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Gobierno central



El Gobierno (del griego: κυβερνέιν kybernéin 'pilotar un barco' también 'dirigir, gobernar') es el principal pilar del Estado; la autoridad que dirige, controla y administra sus instituciones, la cual consiste en la conducción política general o ejercicio del poder ejecutivo del Estado. En ese sentido, habitualmente se entiende por tal órgano (que puede estar formado por un presidente o primer ministro y un número variable de ministros) al que la Constitución o la norma fundamental de un Estado atribuye la función o poder ejecutivo, y que ejerce el poder político sobre una sociedad. También puede ser el órgano que dirige cualquier comunidad política.[1]​ Más estrechamente "Gobierno" significa el conjunto de los ministros, es decir, es sinónimo de "gabinete". Son las definiciones formales de lo que tangiblemente es un Gobierno; pero sustancial e intangiblemente el gobierno de un Estado comprende el conjunto de intereses vitales que ejercita y defiende a través de los objetivos nacionales permanentes, estos son las pautas o normas de conducta inalterables en el arte de gobernar, como la vigencia de la integridad territorial, o la división del poder en tres ramas, para lo cual por periodos que varían entre cuatro y seis años generalmente, se identifican cuales objetivos nacionales actuales, conducen a la vigencia de los intereses vitales, cualquiera que sea la orientación ideológica y filosófica del gobernante de turno.

En términos amplios, el Gobierno es el conjunto de instituciones, estructuras administrativas y autoridades que ejercen las diversas actividades estatales, denominadas comúnmente poderes del Estado (funciones del Estado). El Gobierno, en sentido propio, tiende a identificarse con la actividad política y más en particular con el poder ejecutivo.

El Gobierno no es lo mismo que el Estado, está vinculado a este por el elemento poder. El Gobierno pasa, cambia y se transforma, mientras que el Estado permanece, aunque históricamente puede experimentar algunas transformaciones en algunos aspectos. En ese sentido, el Gobierno es el conjunto de los órganos directores de un Estado a través del cual se expresa el poder estatal, por medio del orden jurídico. Puede ser analizado desde tres puntos de vista: según sus actores, como un conjunto de funciones, o por sus instituciones.

A diferencias de las ONG, el Gobierno recauda aportes obligatorios de todos los miembros del Estado, usualmente monetarios y en ocasiones en forma de servicio personal obligado, para construir infraestructura y servicios públicos.

Los expertos en ciencias políticas clasifican las diferentes clases de Gobierno de diversas maneras. A este respecto, la Encyclopædia Britannica explica: “Existe la distinción clásica entre Gobiernos según la cantidad de gobernantes: el que es ejercido por un solo hombre (monarquía o tiranía), por una minoría (aristocracia u oligarquía), o por la mayoría (democracia)”.[cita requerida]

A veces los Gobiernos se clasifican según sus instituciones más importantes (parlamentarismo, Gobierno de un gabinete), según sus principios básicos de autoridad política (tradicional, carismático), según su estructura económica, o según su uso o abuso del poder. “Aunque ninguno de estos principios de análisis abarca todo aspecto —comenta esta obra de referencia—, cada uno tiene cierta validez.”[cita requerida]

Históricamente, los primeros Gobiernos surgieron en sociedades con economías más complejas en los que existían excedentes económicos para coordinar el pleno aprovechamiento de los recursos humanos, naturales, instalaciones y herramientas. En la mayor parte de sociedades los Gobiernos sostienen buscar el máximo de beneficio social, aunque en algunos estados oligárquicos explícitamente el Gobierno decía defender los intereses de algún grupo social. Dentro de las instituciones de Gobierno, destaca el poder ejecutivo como coordinador principal del Gobierno (en ocasiones incluso se confunde el término Gobierno con el mismo "poder ejecutivo"). Junto a este poder, se considera que el poder legislativo también es parte del Gobierno como generador de leyes y el poder judicial como árbitro entre conflictos entre diferentes agentes, que trata de asegurar el cumplimiento de las leyes.

Los criterios de clasificación actuales se atienen más al contenido que a la forma, se trata de separar los Gobiernos no por el número de gobernantes, sino por la forma cómo se ejerce el poder o según la distribución de las competencias entre el individuo y el Estado, según el modo como se toman en consideración los gobernantes los derechos individuales (libertad de opinión, de prensa, de reunión, de pensamiento, de creación, de partidos políticos, de enseñanza).

Una autocracia (del griego «autokrateia») es un sistema de gobierno que concentra el poder en una sola figura (a veces divinizada) cuyas acciones y decisiones no están sujetas ni a restricciones legales externas, ni a mecanismos regulativos de control popular (excepto quizás por la amenaza implícita de un golpe de Estado o de una insurrección en masa).

Los sistemas democráticos incluyen la participación de la población general en la toma de decisiones. Esta participación puede ser más notoria como en la democracia directa o más remota como sucede en la democracia representativa. En los estados modernos con millones de personas, se dan formas básicamente formas de democracia representativa, con la posibilidad de referenda y plebiscitos sobre cuestiones particulares, que usualmente obligan al gobierno a decidir entre dos o más alternativas según el voto mayoritario de la población.

Históricamente las democracias han tenido mayor apoyo de la población que los regímenes no democráticos, por esa razón muchos sistemas autoritarios e incluso totalitarios han llegado a referirse a sí mismos como democracias, democracias populares o democracias orgánicas, cuando en realidad dichos regímenes no serían considerados propiamente democráticos por muchos analistas.

De acuerdo con el reconocido filósofo catedrático Ismael Iván Santaella Solorio y en conjunto con catedráticos. La base es el reconocimiento a la eminente dignidad humana, basando la organización estatal en el objeto de fomentar las múltiples posibilidades que derivan de dicha persona. La forma de Gobierno se basa en el predominio de la mayoría, pero con respeto a las minorías. Lo que conduce al pluripartidismo. En cuanto al funcionamiento se señala:

El Gobierno directo es aquel en el cual el pueblo ejerce directamente las funciones de Gobierno, actúa realizando actos de Gobierno sin representantes. Este régimen no existe actualmente y puede afirmarse que nunca se realizó, en Estado alguno. Solo ha sido posible en pequeñas circunscripciones (Municipios, Cantones suizos.).

Se ha dicho que en Grecia se practicó Democracia directa; lo que no es exacto, pues si bien el pueblo se reunía en el Ágora para discutir y resolver las cuestiones de Gobierno, era en realidad una aristocracia ya que estaban excluidos los extranjeros, esclavos y mujeres. En la época moderna todos los autores citan como ejemplo de Gobierno directo los cantones suizos. Pero en realidad esas reuniones eran esporádicas y en ellas se limitaban a votar por sí o por no a los proyectos sometidos a su consideración. El Gobierno directo es una forma teórica y actualmente imposible de practicar, por el aumento de población de los Estados y la complejidad de la tarea gubernativa, cada vez más técnica.

El Gobierno representativo es aquel en el cual las funciones de Gobierno son realizadas por los representantes del pueblo. Actualmente la casi totalidad de los regímenes de Gobierno son representativos. Los gobernantes son considerados “representantes” de la ciudadanía y son ungidos en su calidad de tales mediante el sufragio. Este es el único contrato del elegido con el elector; el pueblo solamente tiene derecho de elección, la relación de representación se desarrolla a través del partido político. El representante no puede ser revocado, porque sus electores no tienen ningún contrato después del voto, salvo a través del partido político. Teóricamente el votante se inclina por un partido político por adhesión al programa de Gobierno que este propugna y vota por los candidatos de ese partido. Por esa razón el representante debiera cumplir con el programa y las autoridades del partido controlar su actuación.

El régimen semi-representativo es aquel que participa de ambos sistemas; el Gobierno se realiza indirectamente por medio de representantes, pero el pueblo realiza directamente algunos actos de Gobierno, es decir que no limita su intervención al sufragio, sino que a veces utiliza formas de Gobierno directo: plebiscitos, referendos, iniciativa popular..

Los sistemas de gobierno totalitarios se basan frecuentemente en el transpersonalismo; el Estado regula según el criterio exclusivo de la clase gobernante, con poco o ningún contrapeso de otras clases, ni limitaciones asociadas a ciertos derechos civiles. En esos sistemas el Estado y la clase que lo dirige puede imponer sus ideas, criterios y doctrinas sin contrapeso de otras instituciones o grupos sociales. En los sistemas totalitarios todas las competencias residen en el Estado; este orienta los individuos de tal manera que se hace necesario que sean suprimidos o minimizados los derechos individuales.

El Estado totalitario no se caracteriza porque en él no se votó o porque no se cuente con el apoyo de la mayoría; se caracteriza porque en él no hay auténtica libertad de opinión. Las libertades individuales son absorbidas por el Estado, y se ejercitan solo según el interés y el fin de la clase dirigente. Sin embargo, formalmente la organización gubernativa totalitaria frecuentemente es muy similar a la organización de los sistemas democráticos, aunque esa similitud difiere en algo fundamental, los sistemas totalitarios excluyen contrapesos, participación o representación efectiva de la población general. Aun así los sistemas totalitarios modernos nominalmente se han basado en normas, leyes y reglas escritas, según la noción de un Estado de derecho, si bien la potestad de cambiar arbitrariamente las normas deja sin efecto las garantías que dicho estado de derecho proporciona en las democracias.

La vida política y la económica no tendrán la posibilidad de florecer fuera de las doctrinas y directivas que dominan en el Gobierno. El poder judicial estará sometido a una misma concepción y el juez tendrá un campo de acción mucho más amplio que en la Democracia, puesto que no hay derechos individuales que salvaguardar y la justicia debe ejercerse imponiendo concepciones vagas, en función de los fines del Estado, interpretada por el Gobierno o el partido gubernativo.

El totalitarismo está dirigido por un Gobierno abarca todo, su sistema ideológico menostiene las individualidades concretas así como sus creencias personales o religiosas. Por lo que el único modo aceptado de religión es la religión de Estado, es decir, concordatarias y cofuncionales al Estado.

Diversas ideologías históricas han hecho una crítica radical de la existencia del Estado en sí mismo, o las formas de Gobierno elegidas para dirigir el Estado. Así diversas formas de anarquismo han pugnado por la abolición de ciertas instituciones del Estado, mientras que en general el comunismo no ha abogado por la desaparición inmediata del Estado, sino por la forma que obligatoriamente debe estar constituida el Gobierno y la desaparición de ciertos tipos de Gobierno y los objetivos que debe perseguir dicho Gobierno. Igualmente, otras ideologías como el socialismo, la socialdemocracia, la democracia cristiana, el liberalismo o el fascismo apoyan decididamente la existencia de un Gobierno, y no hacen afirmaciones muy concretas sobre quien debe constituirlo, y más bien tienden a propugnar cuales son los objetivos ideales de un Gobierno.

Más recientemente desde el libertarismo y el anarcocapitalismo, algunos de sus partidarios han criticado la existencia del Gobierno político, no supeditado a la lógica del mercado y han difundido argumentos sugiriendo que el Gobierno es siempre una institución de autoprotección social, poco segura al largo plazo, que tal vez no sea capaz de asegurar los servicios de protección social a futuro, cuando la especie alargue la esperanza de vida por encima de los 100 años.



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