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Fulcanelli



Fulcanelli es el seudónimo de un autor desconocido de libros de alquimia del siglo XX. Se han lanzado diversas especulaciones sobre la personalidad o grupo que se oculta bajo el seudónimo.

Es mucho lo que se ha escrito sobre la vida de este personaje, pero la mayor parte de sus biografías están basadas en testimonios inciertos, pues al parecer ocultaba expresamente toda información sobre su persona, propiciando la circulación de infinidad de rumores. Algunos han especulado sobre su posible nacimiento en 1877 en Villiers-le-Bel (Francia) y su muerte en la pobreza en París el año 1932.

Fulcanelli se movió hasta los años veinte del siglo pasado por Francia y ocasionalmente por España: País Vasco, Sevilla y Barcelona. Para algunos era un personaje de vasta erudición con importantes contactos y relaciones con círculos selectos e influyentes, como Eugène Emmanuel Viollet-le-Duc, arquitecto y restaurador de catedrales góticas francesas, con quién compartió su admiración y estudio por el arte gótico, lo que le permitió interpretar con éxito el papel que la alquimia juega en las esculturas que adornan estas construcciones, muy especialmente las impresionantes representaciones en las gigantescas catedrales góticas (relieves, portadas, escultura, suelo, vidrieras).

La identidad de Fulcanelli, está por dilucidar. Incluso podría ser un seudónimo de un colectivo de alquimistas. El nombre de Fulcanelli parece estar relacionado mediante la cábala fonética con Vulcano-Hélios o bien con Vulcano-Hellé .

Con la escasa información y los comentarios de su discípulo y albacea Eugène Canseliet, diversos autores han adelantado varias hipótesis sobre su identidad:

Jacques Bergier menciona en su libro "El retorno de los brujos" que Fulcanelli y otro alquimista se dedicaron a visitar a los más conocidos físicos nucleares entre las dos Guerras Mundiales. Ambos describieron somera pero muy gráficamente en qué consistía un reactor nuclear y advirtieron de los peligros de las sustancias subproductos de las reacciones. Esto pasó sin mayores atenciones respecto de los científicos hasta que Fermi logró la primera reacción en cadena. Alguno de los visitados recordó, entonces, la conversación mantenida con alguno de los dos supuestos alquimistas y comunicó la historia a los servicios de inteligencia correspondientes. Inmediatamente los servicios aliados comenzaron la búsqueda de ambos personajes. Fulcanelli fue imposible de encontrar, mientras que la otra persona resultó fusilada en el norte de África por ser colaboradora de los alemanes. Es muy difícil hallar pruebas de tales cosas, más allá del texto del libro antecitado. Jacques Bergier fue ayudante del físico francés Louis de Broglie y formó parte de la inteligencia de los Aliados.

Si esto es cierto, es improbable que Fulcanelli fuera un científico conocido, pues hubiera sido reconocido por algún colega.

A partir de la búsqueda de estos dos personajes y del comienzo de la carrera hacia la construcción de una bomba nuclear los servicios de inteligencia compraron cualquier libro de alquimia que se pusiera a su alcance. No hay comprobación oficial a nivel público de estos relatos, pero tampoco ninguna desmentida conocida.

Por otra parte, en el capítulo "Química y Filosofía" de su libro Las Moradas Filosofales Fulcanelli escribe: "Los viejos alquimistas, que poseían de fuente tradicional más conocimientos de los que estamos dispuestos a reconocerles, aseguraban que el Sol es un astro frío y que sus rayos son oscuros. Nada parece más paradójico ni más contrario a la apariencia y, sin embargo, nada es más verdadero. Algunos instantes de reflexión serena permiten convencerse de ello. De hecho, si el Sol fuera una especie de globo de fuego, como se nos enseña en la escuela, bastaría acercarse por poco que fuera para experimentar el efecto de un calor creciente. Y lo que sucede es justo lo contrario, pues las altas montañas permanecen coronadas de nieve pese a los ardores del Verano. En las regiones elevadas de la atmósfera, cuando el astro rey pasa por el cenit, el globo de los aeróstatos se cubre de escarcha y sus ateridos pasajeros padecen un frío muy intenso. Así, la experiencia demuestra que la temperatura desciende a medida que aumenta la altura. La misma luz se nos hace sensible cuando nos encontramos situados en el campo de su irradiación. En cuanto nos situamos fuera del haz radiante, su acción cesa para nuestros ojos. Es un fenómeno bien conocido por un observador u accidentado que contempla el cielo desde el fondo de un pozo al mediodía ve, sin embargo, el firmamento nocturno y constelado". Esta afirmación ha hecho que se pueda dudar de que fuese un científico.

Fue autor de dos obras cumbres de la alquimia:

Para algunos pudo haber muerto en un desván de la calle Rochechouart de París sin terminar el tercero y último libro que iba a ser el colofón de su obra: Finis Gloriae Mundi, título inspirado en una pintura del pintor sevillano Juan de Valdés Leal que en la actualidad está colgada en la iglesia sevillana del Hospital de la Caridad. En ese libro se completaría la revelación del misterio alquímico o verbum dimissum (La palabra perdida) dando respuesta a los miles de años de búsqueda de los alquimistas.

En el año 2001 apareció en francés un texto con el título de Finis Gloriae Mundi como si fuese el texto que en su momento no se publicó. Para la mayoría de los estudiosos es un texto apócrifo ya que dicha obra relata sucesos que acontecen tras la segunda guerra mundial, fecha para la cual se supone al autor ya fallecido. No obstante, otros estudiosos del tema entienden que el elixir de larga vida no es en modo alguno una quimera de la alquimia, sino una de las pruebas de la consecución de la piedra filosofal. El autor de la versión revisada del Finis Gloriae Mundi afirma en la nueva publicación: "No es costumbre que un adepto vuelva a coger la pluma después de haber franqueado la transmutación (...) abandonemos el manto de silencio con el que se cubre quien pasa por las ascuas del fénix", sugiriendo precisamente esto. El problema de entender a Fulcanelli es que escribe con qualia, y solo el que vive la alquimia en carne propia puede entender.

En el mediometraje El enigma Fulcanelli. de 2013, Kaiser, un investigador, es contratado para encontrar a Carlos Flamel, escritor desaparecido en extrañas circunstancias, poco antes de entregar a su editor su última novela, sobre el maestro alquimista Fulcanelli.[1]

En el prólogo de Cronos (1993), primer largometraje de Guillermo del Toro, un narrador afirma que "en 1536, huyendo de la inquisición, el alquimista Uberto Fulcanelli, desembarcó en el puerto de Veracruz, México." Fulcanelli fue nombrado relojero oficial del virrey de Mendoza y se dedicó a perfeccionar un ingenioso aparato mecánico que prometía ser la fuente de la vida eterna. El misterioso alquimista aparece moribundo 400 años más tarde, víctima del derrumbe de la bóveda de un edificio y el artefacto desaparece hasta que es encontrado en 1997 por el anticuario Juan Gris, personaje protagonista de la película.



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