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Geisslerlieder



En la música medieval los Geisslerlieder o canciones de flagelantes eran las canciones de las bandas errantes de flagelantes, que cubrieron la Europa medieval durante dos períodos de histeria colectiva: el primero de ellos tuvo lugar a mediados del siglo XIII, y el segundo durante la Peste Negra en 1349. El ascetismo ve en la mortificación un camino para superar las tentaciones de la carne y obtener méritos en vida para la redención de la culpa por los pecados.[1][2]

La música era sencilla, cantada en la lengua vernácula, a menudo consistente en llamada y respuesta, y estrechamente relacionada con la canción popular. De hecho, algunas de las canciones de flagelantes sobrevivieron hasta el siglo XVII como canciones populares en los territorios católicos de Europa central. Musicalmente el Geisslerlied estaba relacionado con los Laude spirituale que eran canciones sin acompañamiento, es decir, que tenían el acompañamiento instrumental específicamente prohibido.[1][2]​ Los textos por lo general estaban organizados en estrofas de cuatro versos que rimaban por pares, dando lugar al esquema AABB.[3]

El primer período de Geisslerlied comenzó en 1258 en respuesta a la ruptura del orden civil en el norte de Italia. El estado de guerra permanente, el hambre y una aparente relajación del orden moral en la vida contemporánea dio lugar a un movimiento de flagelación pública acompañada de canto. Los penitentes imploraban la ayuda de Dios para aliviar sus sufrimientos, pero nunca llegaron a formar una secta específica ni trataron de comenzar una revolución social. Inicialmente los flagelantes eran miembros de las clases sociales de nobles y comerciantes, pero a medida que el movimiento se extendió fuera de Italia, las clases sociales más bajas empezaron a participar.[1]

Del primer período de actividad sólo ha sobrevivido una canción, aunque muchas de las letras que cantaban se han conservado. Por lo general los textos abordan temas de imploración, penitenciales y apocalípticos.

La Peste Negra fue uno de los acontecimientos más traumáticos de la historia europea. La nueva desesperación de la gente condujo otra vez a una esperanza en la intervención divina para poner fin a sus sufrimientos. Ello provocó el retorno de los flagelantes y los Geisslerlieder.[2]

A diferencia de lo ocurrido en el primer brote, se ha conservado gran parte de la música. Hugo Spechtshart, un sacerdote de Reutlingen, que además era músico, quedó impresionado por la actividad de la que fue testigo y se dedicó a transcribir exactamente lo que había oído del canto de los flagelantes. De hecho, su obra constituye uno de los ejemplos más antiguos de colecciones de canción popular. En la obra Cronica Hugonis sacerdotis de Rutelinga de 1349, recogió una crónica de lo que escuchó y el contenido se corresponde estrechamente con la descripción de la música perdida de un centenar de años antes. Son canciones sencillas monódicas de verso y estribillo, con un verso que canta un solista y el estribillo cantado al unísono por el grupo de flagelantes. De las transcripciones de Hugo Spechtshart es particularmente interesante su notación de la variación entre los versos sucesivos cantados por el solista, lo cual es un procedimiento común en la canción popular.[1][2][3]

Este segundo brote de flagelantes, con sus incesantes y repetitivos Geisslerlieder alcanzó una difusión mucho más amplia que el primer brote, llegando a Inglaterra, Polonia y Escandinavia. Probablemente atrajo a un mayor número de participantes, aunque no duró tanto tiempo. La mayoría de los registros lo sitúan alrededor de 1349.

Finalmente los Geisslerlieder fueron suprimidos por la Iglesia. Surgieron rápidamente parodias del movimiento. Por ejemplo en Suiza en 1350 se conserva una descripción de un grupo de Geisslerlieder que cantaba nuevas letras, como una canción obscena sobre la bebida. No se sabe si estos flagelantes bebedores se azotaban.[1]

En la película Monty Python and the Holy Grail de 1975 se puede ver una parodia de un Geisslerlied en una escena donde un grupo de monjes canta Pie Jesu, mientras se golpeaban a sí mismos con tablas.[4]



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