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Fernando II emperador del Sacro Imperio Romano-Germanico



Fernando II de Habsburgo (Graz, 9 de julio de 1578 - Viena, 15 de febrero de 1637), Archiduque de Austria, Duque de Estiria, de Carintia y de Carniola (1590-1637), Rey de Bohemia (1617-1618) (1620-1637) y Rey de Hungría Croacia (1618-1637) y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (1619-1637).

Fue un devoto de la Iglesia Católica. Su reconocimiento como Rey de Bohemia y la supresión del Protestantismo en sus territorios precipitó los eventos que llevaron a la Guerra de los Treinta Años. Su reino estuvo marcado por los asuntos militares y religiosos.

Nació en Graz hijo del Duque Carlos II de Estiria, Archiduque de Austria (1540-1590), y de María Ana de Baviera (1551-1608), y nieto de Fernando I del Sacro Imperio Romano Germánico. Fernando recibió una educación estricta jesuita que culmina en sus años en la Universidad de Ingolstadt. Después de completar sus estudios en 1595, accedió a sus tierras hereditarias (en donde su primo mayor el Archiduque Maximiliano III de Austria había actuado como regente entre 1593 y 1595) y peregrinó a Loreto y Roma. Poco después, comenzó a suprimir la práctica de religiones no católicas dentro de su territorio.

En 1617, Fernando fue elegido Rey de Bohemia por la Dieta de Bohemia. También se aseguró el apoyo de los Habsburgo españoles en su pretensión al trono dejado vacante por el emperador Matías de Habsburgo, que murió sin hijos, garantizándoles con el Tratado de Oñate el control de Alsacia y de feudos imperiales en Italia.

El ultracatolicismo de Fernando llevó a infringir la libertad religiosa de los no católicos. Entre otras cosas, el rey no respetó las libertades religiosas contempladas en la Carta de Majestad, firmado por el anterior emperador, Rodolfo II, para terminar con los conflictos religiosos, que había garantizado la libertad de culto a los nobles y los habitantes de las ciudades. Adicionalmente, Fernando era un monarca absolutista e infringió lo que para los nobles eran derechos seculares. Dado la cantidad relativamente grande de protestantes en el reino, incluyendo a algunos de las clases nobles, el nuevo rey pronto se volvió impopular y algunos disidentes participaron en la llamada Revuelta de Bohemia. El 22 de mayo de 1618 dos funcionarios reales (católicos) en Praga fueron arrojados por la ventana de un castillo por protestantes bohemios. Aunque no resultaron heridos (cayeron sobre un carro lleno de estiércol), la ofensa contra la dignidad real llevó al endurecimiento de las actitudes y a una rebelión completa. La nobleza se rebeló contra Fernando y le reemplazaron por el Príncipe elector Federico V del Palatinado, conocido como el "Rey de Invierno".

La situación empeoró cuando Fernando II fue coronado en 1618 como rey húngaro y también intentó erradicar al protestantismo en los territorios del Reino de Hungría. Este Estado estaba dividido en tres partes, una oeste bajo el control de los Habsburgo, una central en poder de los turcos otomanos y una oriental independiente en la figura del Principado de Transilvania gobernado por la nobleza húngara. El protestantismo era en extremo popular en Transilvania, así que si bien las medidas de Rodolfo II no los afectaban directamente, se sintieron agraviados por los húngaros protestantes que vivían en los dominios del rey Habsburgo. Usando como excusa la guerra religiosa, el Príncipe húngaro Gabriel Bethlen de Transilvania entró en guerra directa con Fernando II, uniéndose a los conflictos que habían estallado en otras partes de Bohemia. Fue en este año que empezó propiamente la Guerra de los Treinta Años.

El emperador Matías murió en Viena en marzo de 1619. Tal y como se había acordado con anterioridad, Fernando le sucedió en el trono. Apoyado por la Liga Católica, también conocida como Santa Liga Alemana, entre las que se incluían los gobernantes de Polonia, España y Baviera, Fernando buscó reclamar sus posesiones en Bohemia y acabar con la rebelión protestante, reunida en la Liga de la Unión Evangélica. El 8 de noviembre de 1620, las fuerzas católicas se enfrentaron con las del protestante Federico, que había sido elegido rey de Bohemia en 1618, en la Batalla de la Montaña Blanca. Tras solo dos horas de lucha los católicos salieron victoriosos. El ahora depuesto Federico huyó a los Países Bajos, y el duque Maximiliano I de Baviera, líder de la Liga Católica, procedió a tomar y confiscar sus tierras en el Palatinado (margen derecha del Rin) a repartir con España (que se quedó con las tierras de la margen izquierda del Rin). Fernando fortaleció a la Iglesia Católica de Bohemia, redujo la autoridad de la Dieta y convirtió por la fuerza a los protestantes austriacos, bohemios y húngaros.

En 1625, a pesar de recibir subsidios de España y del Papa, Fernando se encontraba con problemas financieros y buscando medios para poder financiar su propio ejército. Su solución fue encargar al militar bohemio Albrecht von Wallenstein que crease y dirigiese un ejército imperial. Wallenstein aceptó la propuesta con la única condición de que la dirección (y posesión) de los fondos del ejército fuesen solamente suyas, al igual que el derecho de distribuir el botín y los rescates que se tomasen en el curso de las operaciones militares. Pronto reclutó a al menos unos 30 000 hombres (más tarde llegaría a mandar a 100 000), y luchando junto al ejército de la Liga Católica, Wallenstein derrotó a las fuerzas protestantes en Silesia, Anhalt y en Dinamarca, cuyo rey luterano Cristián IV de Dinamarca tuvo que firmar la Paz de Lübeck.

A la vez que sus fuerzas se apuntaban importantes victorias en el campo de batalla contra los protestantes, Fernando coronó sus políticas religiosas promulgando el Edicto de Restitución (1629), que se diseñó con el fin de restaurar todas las propiedades eclesiásticas que habían sido secularizadas desde la Paz de Passau de 1552. Esta política procatólica fue en gran parte el motivo de que el rey protestante de Suecia, Gustavo II Adolfo de Suecia, aliado con los franceses, entrase a tomar parte en la guerra contra Fernando.

A pesar del éxito militar de Wallenstein, muchos de los asesores de Fernando le consideraban un verdadero riesgo político por su creciente influencia y su cada vez mayor número de Estados y títulos, así como por los métodos que utilizaba para conseguir fondos para su ejército. Fernando respondió despidiendo a Wallenstein en 1630. Con la pérdida de su comandante, se vio obligado a confiar de nuevo la política militar a la Liga Católica dirigida por el Conde de Tilly, que fue incapaz de detener el avance sueco, cayó en la Batalla de Breitenfeld (1631) y murió en 1632. Ante esto, Fernando volvió a llamar a Wallenstein de su retiro.

En la primavera de 1632, Wallenstein reclutó un nuevo ejército en unas semanas y expulsó al ejército protestante de Bohemia. En noviembre se produjo la gran Batalla de Lützen, en la que los católicos fueron derrotados, pero el rey Gustavo Adolfo murió. Wallenstein se retiró a los cuarteles de invierno de Bohemia. Si bien había perdido estratégicamente y había sido expulsado de Sajonia, los protestantes habían sufrido muchas más bajas.

La campaña de 1633 no sirvió para decidir nada en el curso de la guerra, en parte porque Wallenstein estaba negociando con el enemigo, pensando que el ejército le sería leal a él, en lugar de a Fernando, si cambiase de bando. A comienzos de 1634 fue acusado abiertamente de traición y fue asesinado, probablemente por orden de Fernando.

A pesar de la pérdida de Wallenstein, las fuerzas imperiales tomaron Ratisbona y ganaron la Batalla de Nördlingen (1634). La fuerza sueca se vio muy debilitada, pero Francia entró en la guerra en el lado protestante temiendo la dominación de los Austrias en Europa. A pesar de que Francia era católica, temía tanto a alemanes como a españoles (ambos gobernados por la casa de los Austrias), por lo que el Cardenal Richelieu convenció al rey Luis XIII de aliarse con los holandeses y suecos.

Los franceses no quedaron satisfechos con los términos firmados en la Paz de Praga de 1635, el último acto importante de Fernando en el que obtiene el apoyo del protestante Electorado de Sajonia, a cambio de ceder la Baja y Alta Lusacia. Por ello, a pesar de que se firmase el tratado, la paz no cuajó. A la muerte de Fernando en 1637, su hijo Fernando III de Habsburgo heredó un imperio en guerra. Fue enterrado en el Mausoleo de Graz.

Se casó en primeras nupcias con su prima hermana María Ana de Baviera (1574-1616), hija del duque Guillermo V de Baviera (tío paterno de Fernando) y de Renata de Lorena (1544-1602), ésta a su vez hija de Cristina de Dinamarca (sobrina materna de los emperadores Carlos V y Fernando I). Esta unión tuvo siete hijos:

Tras enviudar, se casó en segundas nupcias en 1622 con Leonor Gonzaga (1598-1655), hija del Duque Vincenzo I de Mantua y de Leonor de Médicis de Toscana, en Innsbruck.




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