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Francesco I de Ventimiglia



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Francesco I de Ventimiglia (1285,[1]​+3 de febrero de 1338 Geraci), hijo[2]​ de Alduino de Ventimiglia y de su esposa Giacoma Filangeri.

Francesco I de Ventimiglia fue el primer miembro de la casa de Ventimiglia en ser públicamente conocido como conde de Geraci: en fecha 9 de marzo de 1312 el papa Clemente V firma un documento en el que figura Francesco de Ventimiglia con el título de conde de Geraci.[5]

Durante el periodo desde 1300 al 1320, aún en vida de su abuelo Enrico I de Ventimiglia, consolidó su posición ampliando notablemente el condado de Geraci, que ya comprendía: Geraci, Castelbuono, Pollina, Collesano, Gratteri, Monte S. Angelo, Tusa, Caronia, Santo Mauro, Castelverde, Petralia Superior e Inferior, Ganci, Sperlinga y Pettineo. Se conservan actas de compras de tierras, como la del casale Convicino a su antiguo propietario Berengario de Albara en 1332.[6]

El 9 de abril de 1299 Federico II de Sicilia concedió a Francesco I Ventimiglia una renta vitalicia de 100 onzas para recompensarlo por su fidelidad y servicios.[7]

Según consta, nada más tomar posesión del condado de Ventimiglia en 1308, lo primero que hizo fue retomar la tradición familiar e ir a molestar al obispo de Cefalú. Y hasta tal punto debió de hacerlo que obligó en marzo de 1311 al entonces Papa Clemente V a encomendar al arzobispo de Monreale, de su corte de Aviñón, el arbitraje de algunas controversias sobre la propiedad de unos bienes en litigio.[8]

El 21 de junio de 1311, se procedió al reparto de las posesiones del difunto conde Enrico entre sus herederos: Francesco de Ventimiglia, su tío Guglielmo y Nicoló, prometiendo pagar Francesco a Guglielmo y Nicoló el mayor valor de la tercera parte del patrimonio heredado, y que se fijó en 2.000 onzas.

En 1312 edificó en Geraci la Iglesia de Santa Ana, donde se ubicó la capilla familiar, Tal como atesticua una inscripción esculpida en el interior del templo.[9]

El 31 de enero de 1314 firmó como conde de Ventimiglia y de Geraci la protesta de los Sicilianos votada en el parlamento general de Eraclea.[10]

El 18 de enero de 1316 aparece mencionado en el documento Actum in castro Lusinaschi por Raphaelem de Peralta S.R. Imp. Notarium.[11]

El 8 de agosto de 1317, combatiendo valerosamente rechazó un intento de desembarco de tropas del rey Roberto I de Nápoles en las cercanías de Marsala, batalla que duró una semana.[12][13]

Más tarde, en ese mismo año de 1317 armó a sus costas 30 galeras de guerra, para combatir a las órdenes del rey Federico II contra el rey Roberto I de Nápoles, que por su parte añadió 50 galeras más.[14]

En 1318 fue enviado como embajador del rey Federico II ante el Papa Giovanni XXII, entonces en la corte de Aviñón, para promover un tratado de paz con el rey Roberto I de Nápoles.[15]

A su muerte en 1337, Federico II dejó al conde de Geraci como albacea testamentario, junto al obispo de Zaragoza y a su propia mujer, la reina Leonor.[16]

Tras la muerte del prudente rey Federico II el reino estuvo sometido a gravísimas calamidades, siendo posiblemente la peor de ellas la guerra establecida entre los Ventimiglia y los Chiaromonte. Por los extraordinarios servicios prestados por la nobleza local al difunto Federico II, este los había colmados de riquezas y prebendas hasta tal punto que rivalizaban con la propia corona. Tal poderío no solo les hizo comportarse como si fuesen señores independientes, sino que exacerbó sus afanes en demostrarlo en cada momento, allá donde podían. Entre todos estos señores, destacaron los Ventimiglia y los Chiaromonte, que habían desarrollado ya en vida del monarca una especial envidia personal y que fue mutando a una atroz enemistad. El escenario final se completa con el resto de la nobleza local, dividida a favor de uno o del otro señor. Todos los castillos se refortificaron y se respiraban aires de preguerra, tal y como si un enemigo externo amenazase el reino. Pedro II, sucesor en el trono, débil por naturaleza, no supo apagar este fuego, tomando partido por la facción de los Chiaromonte: el fuego derivó en terrible incendio que asoló el reino en lo que se calificó como la peor de las pestes: guerra civil.[17]

En 1315 casó en primeras nupcias con Constanza Chiaromonte, hija de Manfredo I di Chiaromonte, potente familia feudal del reino de Sicilia, de la que tuvo varias hijas. Por falta de descendencia masculina,[18]​ fue repudiada en 1325,[19]​ lo que fue motivo de una profunda enemistad con la poderosa familia Chiaromonte en general, y muy particulrmente con su excuñado, Giovanni II di Chiaromonte. La aprobación del rey Federico III creó tal enfado en Giovanni que se marchó a Alemania, donde estuvo una larga temporada al servicio del emperador Ludovico el Bavaro.[20]​ Las casas de Ventimiglia y Chiaromonte eran las más poderosas de la Isla y una enemistad entre las dos no era del agrado del monarca ni beneficiosa para el reino. En abril de 1332 Giovanni regresó a Sicilia, ocasión que aprovechó el monarca Federico III para convocar en Palermo al conde Francesco Ventimiglia y a Giovanni Chiaromonte, para intentar un acercamiento entre los dos cuñados.[21]

Pero no logró que el Chiaromonte calmase su furia,[22]​ ya que unos días más tarde y al frente de un grupo de mercenarios teutones, le tendió una emboscada en un callejón de Palermo, de la que se salvó el conde de Ventimiglia milagrosamente: herido en la cabeza,[23]​ el conde buscó refugio en el palacio real, próximo al lugar de la escaramuza, donde el emperador montó en cólera por lo acontecido. Habiendo fracasado en su intento y temiendo la ira del emperador, Giovanni se refugió en su castillo, adoptando una nueva estrategia: si la corte protegía a su enemigo, iría también contra ella, pactando previamente con Roberto de Anjou. Efectivamente, procuró conseguir el mayor número de apoyos posibles, disfrazando su causa personal contra los Ventimiglia con un movimiento general de oposición hacia un gobierno extranjero, incapaz y corrupto. Pero la ayuda que esperaba de la casa de Anjou no llegó nunca, por lo que tuvo que huir nuevamente bajo la protección y asilo del rey de Nápoles, Roberto de Anjou, para el que estuvo sirviendo en armas.

En 1316 obligó a Tommaso di Marzano,[24]​ conde de Squillaci y condottiere del rey Roberto de Anjou, a abandonar el puerto fortificado de Marsala, que había sitiado con una flota de 60 galeras. Para ello, como presidente del parlamento del reino de Sicilia,[25]​ agrupó una flota de 80 galeras, armando él personalmente a sus expensas 30 de ellas.[26]

En 1317, en un acto entre piratesco y cómico, apresó al obispo de Cefalú y lo retuvo hasta que le obligó a venderle varios terrenos en la zona llamada Ypsigro, con una antigua edificación. Obtenidos todos los terrenos que necesitaba, con fecha 25 de marzo de 1317, según consta en una inscripción en el portal del Arco que da acceso a la actual calle de Santa Ana, comenzó a construir una fortaleza: el castillo de Belvedere de Ypsigro, que más tarde pasó a llamarse Castelbuono, y sería la residencia oficial de la casa condal. Esta construcción no se debía solamente a la necesidad de procurarse una vivienda más acorde que la fría e inhóspita roca de Geraci. Ya por aquel entonces habían construido un palacio en Cefalú,[27]​ el llamado Osterio Magno, un edificio de arquitectura refinada para la época, el segundo en importancia en la población, tras la Catedral Normanda. Consta que se amplió esta residencia en 1320 y en 1330.[28]

En la primavera de 1318 fue nombrado ministro plenipotenciario y embajador por Sicilia ante el papa Juan XXII, acudiendo junto con el obispo de Palermo a su corte en Aviñón para derimir las causas pendientes con los embajadores del rey Roberto de Anjou.[29]

La construcción de Castelbuono fue en realidad el inicio de un proyecto defensivo más amplio, motivado por el estado general de abandono y desprotección en que había quedado toda Sicilia tras la famosa Vísperas sicilianas. Entre 1320 y 1336, ordenó construir nuevas fortificaciones, como la de Monte Sant Angelo, cercano a Gibilmanna, y el de Belici, en el territorio de Petralia.[30]

En 1320 creó en su condado una nueva capital, destinada a cerrar el paso a los Madonitas por el Este y a proteger las playas situadas al este de Cefalú.

En 1337 murió Federico III, que poco tiempo antes había confirmado al conde de Geraci como camarero mayor del reino, el 28 de septiembre de 1336,[31]​ instituyéndolo además como uno de sus albaceas testamentarios, como muestra de la gran consideración y estima que le profesaba, por su lealtad y servicios prestados a lo largo de toda su vida.[32]

A Federico III de Sicilia le sucedió en el trono de Sicilia inicialmente su hija María de Sicilia y sólo cuatro años después su hijo, Pedro IV, con la principal misión de invalidar el tratado de Caltabellotta que preveía el retorno del reino de Sicilia a la casa de Anjou. Pero fue una persona de carácter débil y pusilánime y con tendencia a ceder ante las presiones externas. Así pues, la subida al trono del nuevo soberano cambió profundamente la balanza del poder feudal en el reino, a favor de los Chiaromonte, Palizzi y demás, y en profundo detrimento del conde Francesco I de Ventimiglia, que cautelosamente prefirió retirarse a sus dominios.

Un més más tarde, el 9 de agosto de 1337 Pedro II de Sicilia convocó un parlamento en Catania.[33]​ Francesco sospechó que tras la convocatoria se ocultaba una emboscada urdida por sus rivales, ahora muy próximos al nuevo monarca. Como el Parlamento fue convocado por el mismo rey, el conde de Geraci no podía faltar a la cita sin incurrir en grave desacato, así que envió una delegación comandada por su propio hijo, Francischello, ya por entonces conde de Collesano, pero fue atacada y detenida por los Palizzi, familia rival próxima a los Chiaromonte. Sometidos a tortura los miembros de la comitiva, el secretario Ribaldo Rosso se avino a confesar que su señor tramaba un plan contra el rey, lo que hizo que recayese inmediatamente una real condena a muerte por decapitación (trato habitual por aquella época para los que sublevaban contra su rey), recogida en la magna regia curia reunida en Nicosia el 30 de diciembre de 1337.[34]​ Además dicha orden llevaba implicita la incautación[35]​ de todos sus bienes, así como el exilio de su heredero, Emanuel de Ventimiglia, inhabilitado ya para cualquier tipo de sucesión. Era el final de la casa de Ventimiglia.

El conde Francesco I de Ventimiglia se hizo fuerte en sus dominios, pero las poderosas tropas del rey Pedro II conquistaron rápidamente sus posiciones. Finalmente, el conde se refugió en el castillo de Geraci, la Roca, como último recurso y confiando tanto en el carácter inexpugnable de la centenaria fortaleza como en la lealtad de su pueblo. En pleno asedio, el conde salió de la fortaleza en su caballo armado de una maza de hierro, como símbolo de su poder baronal,[36]​ en un intento de calmar la situación. Cuando quiso regresar al castillo encontró la puerta cerrada, no logrando que le abrieran. La puerta que le cerraron al conde y más tarde abrieron a los asediantes fue llamada desde entonces porta baciamano (puerta besamanos), porque la población de Geraci se arrodilló ante el rey a su paso y le besaron la mano, en señal de sumisión y respeto.[37]

Cuenta la historia que su caballo se precipitó desde un acantilado de la roca, desde un punto del hoy conocido como callejón mandolilla.

Según algunos historiadores, el conde estaba ya muerto cuando dieron con él Francesco Valguanera y sus compañeros, que se apresuraron a quitarle la armadura, tanto para apropiársela como para herir su cuerpo desnudo con lanzas y otras armas y así poder demostrar más tarde ante el soberano que le habían dado muerte ellos mismos y con sus propias manos. El cuerpo sin vida del conde fue horriblemente mutilado. Algunos soldados le cortaron trozos para después exhibirlos públicamente, como las manos y la cabeza. El mismo Valguanera, en un innoble acto propio de quién no pudo con él en vida, ató sus despojos a la cola del caballo y lo arrastró por las calles de Geraci. Solo el mílite Ruggero Passaneto,[38]​ el mismo que había secuestrado y seguía reteniendo en cautividad a la comitiva de Francischello, el hijo del conde, se apiadó de él y, recogiendo sus despojos, los sepultó en la iglesia de San Bartolomeo, fuera de los muros de Geraci.[39]

Cuando el propio soberano comunicó oficialmente los hechos, prefirió no mencionar lo ocurrido: dijo que el conde, en su intento de fuga, fue muerto y robado por varios desconocidos.[40]​ Estos hechos ocurrieron el 3 de febrero de 1338. El pueblo de Geraci recordó esta dolorosa página de su historia con los versos: “Casteddu di Jraci maliditu - rocca vistuta di sangu e di luttu”.

Los bienes del conde fueron repartidos entre sus vencedores: el condado de Geraci fue para su esposa la reina Elisabetta[41]​ y para Matteo Palizzi.[42]​ El condado de Collesano fue para Damiano Palizzi. Por último, el inmenso tesoro confiscado fue distribuido entre los familiares y amigos del rey.

No obstante, el conde en su último testamento del 22 de agosto de 1337 que deslegitimiza los anteriores, excepción hecha sobre el codicilo del 24 de agosto de 1336, asignó a sus hijos menores algunos bienes feudales.[43]​ En este nuevo testamento las disposiciones favorecían a cuatro de los hijos legítimos y posiblemente esta nueva revisión testamentaria se viese motivada por la reciente adquisición del riquísimo feudo de Collesano. Así, a su hijo primogénito Emanuel de Ventimiglia le correspondió el condado de Geraci, del cual formaban parte también las tierras y castillos de las dos Petralias, Superior e Inferior, Gangi, Santo Mauro, Tusa, Castelbuono, Castelluccio y el feudo de Bellici y Fisaula. Al segundogénito Francesco II de Ventimiglia, el condado de Collesano, con las tierras y castillos de Gratteri y Caronia, además del castillo de Sant Angelo Bonvicino. A Ruggero todos los bienes feudales poseídos por la familia Ventimiglia en Lombardia (Italia septentrional). Finalmente, a Alberto las tierras de Sperlinga y el feudo Barcuni.

En 1315 casó en primeras nupcias con Costanza Chiaromonte, hija de Manfredo I di Chiaromonte, potente familia feudal del reino de Sicilia, de la que tuvo varias hijas. Por falta de descendencia masculina fue repudiada en 1325.[44]
Casó en segundas nupcias con Margherita Consolo,[45]​ condesa de Mistretta, de la que tuvo la siguiente descendencia:[46]

Hijos naturales:[61]




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