Los géneros literarios son los distintos grupos o categorías en que podemos clasificar las obras literarias atendiendo a su contenido y estructura. La retórica los ha clasificado en tres grupos importantes: narrativo, lírico y dramático, a los que se añade con frecuencia el género didáctico, convirtiéndose en un punto de referencia para el análisis de la literatura. Así mismo, los géneros literarios son modelos de estructuración formal y temática que le permiten establecer un esquema previo a la creación de su obra.
La clasificación de las obras literarias en géneros y subgéneros se atiene a criterios semánticos, sintácticos, fonológicos, discursivos, formales, contextuales, situacionales y afines. En la historia, ha habido varias clasificaciones de los géneros literarios, por lo que no se puede determinar una categorización de todas las obras siguiendo un criterio común.
El género literario está compuesto de diferentes grupos que permiten clasificar los textos literarios dependiendo de su contenido específico. Los tres grupos del género literario más importantes son: narrativo, el poema y el teatro.
La clasificación de los géneros literarios se inicia con Aristóteles, quien en su obra La Poética distingue los siguientes:
Cada uno de estos géneros vendría definido por un modo de expresión y un estilo propio que debía adecuarse a su finalidad estética. Cualquiera de ellos puede expresarse en verso o en prosa.
Los cuatro grandes géneros literarios bajo la visión moderna (narrativa, lírica, dramática y didáctica) comprenden cada uno de ellos una variedad de subgéneros, en algunos textos definidos como «formas literarias». Fundamentalmente son:
Son las distintas variedades del drama u obra de teatro, constituida por diálogos entre personajes y con un cierto orden.
Actualmente también se consideran formas literarias aquellas que son didácticas como:
En la actualidad es difícil hablar de género, especialmente con respecto a la producción de obras después del modernismo, debido a que no existen características formales para determinar qué obras pertenecen a determinado género. Por ejemplo, la novela, tras una cierta evolución a finales del siglo XIX que culmina en Gustave Flaubert, se ha convertido en el siglo XX y comienzos del XXI en la forma literaria por excelencia, a la que se acogen más propuestas diferentes de escritura. El término novela sirve ahora de nombre a un corpus de obras de cierta extensión, en las que se pueden alojar varios discursos y en las que no es necesaria ni la unidad ni la coherencia en la acción fijadas por el canon aristotélico. Entre estas obras, son frecuentes las que hacen uso de la polifonía, presentando distintas voces narrativas, y las que tratan distintas temáticas u ofrecen distintos bloques argumentales en la misma obra. Desde luego, ya no existe un elemento formal común que las agrupe.
El tratamiento de la novela como género escrito solo vino después de 1934, cuando Mijaíl Bajtín diferenció la novela de la prosa novelesca y la poesía lírica. Los antecedentes de esta discusión de los anteriores críticos es que ellos no habían encontrado en la novela la misma forma-estilística de la poesía y, por consiguiente, se le había negado cualquier significación artística, para solo tratarla como un documento. A partir de los años veinte, se había planteado estudiar la prosa novelesca y definirla por su especifidad. De acuerdo con Bajtín, fue un error de los críticos de los años veinte el de calcar los análisis de los géneros poéticos para ser un estudio monoestilístico. Rechazando así a la estilística el estatus de estudio de la novela por solo reducirse a las destrezas individuales y del artista, y dejando al lado las evidencias del habla de las ciudades, de los registros sociales, de las generaciones y las épocas (Francisco Abad, "Bajtín ante la lengua literaria").
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