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Fortunata y Jacinta



Fortunata y Jacinta es una novela del escritor español Benito Pérez Galdós publicada en cuatro volúmenes entre enero y junio de 1887,[a][1][2]​ dentro del ciclo de las Novelas españolas contemporáneas. Según la opinión mayoritaria de la crítica literaria, se trata de la mejor novela de su autor, y junto a La Regenta de Leopoldo Alas,[3]​ una de las más populares y representativas del realismo literario español y de la novela española del siglo XIX.[4][5]​ Situada en el Madrid de la segunda mitad de dicho siglo, relata las vidas cruzadas de dos mujeres de distinta extracción social unidas por un destino trágico.[6][7]

La novela fue adaptada al teatro por Ricardo López Aranda en 1969 y llevada al cine por Angelino Fons en 1970. Diez años después Televisión Española realizó y emitió una adaptación a la pequeña pantalla a cargo del director Mario Camus.

Los críticos coinciden en reconocer que Galdós escribió Fortunata y Jacinta "en la cima de su poder creador",[8]​ y el propio autor parecía consciente de ello.[9]​ De ahí que, a pesar de ser un escritor de 'incontenible fertilidad', en esta ocasión emplease año y medio en concluir el manuscrito de la novela. No se sabe si en ese inusitado tesón por crear la obra perfecta pudo influir la reciente publicación de La Regenta, obra máxima de «Clarín», su colega, amigo y par.[10]

Galdós inicia la redacción de la novela al regresar del viaje a Portugal que al final de la primavera de 1885 ha realizado con el escritor José María Pereda y un amigo suyo.[11]​ Invierte en concluir la Primera Parte casi ocho meses —junio de 1885 a enero de 1886—, dejando un manuscrito plagado de modificaciones (que con el resto de la novela ha dado lugar a las dos versiones de Fortunata y Jacinta, conocidas entre los investigadores como "la versión alfa y la versión beta"). Tras otros cuatro meses de intensa dedicación remata la Segunda Parte, firmada en mayo de 1886; y tras un breve respiro estival acomete la Tercera Parte —la más corta de las cuatro— que cierra siete meses más tarde, en diciembre de aquel año. La Cuarta Parte, la última y más larga, la escribe Galdós en seis meses, de enero a junio de 1887.[2]

Más de un centenar de personajes secundarios con un perfil psicológico bien dibujado, dentro de un conjunto coral que se acerca al millar de tipos,[12]​ forman 'la comedia humana' que Galdós, como Balzac y Dickens habían hecho años antes, hará girar en torno a un gran tiovivo alimentado por las emociones y los actos de los dos personajes protagonistas que "se odian y se aman al mismo tiempo":[13]​ Fortunata, la mujer del pueblo, instintiva y víctima de su propia fortaleza; y Jacinta, la hembra estéril, sensible hasta la obsesión y finalmente salvada por su instinto maternal frente al acoso de su propia clase.[12]

Los estudios críticos y las versiones visualizadas (en cine y televisión) han profundizado y mostrado un buen boceto de la psicología de los grandes personajes protagonistas o conductores de la trama de esta novela. El magno escenario aludido, con millares de comparsas y escenarios modelados e iluminados por los sentimientos de Fortunata y Jacinta, solo puede percibirse recorriendo línea a línea las cuatro partes de la novela; en un gran retablo en el que conviven "al lado de la vida, la muerte".[14]

Muchos autores (críticos, eruditos galdosistas e hispanistas) aceptan el protagonismo y singularidad de Fortunata en el contexto general de la historia, como portavoz naturalizado del pensamiento de Galdós.[16]​ Una mujer —lo que en la obra galdosiana ya es en sí mismo una categoría— que forma parte de ese "pueblo" que "posee las verdades grandes y en bloque", que sobrevive, miserable y castizo, en el "Cuarto Estado" de la capital de España, y que constituye "lo esencial de la Humanidad, la materia prima".[17]

Esta declaración de principios del escritor canario,[18]​ definiendo con verbo académico su concepción de "la máquina admirable de las pasiones", llevaría a Tuñón de Lara a suponer que Galdós no llegó a tener "una lucidez meridiana sobre el porvenir, sino simplemente conciencia de su tiempo para no identificarse con la parálisis de la historia de España".[18]

En 1886 y sin una relación aparente con el desafío que el novelista se ha propuesto con la construcción de Fortunata y Jacinta,[9]​ Galdós inició su carrera parlamentaria, de un modo un tanto rocambolesco, llevado por la insistencia de su amigo el periodista José Ferreras, hombre del círculo de Sagasta, líder en ese momento del Partido Liberal. Su final aceptación de la designación a dedo y sin obligaciones administrativas ni políticas, salvo asistir a las sesiones de la Cámara de Diputados, le llevó a ingresar en el Congreso como diputado por Guayama (Puerto Rico).[19][20]​ El escritor nunca llegaría a visitar su circunscripción antillana, pero su obligada asistencia a las Cortes —donde, tímido por naturaleza, apenas despegaría los labios— le sirvió de nuevo e insólito observatorio desde el que analizar lo que luego titularía como «la sociedad española como materia novelable».[21][b]

Mientras Galdós escribe, se irán sucediendo acontecimientos históricos como la epidemia de cólera en Madrid en el verano de 1885; la muerte de tuberculosis de Alfonso XII de España y el inicio de la regencia de María Cristina con el nacimiento en mayo de 1886 del que será Alfonso XIII. Ese año, la capital de España ve cómo se aprueba el proyecto de la Gran Vía, que, como no podía ser menos será llevada a la zarzuela con ese mismo nombre y estrenada en pleno mes de julio. Pocos serán los acontecimientos que el año 1887 aparten al escritor de su prisa por cerrar la "novela magna", objetivo que consigue tras algunas escapadas a Toledo,[22]​ y que tuvo como premio, durante el verano de aquel año, su gran viaje con Alcalá Galiano por el Norte de Europa. Concluido el periplo, en Madrid le esperaba a Galdós los primeros ejemplares impresos de Fortunata y Jacinta. Galiano, le escribiría en diciembre de ese año unos "versos desesperados", ante la incertidumbre de no haber recibido aún el libro:[23]

Fortunata y Jacinta, universal y castiza a la vez, ha sido considerada por los galdosistas como la novela que mejor describe y define el "Madrid galdosiano".[24][25]​ Así lo han referido desde Leopoldo Alas (Clarín), contemporáneo de Galdós, a Pedro Ortiz-Armengol, su más completo y desapasionado biógrafo.[26]​ El retrato literario que el escritor canario hace de la ciudad y sus gentes es comparable al pictórico que un siglo antes hiciera Francisco de Goya.[27][c]

La acción de la novela transcurre, con la precisión histórica que Galdós suele dar a su obra, entre diciembre de 1869 y abril de 1876.[28]​ Partiendo del ambiente socio-político que han dejado los últimos días de la Revolución de 1868, van pasando por sus páginas el Reinado de Amadeo I de España, la Primera República, los golpes militares de los generales Pavía y Martínez Campos, y año y medio de Restauración, como telón tan significativo como cronológico.[28]

En el plano social, la organización gremial se encuentra en proceso de desaparición,[29]​ sustituida por un emergente cuarto estado de inspiración proletaria. Los obradores desaparecen y sus maestros y aprendices pasan a engrosar el grupo de los asalariados. El campo se vacía en un incontenible y creciente éxodo rural hacia la ciudad.[d]​ En las estadísticas de la época, este nuevo grupo social recibe el título de "jornaleros" (trabajadores 'a jornal' o por jornada de trabajo); la burguesía en el poder, con su lenguaje piadoso y eclesial los nombrará como "clases menesterosas" (dejando claro así que pertenecen a otra clase social y que están 'necesitadas'); finalmente, los republicanos del momento los bautizan con una fórmula internacional como "clases trabajadoras".[29][30]

Nada más estéril y engañoso que intentar una sinopsis argumental de esta novela, como puede desprenderse de toda la información anterior. Para los que se la hayan saltado, a conciencia, se ofrece aquí un resumen del melodrama folletinesco:[31][32][28][8][6]

En la primera parte de la novela, Juanito Santa Cruz, el Delfín, hijo único y señorito ocioso hace un matrimonio de clase con Jacinta, emparentada con su familia pero de un estrato económico inferior. Ante la obsesión que ella muestra por la vida de soltero del Delfín, se desarrolla un enredo melodramático en torno a un supuesto hijo abandonado. En la sombra, Fortunata, antigua víctima de las correrías de Juanito, se verá acosada nuevamente por el ocioso y apasionado crápula.

El hilo melodramático que trama la segunda parte de la novela, conduce a Fortunata hacia una boda de interés con Maximiliano Rubín, enfermizo e impotente, y sometido a su tía Lupe, usurera despótica que obliga a Fortunata a una 'cura' en uno de los muchos conventos de Madrid (Convento de las Madres Micaelas), donde la protagonista trabará relación con Mauricia la Dura. El melodrama se firma con una escena de seducción, traición y abandono que implica, en ese orden, a los tres personajes principales: el Delfín, Fortunata y Maximiliano.

La tercera parte desarrolla una tragicomedia de enredo entre machos cabríos, gallinas y toros coronados. El Delfín vuelve al redil; Fortunata, despechada, se arrima al anciano Evaristo Feijoo, que, en una carambola perfecta, la reconcilia con Maximiliano. Como escena de máxima tensión: en encuentro y choque de trenes entre Jacinta y Fortunata, en el entierro de Mauricia la Dura. El mar de fondo: la amenazante maternidad de Fortunata.

Un final sinfónico de enredos y traiciones a varias bandas modela la melodía de la cuarta parte: Fortunata preñada por el Delfín y protegida por el farmacéutico Segismundo Ballester; Maximiliano, su esposo, abandonado, cornudo y visionario. El Delfín liado ahora con Aurora Fenelón hace solidarias en su despecho a Fortunata y Jacinta. La coda, trágica, inevitable y presumible: Fortunata morirá tras dar a luz un niño, que, moribunda, entrega a Jacinta.



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