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Felaciones



La felación —del latín fellatio, de fellare, 'mamar'—[1]​ o coito per os (por boca)[2]​ es una práctica de sexo oral que consiste en estimular el pene con la boca, usando la lengua y los labios.

Como forma de masturbación (autofelación) es muy poco frecuente, debido a la dificultad física, por lo que en general suelen hacerla otra u otras personas, del mismo o de distinto sexo.

En la prostitución es relativamente frecuente que la hagan dos personas (felación a dúo), y en las orgías y en las películas pornográficas pueden ser tres o incluso más.

Cuando la boca se queda quieta de manera pasiva y es el pene el que la penetra, el acto se llama irrumación (del latín irrumatio). Esta diferencia es más teórica que práctica, ya que ninguno de los dos participantes suele permanecer completamente pasivo.

Cuando los dos miembros de una pareja realizan mutua y simultáneamente sexo oral, se conoce como la posición 69, ya sean dos felaciones, dos cunnilingus, o una felación y un cunnilingus.

También existe la doble felación, donde una pareja practica sexo oral a un hombre estimulando al mismo tiempo el pene como los testículos. Es importante destacar que los testículos también son una zona erógena que se contraen a medida que se estimulan y que se vincula con el pene durante la eyaculación.

Principalmente en el argot de las escorts existen expresiones específicas para explicar las variantes de esta práctica.

Actualmente se usa el término Americana real para describir la práctica original (que la persona realizando la felación trague el semen).

En el argot de la prostitución hay un vocabulario específico para referirse a las distintas variantes de la felación:

El francés natural es una práctica bastante frecuente a pesar de los riesgos que implica para la salud, puesto que pueden contagiarse enfermedades venéreas, entre otras.

En el siglo XIX la práctica de la felación estaba mal vista incluso entre las prostitutas. Está registrado que en Madrid las prostitutas podían echarse en cara la práctica de la felación, en forma insultante, unas contra otras.[4]

En la sociedad de los bonobos (el también llamado "chimpancé pigmeo"), las relaciones sexuales juegan un papel preponderante, ya que se utilizan incluso como forma de saludo y como forma de pago mediante favores de las hembras a cambio de comida [cita requerida]; también representan un medio para resolver conflictos o una vía de reconciliación tras los mismos. Los bonobos son los únicos primates (aparte de los humanos) que han sido observados realizando todas las actividades sexuales siguientes: sexo genital cara a cara (principalmente hembra con hembra, seguido en frecuencia por el coito hembra-macho y las frotaciones macho-macho), besos con lengua y sexo oral. [cita requerida]

La actividad sexual tiene lugar tanto dentro de la familia inmediata como fuera de ella, y suele implicar tanto a adultos como a crías [cita requerida]. Los bonobos no forman relaciones estables con parejas individuales. Tampoco parecen discriminar en sus comportamientos sexuales según género o edad, con la posible excepción de las relaciones sexuales entre madres y sus hijos adultos; algunos observadores creen que esos emparejamientos son tabú.

En el mito del dios Atum, este realiza una autofelación y escupe su semen dando lugar a los dioses Shu (el aire) y Tephnut (la humedad).[5]

En la Ilíada aparece por primera vez el término mujeres de Lesbos y hace referencia a las féminas que mejor practicaban la felación, ya que el verbo griego lesbiázein significa "felar". De hecho, en la Grecia clásica la isla era famosa por la destreza y tendencia de sus habitantes a realizar esta práctica [cita requerida]. La desviación del significado de este término se debió al uso que le dieron posteriormente los cristianos y a la procedencia de la poetisa Safo. Sin embargo, el vocablo que se utilizaba en la antigua Grecia para referirse a las lesbianas era tríbada, del griego tribo (frotar). [6][7][8][9]

En la antigua Roma se llamó a esta práctica como fellare o irrumare o de las felatrices.[4]​ Se considera que esta práctica fue habitual en el mundo romano por el hecho de que Marcial la citara en varias obras.[10]

Los romanos ligaron el poder al sexo oral, creando roles dominantes y sumisos.[11]​ Aunque el cunnilingus se consideraba una práctica sucia, gracias a algunas pintadas hechas en los baños públicos y a palabras talladas en las paredes, se sabe que algunos prostitutos masculinos esperaban en las esquinas de estos baños a mujeres que solicitaran sus servicios.[12]

Practicar una felación o un cunnilingus, ya fuera un hombre o una mujer el ejecutor, lo convertía en culpable. Según la jerarquía romana de la degradación sexual, un hombre sospechoso de haber estimulado oralmente a una mujer se rebajaba más que uno que fuera penetrado por otro hombre. Se le imponía el estatus legal de infame, al mismo nivel que prostitutas, gladiadores y actores, lo cual le impedía votar y representarse a sí mismo ante un tribunal.[13]

La antigua cultura peruana moche rendía culto a la vida diaria incluyendo las prácticas sexuales. Describían felaciones en sus cerámicas.

Entre los sambianos de Papúa Nueva Guinea existe la creencia de que el semen tiene propiedades especiales, por lo que es importante que los jóvenes ingieran el semen de sus mayores a través de la realización de felaciones. Es una iniciación importante para que los jóvenes adolescentes alcancen una adecuada maduración sexual.[14][15][16]

El Kámasutra indio, del primer siglo d. C., describe el sexo oral[17]​ analizando la felación con gran detalle y mencionando brevemente el cunnilingus. Sin embargo, de acuerdo con este texto, la felación es sobre todo una conducta característica de los eunucos, quienes usaban su boca como sustituto de los genitales femeninos.

El autor Vatsiaiana establece que también la practicaban "mujeres no castas" y menciona el prejuicio tradicional, muy extendido, de considerar esta práctica como degradante o impura. Vatsyayana parece coincidir en cierta medida con estas actitudes, afirmando que un 'hombre sabio' no debería caer en esa forma de cópula, aunque reconoce que puede ser apropiado en algunos casos, que, curiosamente, no llega a especificar.

En Khajuraho se encuentra el mayor conjunto de templos hinduistas de la India, famosos por sus esculturas eróticas. Según algunas hipótesis, la decoración tenía un motivo educativo: enseñar el Kama sutra a los más jóvenes. Para otros, los templos son un homenaje al matrimonio entre Shivá y Párvati, e incluso algunos apuntan que la representación de amantes servía de protección, ya que ahuyentaba a los malos espíritus y a los rayos. Se construyeron en un espacio de tiempo de unos cien años, entre el año 950 y el 1050, y entre sus esculturas ya podemos ver figuras practicando la felación.

En la literatura islámica se prohíbe explícitamente dentro del matrimonio el sexo durante el ciclo menstrual. Pero la actitud hacia el sexo oral y el sexo anal es un tema de discusión entre los alumnos modernos del Islam. En lo que concierne al sexo oral, algunas autoridades religiosas opinan que sí se permite realizarlo, siempre y cuando no entre líquido en la boca. Otras facciones, en cambio, creen que la estimulación oral del pene está prohibida, mientras que la estimulación oral femenina es aceptable.[18]

A lo largo de la historia, distintas mujeres han sido señaladas como grandes o expertas felatrices, o bien se hicieron conocidas a causa de algún escándalo sexual. La más conspicua de ellas ha sido la reina Cleopatra, a quien los griegos apodaban "merichane" (la boca de los diez mil hombres).[19][20][21][22][23]​ De Cleopatra se afirmó que fue capaz de practicar sexo oral con cien soldados romanos en una noche.[24][22]

Durante el mandato del presidente demócrata estadounidense Bill Clinton, una becaria, Monica Lewinsky, llegó a ser famosa por las felaciones que le hizo al Presidente, en el escándalo sexual conocido como Monicagate.

La práctica de la felación ha sido representada innumerables veces en distintos soportes. Se guardan registros en vasos griegos, en lucernas, pinturas y relieves romanos y en templos indios.[10]

La película pornográfica estadounidense Garganta profunda (Deep Throat) se estrenó en 1972, fue escrita y dirigida por Gerard Damiano y protagonizada por la actriz Linda Lovelace.

Se llama Garganta profunda porque en ella la protagonista muestra su virtuosismo en el arte de la felación. Su gran éxito se debe a la gran capacidad que tiene Linda para realizar felaciones hasta el fondo de la garganta. Esto supuso un cambio en el mundo del porno, ya que desde entonces multitud de actrices han emulado a Linda.

Andy Warhol, el padre del pop-art, dirigió en 1963 la película Blow Job ("felación" o "mamada", en inglés), de unos 35 minutos de duración, que se compone exclusivamente de un plano cerrado sobre el rostro de un hombre que parece reaccionar ante algún tipo de estímulo que la cámara no capta.

En los últimos años, se han realizado varias películas de cine convencional (no pornográfico), que muestran felaciones reales. Un caso pionero fue la adaptación cinematográfica de la novela de Raymond Radiguet El demonio en el cuerpo llevada a cabo por Marco Bellocchio en 1986, en la que Maruschka Detmers estimula de este modo a su pareja. Ejemplos más recientes son la película Baise-moi, The Brown Bunny, con Chloë Sevigny, Intimacy, con Kerry Fox, Los debutantes, de Andrés Waissbluth, Batalla en el Cielo, de Carlos Reygadas, entre otras.

En el shunga, palabra japonesa que hace referencia a imágenes eróticas, usualmente realizadas por impresión con planchas de madera o, más raramente aún, como pergaminos pintados, se describían relaciones tanto heterosexuales como homosexuales. El Shunga es un tipo de ukiyo-e que tuvo su época de producción en el período Edo (1603-1868) y del que han sobrevivido todo tipo de escenas eróticas incluyendo felaciones.[25]

La felación también ha sido objeto de exploraciones artísticas por pintores consagrados, como es el caso de Salvador Dalí o de Pablo Picasso.[10]​ Hay un explícito cuadro de Picasso, llamado La douleur (Scène Erotique) del período azul del autor, que se encuentra en el Museo Metropolitano de Nueva York. Se trata de un óleo en el que el artista se retrata en pleno acto sexual y que ese recinto nunca se ha atrevido a colgar.[26][27]

Édouard-Henri Avril, pintor e ilustrador de literatura erótica, adquirió un gran renombre por sus pinturas acerca de distintas prácticas sexuales.

El contacto entre la mucosa bucal, el líquido preseminal y el semen puede ser la causa del contagio de enfermedades de transmisión sexual.[28]Sífilis,[29]gonorrea, VIH-SIDA,[30]​ enfermedades causadas por el papilomavirus,[31]clamidiasis, herpes genital o hepatitis B son algunas de las enfermedades transmisibles por esta práctica.[32][33]​ El riesgo es mayor para la persona que la realiza, por lo que se aconseja el uso del preservativo por parte de quien la recibe.

En el caso del VIH, suponiendo que uno de los dos miembros de la pareja sea portador del virus de inmunodeficiencia humana, el riesgo de infección a través de la práctica de la felación es muy bajo, ya que la saliva tiene una baja concentración de virus. Sin embargo, el riesgo aumenta si hay heridas (pene, boca o faringe) en cualquiera de los practicantes. Si se realiza una felación sin preservativo, el riesgo es moderado si se eyacula en la boca pero no se traga el semen, pero se convierte en una práctica de riesgo alto si además de realizarla sin protección se ingiere el semen.[34]




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