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Feminismo en Argentina



El feminismo en Argentina asume históricamente la lucha por los derechos de las mujeres y su emancipación. Desde las pioneras en el siglo XIX en la lucha por el derecho a la educación, la lucha sindical y la emancipación femenina, el primer Congreso Internacional Feminista, celebrado en Buenos Aires en 1910, el movimiento sufragista argentino que logró el derecho al voto de las mujeres en 1947 gracias a la Ley 13.010 de sufragio femenino, los Encuentros Nacionales de Mujeres que se celebran desde 1986 tras la III Conferencia Mundial de la Mujer de Nairobi, la creación de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito en 2005 y la lucha contra la violencia hacia las mujeres con el movimiento Ni una menos que nace en 2015 el pensamiento y el movimiento feminista argentino mantiene el protagonismo en la vida política y social.

A finales del siglo XIX el Código Civil en Argentina sancionaba la inferioridad jurídica de las mujeres. La adhesión al feminismo de mujeres socialistas y de las denominadas librepensadoras, un grupo entre las que destacaban "las letradas" pusieron en marcha cuatro demandas fundamentales: la remoción de la inferioridad civil, mayor educación, auxilio a las madres desvalidas y el derecho al sufragio señala la investigadora Dora Barrancos.[1]

Es uno de los primeros hitos conocidos en la historia de la lucha obrera encabezada por mujeres del año 1881: las maestras lideradas por Enriqueta Lucero realizaron una huelga por falta de pagos durante ocho meses de sus salarios en la Escuela Graduada y Superior de la provincia de San Luis, lo que constituye una de las primeras huelgas docentes del mundo.[2]

Entre 1895 y 1914 la cantidad de mujeres empleadas en la industria fue de 15,7% y 14,5% respectivamente, predominando claramente en las industrias textil y de indumentaria —donde superaban la mitad—, en las industrias cigarrera y frigorífica, y en oficios puntuales como los servicios telefónicos y venta en las casas de comercio.[3]

La mujer fue parte activa del movimiento sindical argentino desde sus inicios. Se conocen publicaciones obreras exclusivamente femeninas, como el periódico La Voz de la Mujer (1896-1899), dirigido por la anarcosindicalísta Virginia Bolten, que tenía el lema de: «Ni Dios, ni patrón, ni marido»; por lo que podría considerarse como la primera manifestación obrera y explícitamente feminista.[4]

El periódico convocaba a las mujeres a rebelarse contra la opresión masculina, pero sin abandonar la lucha proletaria y era crítico a toda forma de autoridad: eclesiástica, patronal, estatal y familiar.

Ya por la década de 1910, Carolina Muzilli publicó una investigación para una exposición sobre el servicio social en Gante (Bélgica); este trabajo fue muy elogiado por los funcionarios del Gobierno de su ciudad. Su encuesta más interesante demostró que incluso en 1919, había un gran número de mujeres que trabajan en fábricas de calzado, fábricas de ropa y muchas otras clases de pequeñas fábricas en Argentina. Según las estadísticas, en aquel tiempo 205.851 mujeres asalariadas trabajaban en fábricas y casas comerciales de Buenos Aires. Estas mujeres estaban mal remuneradas, y tenían que trabajar largas horas sin ningún privilegio, y siempre recibiendo un sueldo menor que el de los hombres. Cuando Muzilli empezó sus investigaciones, se encontró con un perjuicio tan grande que era imposible obtener datos, hasta que consiguió trabajo en una de las fábricas. Durante varios meses continuó en estas actividades hasta que sacó a la luz este notable estudio de las condiciones laborales de las mujeres, uno de los muy pocos estudios científicos de las condiciones industriales de las mujeres que se hicieron en Latinoamérica en aquel tiempo.

La ley argentina establecía diferencias entre los sexos, en perjuicio de la mujer. La ley limitaba su condición y la excluía de la administración de propiedad familiar; la que, sin condiciones, debía ser entregada a manos del marido. Si el marido malgasta la propiedad común, la mujer podía solicitar la separación de sus propiedades; si no lo hacía, como suele ser en el caso de los casados, entregaba a su marido todo derecho de propiedad. La mujer participaba en el aumento del valor de la propiedad familiar; pero donde hay una separación de esta propiedad recibe su propiedad personal otra vez y la mitad del aumento. Las leyes concedieron, bajo condiciones seguras, la separación de marido y mujer, pero les incapacitó de casarse otra vez.

Las siguientes fueron las demandas de la Asociación de la Mujer de Buenos Aires:

La Asociación Cristiana de Mujeres Jóvenes, la cual estuvo organizada en Buenos Aires por varios años, hacía mucho por despertar a las mujeres los intereses nuevos de vida. A pesar de sus cuartos pequeños, se reunieron alrededor de un número de mujeres prominentes de Argentina, quienes las ayudó en la realización de clases de noche, un gimnasio, una cafetería, y otros servicios para las chicas que trabajan en tiendas y oficinas, y en el estudio de las vías generales de mejora de la condición de mujer de Argentina. La relevancia del movimiento fue tal que con la ayuda de algunas sociedades de América del Norte, erigieron un edificio para albergar las diferentes actividades.[5]

El Partido Peronista Femenino, también conocido como Partido Peronista Feminista, fue un ala del justicialismo peronista de Argentina de las mujeres. Fue fundado por Eva Perón en la década de 1940. Después de que el Partido Peronista Feminista fue fundado, se permitió el doble del número de mujeres en la universidad.[6]​ Con la puesta en marcha del Partido Peronista Feminista, centros de mujeres se establecieron en los barrios pobres de Argentina. Estos centros proporcionaban una amplia gama de servicios que incluyeron servicios médicos, legales y sociales. En el momento de la fundación del partido, las mujeres eran prácticamente ausentes del proceso político en Argentina y no se les permitía votar.

En las primeras elecciones femeninas (en 1951), las mujeres podían presentarse como candidatas. veinticuatro fueron elegidas para la Cámara de Diputados de Argentina, todas del Partido Peronistas. Además, siete senadoras fueron elegidas, por lo que Argentina pasó a ser el país con el mayor número de mujeres que representaban el gobierno. Después de la muerte de Eva Perón, Delia Parodi, una de esas diputadas, estuvo en el partido hasta el golpe militar de 1955.

Durante la dictadura entre 1976 y 1983 que provocó miles de desaparecidos, perseguidos y exiliados, un grupo de mujeres, las Madres de Plaza de Mayo que empezaron a reunirse en la Plaza de Mayo de Buenos Aires tuvieron especial protagonismo reclamando la aparición de sus familiares.[1]

En mayo de 1986, tras la III Conferencia Mundial de la Mujer de Naciones Unidas de 1985 y recogiendo la filosofía de los Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe (EFLAC) iniciados en 1981 se convocó en Buenos Aires al primer Encuentro Nacional de Mujeres. Desde entonces en reuniones anuales debaten sobre los diferentes aspectos de los derechos de las mujeres y el movimiento feminista.[7]

En 2005 se lanzó la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito a partir de un taller sobre estrategias para el derecho al aborto celebrado en el marco de los Encuentros Nacionales de Mujeres.[8]

El movimiento Ni una menos surgió en 2015 para denunciar la violencia contra las mujeres y el feminicidio. La primera marcha se realizó el 3 de junio de 2015. El detonante de la primera protesta fue el asesinato de Chiara Páez, una adolescente de 14 años asesinada por su novio en Santa Fe.[9]​ El movimiento se ha extendido a otros países de Latinoamérica, Europa y Asia.[10]



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