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Genocidio del Putumayo



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El genocidio del Putumayo es el término utilizado para referirse a los años de abusos, esclavitud forzada, masacres y etnocidio contra las poblaciones amerindias de la amazonia, específicamente en la zona entre el río Putumayo y el río Caquetá durante la época de 1879 a 1912 en plena fiebre del caucho.[2][3][4]

Con el poder del gobierno peruano cedido a la Peruvian Amazon Company la potestad de representarlo en los territorios amazónicos al norte de Loreto, el fundador Julio César Arana comenzó una política de pago por control de tierras, las huestes privadas de Aranda—traídos de Barbados[5]​ la cual consistía en obligar al amerindio a trabajar para él a cambio de «favores y protección», el local no podía negarse porque terminaba siendo raptado por mercenarios pagado por la compañía, ya dentro de la empresa los amerindios eran sometidos a proceso de aislamientos en zonas remotas para recolectar caucho en condiciones inhumanas y si no cumplía con la cantidad requerida eran castigados hasta la muerte o eran desaparecidos por los castigadores en los llamados campos lejanos donde se aniquilaría al 90% de las poblaciones amazónicas.[6][7][8]

En 1909, el ingeniero estadounidense Walter Hardenburg público Putumayo: The Devil’s Paradise donde denunciaba los hechos que venían ocurriendo con la explotación del caucho en territorios colombiano y peruano.[9][10]

En 1906 fue denunciado por el irlandés Roger Casement ante los gobiernos occidentales sobre los excesos cometidos por Arana público en 1912 el Libro Azul Británico. Informe y otras cartas sobre las atrocidades en el Putumayo denunciando la muerte hasta la fecha de por lo menos 40.000 personas, obteniendo solo un juicio por «maltrato laboral» hacia la Peruvian Amazon Company, al final en 1913 se daría una orden para cerrar dicha empresa; sin lograr obtener un juicio por crímenes de lesa humanidad contra Arana, el cual era la principal meta de Casement.[11][12]

En 1933 los gobiernos de la República Peruana y Colombia firmaron el Tratado Salomón-Lozano en donde el primero cedía la zona entre el Putumayo y el Caquetá al segundo, a raíz de esto la Peruvian Amazon Company desplazaron forzosamente a varios amerindios hacia las zonas del río Napo y el río Amazonas para no competir con las empresas colombianas de caucho, a pesar de esto la compañía seguía administrando varias sucursales en Puerto Arica, La Chorrera, La Victoria entre otros. En este proceso disminuyeron los reportes de masacres realizadas por caucheros.[13]

Posterior a la guerra colombo-peruana de 1933 durante la colombianización de las regiones del Putumayo y Caquetá se reportaron nuevos sucesos de torturas cometidas por las autoridades del gobierno colombiano para asimilar a las poblaciones que se resistía a cambiar de nacionalidad provocando un éxodo de amerindios y mestizos al Perú. Colombia en 1969 pagó una indemnización de 200 mil dólares, a la Casa Arana, pero no reparó material ni moralmente a las víctimas del genocidio. La Casa Arana es un lugar de la memoria del genocidio del Putumayo contra las comunidades amazónicas.[14]

En 2012 el presidente Juan Manuel Santos, pidió perdón a las comunidades amazónicas por los hechos ocurridos durante esos años.[15]



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