continuaba intacta, amarrado a sus sentimientos y fantasmas, desde allí nutría su imaginación. Radicado en España realizó dos grandes series “El exilio dorado” y “El exilio de Gardel”. En 1982 recibió una invitación especial para participar en la Bienal de Venecia, ubicándose así en un sitio jerárquico dentro del selecto panorama de artistas latinoamericanos.

Con la vuelta a la democracia, en 1984 retomó su cátedra en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán por medio de concurso de antecedentes y oposición, cargo que ejerció hasta el día de su muerte. Desde el “Taller A” de Pintura, enseñó a varias generaciones de artistas que recuerdan hoy al maestro haciendo de la realidad un terreno de búsqueda, de diálogo y de contemplación melancólica. [5]​ En 1991 recibió el reconocimiento por su trayectoria artística del Consejo Cultural Mundial. Joaquín Ezequiel Linares Falleció el 20 de abril de 2001 en San Miguel de Tucumán.

Su estilo estuvo inicialmente caracterizado por búsquedas abstractas,[6]​ en las que se puede leer la influencia de Paul Klee; pasó de la abstracción a la figuración expresionista y barroca, del geometrismo místico a la imaginería popular, de lo que llamaba el “juego estético” al “desprecio por todo alarde pictórico”. Abandonaría, por último, la pintura concebida como “idioma universal” para reclamar la necesidad de crear un lenguaje propio que expresara conscientemente el mundo que lo rodeaba. En la búsqueda de esa forma retornó a la “línea española” e insistió con una estética de “Velázquez transfigurado por Bacon”. Comenzó a surgir así una obra de gran fuerza y originalidad que lo destacaría dentro del panorama de las artes plásticas argentinas del siglo XX. Su primera expresión acabada sería su Serie del Virreinato del Río de la Plata.

En 1957 funda e integra el "Grupo del Sur" con su taller ubicado en un vasto local de una manufactura del barrio Sur de Buenos Aires. Ezequiel Linares junto a los pintores Carlos Cañás, Aníbal Carreño, Mario Loza, Rene Morón y el escultor Leo Vinci integrantes de este grupo artistas, fueron discípulos del maestro Adolfo de Ferrari en la Escuela Nacional de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón” y en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova, a excepción de Rene Morón que solo cursó el ciclo preparatorio, estos artistas en 1959 realizaron su primera exposición en una galería de la calle Florida. Su pintura antes de su agrupamiento, se caracterizó por un figurativismo, dada la formación favorecida por su maestro, de muy libre transfiguración de las formas y de acentuación muy elaborada de los valores expresivos del color y de la materia. Estas particularidades comunes al grupo gravitaron en su derivación posterior hacia las proximidades del informalismo, movimiento en que la materia es de decisiva importancia como elemento expresivo. Cuando en 1959 el grupo realizó su primera exposición, relucían sus indudables singularidades incuestionablemente definidas. La materia pictórica, elaborada y resuelta en superficies y texturas sumamente expresivas, asume una función protagónica en sus cuadros. Pero dos particularidades establecen caracteres diferenciales con la ortodoxia informalista: La primera consiste en que ninguno de los cinco pintores acudió, en procura de la expresividad, a otro procedimiento que la utilización del óleo; y la segunda se vincula con el color, sin renunciar a las tintas pigmentadas y a la búsqueda, a veces, de oposiciones de alguna vibración, otras veces a su ordenación en armonías de sensible delicadeza. Todo esto, dentro de particularidades perfectamente personales, que se manifiestan a través del espíritu que anima sus obras, sutil y refinada en unos, intenso y vigoroso en otros, de las imágenes, desde luego figurativas en todos, y de las gamas predilectas de cada uno. Disuelto el grupo, luego de algunos años de trabajo y exposiciones en común, cada artista asumió su rumbo personal. Joaquín Ezequiel Linares, análogamente, realizó en sus etapas más recientes cuadros ubicables, así mismo, en un tipo muy personal de neo figuración.[7]

Poema de Ezequiel Linares para el Catálogo de la Muestra “Grupo del Sur” en el Museo de Arte Moderno, Buenos Aires, Argentina, 1959.

Movimiento Creador de las esferas.
Si un momento
-un latido de tiempo- no existieras,
todo, como en un sueño, se hundiría
sin forma ni sentido ni armonía.
Universo.
Unimismo
(y su eterno retorno eterno verso).
Tu superficie idéntica a tu abismo.
Querer ser de las cosas: movimiento.

Entre sus series más destacadas se encuentran:

Exposiciones Colectivas

Exposiciones Individuales

A lo largo de su fecunda trayectoria artística, Linares obtuvo numerosas distinciones, entre las que se destacan:




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