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Francisco Ibáñez (historietista)



Francisco Ibáñez Talavera (Barcelona, 15 de marzo de 1936) es un historietista español, perteneciente a la segunda generación o generación del 57 de la Escuela Bruguera, junto a autores como Figueras, Gin, Nadal, Raf, Segura o Martz Schmidt.[1][2]​ Creador de multitud de series humorísticas, entre las que destaca Mortadelo y Filemón, muchas de ellas se perciben en España como un icono esencial de varias generaciones y muchos otros dibujantes de cómic posteriores reconocen su gran influencia.[3][4]

Desde 1990 solo hace aventuras de Mortadelo y Filemón.

Francisco Ibáñez Talavera nació en Barcelona el 15 de marzo de 1936, cuatro meses antes de que estallara la guerra civil española, en el seno de una familia de clase media baja, compuesta por el padre, de origen valenciano y contable de profesión; la madre, de origen andaluz, y tres hermanos.[5]​ Desde muy pequeño, desarrolló una gran afición por los tebeos y el cine cómico estadounidense.[6]​ En octubre de 1947, con once años, se publicó su primer dibujo en la revista Chicos.[3]

Tras finalizar la enseñanza primaria en las Escuelas Guimerá, Ibáñez empezó a estudiar Contabilidad, Banca y Peritaje Mercantil y en 1950 entró a trabajar como botones en el Banco Español de Crédito,[7]​ labor esta que dos años después empezó a compaginar con colaboraciones en las revistas Nicolás, Chicolino, La hora del recreo, Alex, Liliput, El Barbas y sobre todo en las dos cabeceras humorísticas de la Editorial Marco: La Risa e Hipo, Monito y Fifí.[8][9]​ En ellas creó portadas y series como Kokolo (1952), Melenas (1954), Don Usura (1955) y Haciendo el indio (1955), la primera de cierto éxito del autor, al ser reproducida también en el suplemento semanal de La Prensa de Barcelona.[10]​ Destacaba además entre todos los autores de la editorial por una violencia que anticipaba la de sus futuras creaciones.[11]

En el verano de 1957, Ibáñez, que ganaba ya más como dibujante que como ayudante de cartera y riesgos en la banca,[12]​ decidió dedicarse por completo a la historieta y, además de seguir colaborando con las publicaciones de la Editorial Marco, entró a formar parte de la plantilla de Paseo infantil, que desapareció al poco tiempo y donde creó series como Pepe Roña y continuó la serie Loony de Alfons Figueras.[3]

Simultáneamente, Ibáñez empezó en agosto a colaborar con la potente Bruguera, que entonces necesitaba imperiosamente nuevos dibujantes tras la marcha de sus principales artistas a Tío Vivo.[13]​ En Bruguera Ibáñez aportó inicialmente páginas de chistes sobre un tema determinado o un deporte para Pulgarcito y las centrales de El DDT y Selecciones de Humor de El DDT, ya que como explicaba Armando Matías Guiu, "el chiste era el primer paso para conseguir un personaje de las revistas".[14]

El 20 de enero de 1958, trabajando ya en exclusiva para Bruguera,[15]​ y tras la aprobación del director artístico de la misma, Rafael González,[16]​ Ibáñez publicó la primera entrega de Mortadelo y Filemón en la revista Pulgarcito. Desde entonces y durante la década de los años 1960, Ibáñez fue creando y adaptando algunos de sus mejores series para diferentes revistas de la editorial: La familia Trapisonda (Pulgarcito, 7/07/1958), la originalísima 13, Rue del Percebe (Tío Vivo, 6/03/1961), El botones Sacarino (El DDT, 1963), Rompetechos (Tío Vivo, 1964) y Pepe Gotera y Otilio (Tío Vivo, 1966).

Influido por el cómic franco-belga, Ibáñez publicó en 1969 El sulfato atómico, la primera historieta de Mortadelo y Filemón concebida como parodia del mundo de los espías y de larga extensión. El nuevo modelo triunfó tanto a nivel nacional como internacional y Bruguera lo explotó sacando cabeceras como Mortadelo (1970), Super Mortadelo (1972), Mortadelo Gigante (1974) o Mortadelo Especial (1975), a veces sin respetar sus derechos laborales.[17]​ El recrudecimiento de la censura también contribuyó al abandono de los referentes sociales locales.[18]

Ibáñez, que en el terreno personal se convierte en esos años en padre de dos hijas,[19]​ sufrió entonces la mercantilización e industrialización progresiva de sus personajes estrella, que le obligaba a trabajar a destajo (hasta 40 páginas semanales),[20]​ abandonar sus otros personajes y recurrir a colaboradores.[21]​ El teórico Jesús Cuadrado lo resumió así:

En esta época, solo un personaje nuevo logró sus propias historietas: Tete Cohete (1981).[23]

En 1985 Ibáñez abandonó la editorial Bruguera, que se había quedado con los derechos de sus personajes, por lo que todas las historietas protagonizadas por los mismos (y no solo parte) empezaron a ser desarrolladas completamente por otros autores, integrados en lo que se denominó Bruguera Equip.[24]​ Mientras tanto, Ibáñez comenzó a trabajar para otra editorial, Grijalbo, donde en 1986 creó nuevos personajes para la revista Guai!: así nacieron Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo y 7, Rebolling Street.

Tras la publicación en 1987 de la Ley 22/1987, de 11 de noviembre, de Propiedad intelectual, que confirmaba la propiedad de las obras por parte de los autores, Ibáñez entró a formar parte de Ediciones B y desde entonces realiza 6 nuevos álbumes de Mortadelo y Filemón por año donde aparecen abundantes elementos de la actualidad y de las modas del momento en que los creó.

En 1994 ayudó junto a un equipo de Ediciones B y de la BRB Internacional a realizar la serie de animación Mortadelo y Filemón.

En 2018 recibió un homenaje de humoristas españoles reconociendo su figura[25]

Se define como un gran defensor del cómic como arte, habiendo vendido más de 100 millones de ejemplares.[26]

En 2020 La 2 le dedica un programa de su serie "Imprescindibles"[27]

En 2021 lanzó 'Misión por España', teniendo como protagonistas a los personajes de Mortadelo y Filemón, con motivo del número 208 de la colección 'Magos del humor'.[3]

El 27 de mayo de 1966 se casó con Remedios Solera Sánchez[28]​ y tuvieron dos hijas: Sonia (n. 1971) y Nuria (n. 1972).[29]​ También tiene nietos.

Tanto Vázquez como Ibáñez se caracterizan por presentar una sucesión continua de gags desde el principio hasta el final de la historia,[1]​ de tal manera que en una viñeta se prepara el gag que se va a producir en la otra.[14]​ Como continúa explicando Armando Matías Guiu

Configuran así un tipo de humor mucho más directo y explosivo, más propenso a la carcajada, que el de sus predecesores, como Peñarroya o Escobar.[30]

El propio Ibáñez se ha caricaturizado numerosas veces en sus historietas, llegando a ser un personaje más e incluso el principal en algunas. Se presenta en estas ocasiones como un individuo engreído que cobra muchos millones por dibujar y también (esto se acerca más a la realidad) que trabaja mucho, aunque sus propios personajes hacen burla de su capacidad para dibujar bien. También era habitual en sus tiempos en la Editorial Bruguera que, en números especiales, la redacción fuera caricaturizada y los trabajadores y dibujantes más conocidos ejercieran de personajes en una trama historietística.

A lo largo de su dilatada carrera, Ibáñez ha dibujado las siguientes series:

(18/09/2019 al 12/01/2020), en el Museu del Còmic de Sant Cugat del Vallès 



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