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Fernando del Rincón



Fernando del Rincón de Figueroa, o Hernando del Rincón de Figueroa, fue un pintor español del Renacimiento. Nacido en Guadalajara hacia 1460, su personalidad ha sido durante mucho tiempo confundida con la de un Antonio del Rincón, que como él sería originario de Guadalajara.

Se sabe que hacia 1491 vivía en Guadalajara casado con Catalina Vázquez, hija del arquitecto Lorenzo Vázquez de Segovia. Por los mismos años trabajó en Zaragoza junto al pintor aragonés Martín Bernat. En 1499 se encargó junto con Juan de Borgoña y otros pintores del dorado y policromado del retablo mayor de la catedral de Toledo y a partir de 1503 se le encuentra documentado en la realización de diversos retablos en iglesias de las diócesis de Toledo y Sigüenza, donde se relacionó con Juan Soreda. En 1514 sustituyó a Francisco Chacón como pintor de cámara de Fernando el Católico, llegando las noticias hasta 1518 cuando dirigió un memorial a Carlos I solicitando la confirmación en el cargo de veedor y examinador de los pintores del reino de Castilla que ya había ostentado con Fernando.[1]

En las incompletas Vidas de pintores que dejó manuscritas Lázaro Díaz del Valle, es el primero de los españoles de los que se ocupó, aunque brevemente, diciendo de él: «Pintor famoso, natural de la ciudad de Guadalajara, fue caballero del hábito de Santiago por merced del Señor Rey Don Fernando V de Castilla y León».[2]

Muy poco es lo que se ha conservado de su producción documentada. El único cuadro firmado por él que ha llegado hasta nuestros días es un retrato: el de Francisco Fernández de Córdoba y Mendoza, de hacia 1520 (Museo del Prado), con una inscripción latina como la que se encuentra en el retrato del obispo de Ávila Francisco Ruiz del Instituto Valencia de Don Juan que por afinidad estilística se le atribuye. Las inscripciones son en ambos casos bien elocuentes de los ambientes humanistas en los que se desarrolló el género del retrato en las primeras décadas del siglo XVI, contándose Rincón entre los pocos pintores autóctonos que lo practicaron,[3]​ lo que podría explicarse por sus contactos con los dos focos de modernidad que representaban en La Alcarria la Universidad de Alcalá —en 1518 se le encargó dar lustre a la medalla del Cardenal Cisneros— y los Mendoza.

El retablo que pintó para Fuentes de la Alcarria, documentado entre 1516 y 1520, todavía pudo verlo Chandler R. Post, antes de su destrucción en la guerra civil, y sirvió para atribuirle algunas otras pinturas, entre ellas la tabla del Milagro de San Cosme y San Damián del Museo del Prado, procedente del monasterio de San Francisco de Guadalajara. Últimamente se le atribuye también una participación en las pinturas, a caballo entre el detallismo gótico y el sentido de la profundidad renacentista, del retablo mayor de la iglesia de la Asunción de Robledo de Chavela, con la que el pintor aparece relacionado en 1506 y 1514.[4]



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