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Gobierno de José Balta y Montero



El gobierno de José Balta se inició el 2 de agosto de 1868 y debió terminar el 2 de agosto de 1872, fecha programada para el cambio de gobierno en favor del presidente electo, Manuel Pardo y Lavalle. Sin embargo, fue derrocado y apresado el 22 de julio por los coroneles Gutiérrez, permaneciendo cautivo hasta el 26 de julio, día en el que fue asesinado.

José Toribio Balta y Montero nació el 26 de abril de 1814 en la ciudad de Lima, siendo el menor de los seis hijos de Juan Balta Brú y Agustina Montero Casafranca y de Torre. Como sus hermanos, Juan Francisco y Pedro, siguió la carrera militar, graduándose en 1833 con el grado de subteniente. Desde ese momento su participación en las campañas militares fue notoria, alistándose en defensa del Perú contra Andrés de Santa Cruz. Posteriormente defendió con ímpetu la posición del general Juan Crisóstomo Torrico y luego a José Rufino Echenique frente a Ramón Castilla, denotando su apego al oficialismo pero ante todo a la legalidad. Como consecuencia de su buen desempeño, su carrera fue en ascenso. Recibió diversas condecoraciones como las medallas de Áncash, del Destierro y la de Restauradores de la Patria. No obstante, su apego por la legalidad le costó la simpatía de algunos gobernantes entre ellos Ramón Castilla, quien lo destituyó en 1853 junto con otros militares que habían apoyado a Echenique. Por este motivo, José Balta permaneció sin figurar en los mandos militares hasta 1863, año en que se vio obligado a volver a la actividad frente a la inadecuada reacción del gobierno de Juan Antonio Pezet (el primer vicepresidente que había sucedido al fallecido presidente Miguel de San Román) ante a la ocupación española de las islas guaneras de Chincha y más aún, en rechazo al tratado Vivanco-Pareja, incursión que dio pie al contexto previo del ascenso de Balta a la presidencia de la República.

El Tratado Vivanco-Pareja daba fin al conflicto en mérito al compromiso de los españoles de desocupar las islas Chincha, pero a cambio, el gobierno peruano se comprometía a pagar a España una fuerte indemnización por los gastos de la flota española. El conocimiento de este tratado (que no fue aprobado por el Congreso) dio inicio a sublevaciones tanto en el norte como en el sur del Perú, pues la ciudadanía consideró una afrenta a la dignidad nacional. Por el Sur, en Arequipa, donde el prefecto Mariano Ignacio Prado tomó la batuta de la reacción popular, insurgencia que llega hasta Tacna, Moquegua y Puno. Por el Norte, la proclama de sublevación llegó desde Chiclayo con Balta como líder, asumiendo bajo su cargo a Cajamarca y La Libertad.[1]

Se conformó una delegación revolucionaria con el coronel Prado como comandante y jefe del ejército restaurador; Balta como segundo comandante y el general Pedro Diez Canseco como jefe político (este último era el segundo vicepresidente electo en 1862, y por tanto llamado a ser el sucesor constitucional de Pezet, en caso de que este no pudiera culminar su gobierno). Pronto con la capital rodeada por el avance progresivo de las tropas revolucionarias, Prado declaró la vacancia del puesto de presidente del general Pezet. Una vez sitiada Lima, las tropas del gobierno capitularon y se dio por terminada la sublevación, asumiendo el 9 de noviembre de 1865 la Presidencia de la República el general Pedro Diez Canseco, con Balta como Ministro de Guerra y Marina. El nuevo gobierno convocó a elecciones para 1866. Diez Canseco creía que un gobierno representativo sería la mejor solución para los conflictos planteados pero surgieron opiniones en desacuerdo. Pocos días después, en un mitin celebrado en la Plaza de Armas se propuso la dictadura.[2]

El coronel Prado y el ejército manifestaron su adhesión a la propuesta dictatorial. Sin embargo, el presidente Diez Canseco no aprobó tal medida, aunque terminó resignando el mando supremo en favor de Mariano Ignacio Prado. Este, ya consolidado en el poder consideró como su principal misión la guerra a España, buscando el apoyo continental. Chile, que ya se encontraba en guerra con España, firmó con el Perú un tratado de solidaridad en la acción defensiva y ofensiva, y a los que se adhirieron más tarde otros países latinoamericanos, por el que se comprometían a actuar conjuntamente. Finalmente, el 2 de mayo de 1866, en un conflicto desigual librado en el Callao, el Perú venció a la poderosa armada española. Una vez terminada la jornada del Dos de Mayo, se ejecutaron medidas económicas para enfrentar la crítica situación de la Hacienda Pública afectada por la guerra y se convocaron a elecciones generales para Presidente y Vicepresidente de la República. Fue este contexto en el que surgió por primera vez la candidatura presidencial del coronel José Balta, apoyada por cierto sector de intelectuales criollos organizados en el periódico El Constitucional, dirigido por Ricardo Palma y Carlos Augusto Salaverry. José Balta no aceptó la propuesta de candidatura.[2]

Las elecciones concluyeron dando como ganador al coronel Mariano Ignacio Prado, proclamado como presidente provisorio por el Congreso en pleno en febrero de 1867. Ese mismo año se promulgó la Constitución Política. Cabe anotar la tendencia liberal de esta suprema carta política, lo que generó el rechazo de la sociedad de la época, que era más conservadora. Este rechazo se avivó con la resistencia de la Asamblea Constituyente por permanecer en funciones pese a que la Carta ya había entrado en vigor. A esto se sumó las fricciones que tenía con el gobierno la Constituyente. Nuevamente, la rebelión se personificó en la figura del general Pedro Diez Canseco, que se alzó en armas en Arequipa, declarando vigente la anterior Constitución de 1860. El coronel José Balta secundó la proclama al levantarse en la ciudad de Trujillo. La lucha fue severa pero la revolución terminó triunfante. José Balta se embarcó a Lima donde fue bien recibido por la población.

Restaurado el gobierno a partir del 22 de enero de 1868, ascendió al poder el general Pedro Diez Canseco con el título de presidente interino. El presidente Diez Canseco retrotrajo la situación legal vigente a la Constitución de 1860, dejando sin efecto la recién promulgada Constitución como también las leyes promulgadas por Prado. Además, convocó el 7 de febrero de 1868 a los colegios electorales para la elección de presidentes y vicepresidentes. Se trataba pues, de una elección indirecta, en la que participó el coronel José Balta.

José Balta, presidente del Perú

La candidatura de Balta fue apoyada desde su inicio por los vocales de la Corte Superior: Miguel del Carpio y Melgar y Juan Antonio Ribeyro,[2][3]​ mientras que la prensa difundía las proclamas en favor de su postulación a la presidencia, recordando nuevamente la carrera militar y su compromiso comprobado con el país. A esto se sumaron manifestaciones públicas a favor de la misma.

Balta expresó su aceptación una semana después. En sus discursos demostró preocupación por la reconciliación de los peruanos, la tolerancia entre partidos, y la libertad de prensa. Su programa de gobierno adoptó planteamientos tradicionales como el respeto a los derechos de la iglesia, la implementación de la regularidad y el orden en el aspecto público haciendo referencia al sistema burocrático.

Junto con José Balta se presentan dos candidatos a la Presidencia: Manuel Toribio Ureta y Manuel Costas. Manuel Toribio Ureta, ex- parlamentario liberal y Fiscal de la Corte Suprema de ese entonces, es presentado como candidato por el sector más progresista de los civilistas de clase media atraídos por sus ideas liberales, se organizan en favor de esta candidatura los llamados “Clubes Cívicos”, como El Club Progresista, que serán el anticipo del germen del Partido Civil: Sociedad Independencia electoral.[3]​ Según Basadre la candidatura de Ureta representó el antimilitarismo naciente.[4]​ Por otro lado, Manuel Costas, político de gran recepción en el parte sur del país es el tercer candidato.

En el sistema indirecto electoral como el de 1868, no se elige al Presidente directamente sino que se eligen a los ciudadanos que con posterioridad elegirán al mandatario. En la primera etapa de las elecciones efectuada el 1 de abril hubo violencia de parte de los adversarios hacia los partidarios de José Balta, según registra Basadre.[4]​ El resultado de la elección: José Balta y Montero era elegido Presidente de la República con notable ventaja. Del universo de votos válidos que sumaban: 3864, 3168 favorecen a Balta; 153 a Ureta y 384 a Manuel Costas, que había tenido gran acogida en Puno y Cusco.[4]​ El Congreso bicameral cumple con nombrar al recién electo presidente José Balta quien asciende a la Presidencia el 2 de agosto de 1868.

Aunque se entiende la victoria como una consecuencia del prestigio de la carrera militar de José Balta, el contexto no propicio a ideas liberales y el apoyo de la plutocracia, como de los círculos selectos de intelectuales a la candidatura. Se debe también tener en cuenta la poca oferta de candidatos aptos para esa elección.[3]

José Balta y Montero contó desde un primer momento con la aprobación de gran parte de los militares, como también de periódicos influyentes como “El Constitucional”, “El Nacional” y “El Comercio”. Así, se puede ver que las editoriales de los mencionados diarios de fechas posteriores a la elección lo felicitan por la “confianza que inspira la probidad de carácter” y lo ven como el inicio de una nueva era de la historia política de la Nación.[5]​ Sin embargo, su aprobación decrece a medida que transcurre el gobierno, si bien es cierto, no es totalmente rechazado. Muchos sectores de la población especialmente el afectado por el encarecimiento del costo de vida se ve defraudado. Asimismo, las renuncias de los Ministros denotan la poca preparación del gobierno.

El Congreso designa como Vicepresidente, eligiendo de entre Mariano Herencia Zevallos y el General Ramón López Lavalle, al primero. Y como segundo Vicepresidente al Coronel Francisco Diez Canseco.

La percepción de Balta como un gobernante desafecto de orientaciones políticas es parte de una apreciación prematura, la constitución de su primer gabinete de Ministros representa, a primera vista, la apuesta hacia el diálogo y la cooperación entre miembros de distintas orientaciones,[2]​ sin embargo Basadre ha sostenido que el primer gabinete era producto imprevisto y es más la participación de algunos de sus miembros no fue querida en un primer momento.[4]​ En general los gabinetes de Balta parecen haber tenido carácter más administrativo que político, esto debido a que los acontecimientos más ligados a su transformación o cambio eran de índole económica.

Tomás Gutiérrez, es nombrado ministro de Guerra en 1872, este nombramiento tuvo rechazo de la prensa y de un sector de los políticos. Este militar era parte del clan Gutiérrez, cuatro hermanos formados en la milicia, que tenían el favor de las fuerzas armadas y que propusieron a Balta el golpe de Estado al que él se negó el 22 de julio, ese mismo día el aún Presidente Balta es capturado e inicia la revuelta de los Gutiérrez.

En el período de Gobierno de José Balta el Congreso estaba dividido en dos cámaras: la Cámara de Senadores y la cámara de Diputados, se regía bajo lo establecido por la Constitución Política de 1860. El número de senadores y diputados correspondía al tamaño de departamentos y el número que le correspondía al departamento se calculaba en función de las provincias, cada una de estas debía tener un diputado. Las leyes que disponían la proporcionalidad con la población no se dieron hasta 1876, fecha en que se hizo el Censo. Mientras tanto, desde 1863 se estipulaba que solo dos provincias podían tener cuatro diputados: Lima y Jauja; Chota contaba con 3, mientras que otras trece contaban con dos.[6]

Asimismo, en este gobierno hay continuidad por primera vez en el desempeño de sus funciones, otrora interrumpidas por la aparición de Asambleas Constituyentes y los cambios intempestivos de gobierno.[7]​ Hubo seis legislaturas ordinarias en ambas cámaras llevadas a cabo entre 1868 hasta 1878, de estas solo dos se llevaron a cabo durante el gobierno de Balta esto debido a que los parlamentarios se reunían cada dos años el 28 de julio, periodos que se cambiaban dependiendo de lo acordado al cerrar las legislatura

En cuanto a los grupos parlamentarios había muy poca conformación de estos durante los primeros años del gobierno de Balta, puesto que eran muy pequeños los dos grupos que siempre votaron juntos en la Cámara de diputados, mientras que en el Senado eran pocos los senadores que votaron unidos sin conformar ningún grupo.[8]​ Para 1870 esta situación cambia en la Cámara de diputados a causa de fuerte polarización política surgida por el debate y la votación del Contrato Dreyfus: surgiendo una línea notoria entre oficialismo y oposición.

A pocos días de iniciado el Gobierno de Balta, el 13 de agosto, un terremoto de grandes proporciones devasta el territorio comprendido desde Samanco, en Ancash, hasta Chile. Ese acontecimiento agravó la situación de crisis económica que ya se vivía en el Perú.

Posteriormente, el Ministro de Hacienda, Francisco García Calderón, en el Informe que presenta a la Cámara de Diputados, el 18 de noviembre de 1868, señalaba que el déficit en el presupuesto para el siguiente bienio era de 18 953 000 soles más una enorme deuda en soles con los consignatarios. El ministro recomendaba que para atender al bienestar del porvenir se debía implementar una política de austeridad, planteando contrariamente cuatro salidas: un empréstito nacional, empréstitos extranjeros, venta de bonos reservados de 1865, y, adelantos sobre el guano

El proyecto planteaba devolver los gastos realizados por los diferentes caudillos de 1865 a 1868 y controlar la Nueva Deuda Consolidada, por la que los créditos reconocidos fueron los siguientes: la deuda de reparación, el empréstito nacional de 1864; deuda por suministros hechos de 1865 por el coronel Mariano Ignacio Prado y el general Pedro Diez Canseco; los vales emitidos en la misma época por el coronel José Balta, los emitidos por Bruno Bueno por cantidad de 80 500 soles y los emitidos en Ancash por el coronel Fernando Bieytes; los emitidos en Arequipa por el general Pedro Diez Canseco en 1867; los emitidos del Estado por sueldos y descuentos de guerra desde 1853 hasta 1869; y los suministros hechos al Ejército Constitucional en 1867.

Pero según Miriam Salas Olivari, “las cifras de déficit eran mucho menores de los que los ministros pronunciaban ante el Congreso para conseguir sus propósitos y más cuando el gasto lucía inflado”.[10]​ La autora pone en evidencia una “supuesta crisis” .[11]​ En su examen del presupuesto de Egresos de 1869, Nicolás de Piérola señaló que el presupuesto no correspondía “a las necesidades reales de la Administración”[12]

Frente a la urgencia de resolver el problema del presupuesto, Balta y su gobierno plantearon otras medidas: En primer lugar, el aumento de la carga tributaria, en segundo lugar, llevar un estricto control de los bienes del Estado y, en tercer lugar, organizar mejor las entidades públicas, y en especial las encargadas de velar por las finanzas públicas. Para hacer efectivas esas decisiones, Balta usó de un decreto del 10 de diciembre de 1868, para crear al interior del Ministerio de Hacienda y Comercio tres direcciones: La Administración, El organismo encargado de las rentas y de la Contabilidad y el Crédito.

Además, con la esperanza de aumentar sus rentas públicas, se votó otras medidas como la Ley de Timbres el 11 de febrero de 1869. Miriam Salas Olivari pone de realce a propósito de la confusión sobre el déficit: “curiosamente y en contradicción al estado de abundancia de capital, en el bienio 1871 y 1872 no hubo presupuesto; aunque ya la constante entre 1868 y 1879 fueron los déficits enormes”[13]

Dado el crecimiento del gasto público, el Estado suscribía con los consignatarios numerosos préstamos. El Perú recurrió al guano como garantía, lo que significó un aumento de los préstamos solicitados por el gobierno peruano a los consignatarios y la creación de una mayor dependencia del Estado, el gobierno, la política y de la sociedad peruana de los consignatarios. El Estado desde Lima seguía insistiendo en la crisis sobre la base de la amenaza creada de la extinción del guano y la necesidad de suscribir nuevos créditos para solucionar los problemas aparentes. El 24 de diciembre de 1868 el Congreso Peruano autorizó al Presidente de la República para que celebre un empréstito por 2 000 000 de soles. Opuesto al proyecto de empréstito el ministro de Hacienda García Calderón renunció el 22 de diciembre.

El 5 de enero José Nicolás de Piérola, nuevo ministro de Hacienda, al asumir el cargo, declaró que el país estaba en crisis y repitió la cifra de déficit del ministro García Calderón, 18 953 000 soles, presentado como soluciones a esa crítica situación la del endeudamiento a través de la concertación de empréstitos, la venta de los bonos reservados de 1865 y un adelanto sobre el guano. Como señala Miriam Salas Olivari, “se votó un enorme gasto frente al ingreso previsto”[10]

En la opinión de Miriam Salas Olivari, “El abultamiento general del déficit sirvió para apoyar la posición del gobierno de Balta para cambiar el rumbo y pasar el manejo del guano de los consignatarios a Dreyfus”.[15]​ Dicho contrato “normalizó la entrega por el Perú de 2 000 000 de toneladas de guano por un valor aproximado de 73 000 000 de soles al precio de 36,50 soles por tonelada”[16]

El reclamo de déficit y las autorizaciones recibidas del Congreso por el Ejecutivo permitieron la celebración del contrato Dreyfus. Esta autorización concedida por una ley de 25 de enero de 1869 dio origen al contrato. La intención de Piérola era la de reemplazar a los consignatarios nacionales por la empresa francesa como un medio de favorecer la inversión extranjera y reorientar la inversión nacional. El contrato con la casa Dreyfus se firmó en París el 5 de julio de 1869, fue aprobado por el Gobierno el 17 de agosto de 1869 y ratificado por el Parlamento el 11 de noviembre de 1870 por 63 votos a favor y 33 en contra. La ratificación se realizó pese al rechazo que desató. En efecto, en noviembre de 1869, gracias al dinero inglés, los enemigos de Dreyfus logran la anulación del contrato por la Corte Suprema del Perú. Auguste Dreyfus desembolsó aproximadamente dos millones de francos (moneda) en sobornos para lograr un voto inverso[17]

En 1869, Dreyfus administró el negocio del guano y aportó los capitales necesarios para su explotación y venta. En compensación, recibió la exclusividad de venta en los mercados de Mauricio, Europa y sus colonias. Dreyfus pudo celebrar ese contrato gracias al apoyo de 60 000 000 francos de la Société Générale de París y el Banco Leiden Premsel.

El 19 de mayo de 1870, el gobierno celebró el contrato con la Casa Dreyfus por 59 600 000 soles. Mediante este contrato la casa extranjera se desempeñaría en estas cinco funciones , como: compradora del guano, agente financiero, contratista de empréstitos, depositaria de los fondos de obras públicas y “aseguradora” del servicio de la deuda externa.

El contrato Dreyfus y el crecimiento de las exportaciones del guano, pero también la proclamada crisis y los grandes empréstitos abrieron, entre 1860 y 1875, la vía al crecimiento de gran número de bancos: 17 casas bancarias abrieron sus puertos: Nacional del Perú, Londres, México y Sudamérica, Crédito Hipotecario, etc.[18]

De manera general, los empréstitos hechos a Dreyfus fueron utilizados como medio para llevar a cabo grandes obras como: Irrigación de la costa de la República peruana, canales de desagüe profundos y cubiertos en Lima, carretera Lima-Callao y Lima-Huacho. Asimismo, merced a ellos se inició la construcción de la Catedral de Tacna ,[19]​ la reconstrucción de los territorios afectados después de los sismos de 1968, la expansión de las vías telegráficas a las capitales de los departamentos, la construcción de la Catedral de San Marcos de Arica y la aduana de la misma ciudad, se dotó de agua potable a Pisco. Y la obra más notable la implementación de Ferrocarriles que cubrían las rutas de Lima y Huacho; Lima y La Oroya; Mollendo y Arequipa; Arequipa a Puno; Pisco y Ica; Juliaca y Cusco; Salaverry y Trujillo e Ilo y Moquegua

La burguesía conformada en gran parte por limeños debe su desarrollo a la riqueza generada por el comercio guanero, cuando ella se hallaba directamente vinculada a la explotación del mismo. Esta situación cambia cuando la preferencia del gobierno se orienta hacia las casas comerciales extranjeras. El Contrato Dreyfus representa el fin del sistema de consignaciones que había permitido a la burguesía un nivel mucho más elevado de riqueza que sus pares latinoamericanos. Aunque fue trascendental el Contrato no significó una desaparición de la misma puesto que había surgido una nueva clase social y esta tenía alternativas de desarrollo aparte del guano. Esta nueva clase social está conformada por el sector bancario y dedica sus esfuerzos a la extracción y exportación de nitrato. Además la explotación del guano generó la expansión de la agricultura de exportación y el aumento de construcción ferroviarias.[20]​ Es decir, generó una pequeña clase burguesa dedicada al rubro bancario, la exportación y producción de lana y algodón; y la explotación de nitrato. Se caracterizaba por ser de tez blanca en su mayoría, de lengua española, educada y con cultura similar a la europea.

No obstante, a diferencia de los países europeos en Lima no existe aristocracia ni proletariado, lo que tiene dos consecuencias: ningún espacio es restringido a la burguesía y no hay organizaciones sindicales por ende huelgas, sino revueltas y rebeliones. El poder de la clase empobrecida radica en su número y en la violencia que se empleé. Las áreas más pobres se hallan en los regiones económicas que no han podido salir de sistemas coloniales de explotación, existe incomunicación el país. Que recientemente se enfrentó a un brote de fiebre amarilla y al terremoto de 1962.

Desde 1868 hasta 1872 se llevó a cabo algunas reformas legales y se expidió leyes de gran importancia. Además del conjunto de leyes dadas para la Construcción de los Ferrocarriles y las que daban apertura al Contrato Dreyfus se cuentan las siguientes. Mediante decreto se dispuso la reivindicación de militares removidos de sus cargos por razones políticas, disposición ejecutada en el gobierno de Castilla, y la gratuidad del país a los héroes del Dos de mayo.[21]​ Como también se formula la ley de responsabilidad de los funcionarios públicos, que establece un procedimiento y supuesto ya dispuesto en la Constitución pero no regulado con especificidad.[4]​ Se expide una resolución para permitir la Construcción de Cementerios para no católicos y el Reglamento de regulares que normaba la Reforma de los Conventos. Se autoriza al Poder ejecutivo la celebración de un contrato con la Compañía Nacional Telegráfica para unir Lima con las Provincias.[22]​ Se eleva a departamento a Loreto mediante ley dada el 21 de setiembre de 1868.

Uno de los grandes acontecimientos del periodo de Balta fue la construcción de la Exposición Nacional, un lugar en el que se podía mostrar el legado del Perú. Su Construcción inició en enero de 1870 y culminó en julio de 1872. Ubicado a las afueras de Lima el jardín se extendía mostrando Palacios de distintos estilos y obras de arte, como también plantas nativas. Entre su murallas se expuso el reloj de Pedro Ruiz Gallo, eminente artista e inventor; momias de Cajatambo y Ayacucho; pinturas sobre el pasado colonial e incaico. Se debe resaltar que en la época de Balta se promovió la muestra de espectáculos tales como la Zarzuela y la Ópera. Asimismo, el divertimento pasó a ser la carrera de caballos, distracción traída por primera vez en este periodo por un grupo de Ingleses.[23]

Los planes de estudio de la educación media fueron implementados con clases magistrales de Derecho y Medicina, esta práctica permaneció hasta 1972. Fecha en la que se procuró separar los cursos de la secundaria con los cursos llevados en las facultades universitarias, de similar forma, en las Universidades se redujo de los planes de estudios las materias de la educación media. Asimismo, las políticas públicas implementadas disponían costos módicos a pagar por los cuatro últimos años de instrucción media, la instrucción primaria y el primer año de la media eran de carácter gratuito. Con ello se pusieron en funcionamiento colegios en las provincias de Amazonas, Ancash, Lambayeque, La libertad, etc.[24]​ En adición, se implementan escuelas de oficios y artes en las provincias más importantes del Perú

Para José Balta, a la paz interna debía seguir una activa política de acercamiento diplomático con las repúblicas americanas y los países del Viejo Continente. Una acertada gestión internacional era indispensable para atraer capitales extranjeros que sirvieran en la explotación de las riquezas peruanas. Se celebran, con ese propósito, en ese período, diversos tratados de Comercio, Navegación, Amistad, Convenciones Consulares y Postales y otros pactos internacionales que legitiman en materia de relaciones internacionales al Perú. Como los demás países del Continente, el gobierno expide dos decretos, reconociendo, primero el estado de beligerancia y después la independencia de la República de Cuba, fechados respectivamente el 13 de mayo y el 13 de agosto de 1869, ambos decretos refrendados por el Ministro de Relaciones Exteriores don José Antonio Barrenechea.

Además, a la conferencia de Washington, para el arreglo de la cuestión española, concurre el Perú debidamente representado. Como fruto de las discusiones, se firma un armisticio el 11 de abril de 1871, sin llegarse a pactar la paz, por la negativa del representante español a reconocer el pago de las indemnizaciones reclamadas por Chile a causa del bombardeo de Valparaíso. Con el reino de Italia, Colombia, Estados Unidos de América, la Monarquía Austro-Húngara, Portugal, Bolivia y El Salvador se celebran tratados de Amistad, Comercio y Navegación. Con Chile, Ecuador y Brasil se pactan Convenciones Consulares y Postales. Se acreditan representaciones en las Cortes de Francia, Alemania, Austria y Portugal. Se recibe en Lima, al primer Delegado de la Santa Sede y el Perú asegura y afirma su posición internacional en el concierto de las demás naciones[25]

Segú G. Arosemena, hubo una “preocupación de Balta para que el Perú no fuera víctima de nuevas agresiones como aquellas pasadas en que para su defensa desenvainó la espalda con inmarcesible honor, inquietud que le hizo intuir el espíritu hostil de Chile” . Esto se derivaba de un estado de rivalidad económica por el salitre peruano que abundaba en la zona Tarapacá. Chile tenía concertado con el Perú un tratado de alianza desde la guerra con España. El pacto se robusteció después, en 1867, con la declaración conjunta del Perú, Chile y Bolivia de proscribir la guerra entre las tres Repúblicas como medio de resolver sus diferencias. Pero en el 7 de enero de 1868, el gobierno de Chile obtiene en Londres, en virtud de un pacto con España, la salida de las naves de guerra de ambos países que se encontraban detenidas en el Támesis, por el gobierno inglés, a causa del conflicto de 1866. El gobierno peruano, extraño a la gestión chilena, eleva su protesta por ese convenio celebrado sin su conocimiento e intervención, que estima contradictorio con la alianza vigente entre los dos países, y que evidentemente perjudica al Perú por no incluirse en el arreglo a las naves peruanas detenidas en aguas de Inglaterra y de Estados Unidos, desde que se iniciara la guerra con España. Las protestas de la legación peruana en Londres ante el gobierno británico agudizaron las relaciones. Para eliminar todo peligro, Balta decidió adquirir en Europa dos acorazados, que permitieron a la armada neutralizar la flota chilena y superarla

Un incidente ocurría con Bolivia a causa de la invasión del territorio por el General boliviano Leonardo Antezana que perpetró delitos de incendio y de homicidios en la provincia de Huancané. Ese General avanzó hacía el territorio peruano para empezar una rebelión contra su presidente Melgarejo. Esta pequeña controversia fue arreglada satisfactoriamente debido al tino y sagacidad que demostró Balta escribiendo al dictador Mariano Melgarejo, Presidente de Bolivia. Este desaprueba los actos de Antezana, a quien destituye, otorga al Perú las más amplias satisfacciones e indemniza los daños ocasionados, con el tratado del 10 de julio de 1870.

Juan Francisco Balta, hermano del Presidente, es requerido por los grupos políticos para presentarse en las elecciones de 1972. Sin embargo, la propuesta es rechazada por Balta y más tarde por su hermano. Aparecen entonces como candidatos: Manuel Pardo, entonces alcalde de Lima y exministro; José Rufino Echenique; y nuevamente Manuel Toribio Ureta. EL 1 de julio de 1871 se convocan a elecciones para formar los colegios parroquiales, la pugna electoral es encarnizada. Se acusa de apoyo oficialista a la candidatura de Echenique, el gobierno para desmentir dicha acusación y limpiar su imagen convoca comisiones veedores del proceso que ratifiquen que el proceso se haya llevado a cabo de manera idónea. Como resultado final Manuel Pardo obtiene el triunfo decisivo, el cambio de mando tradicionalmente es el 2 de agosto de 1972.

El 22 de julio a pocos días de la transmisión de mando, personajes reacios a aceptar el triunfo de Pardo entre ellos los hermanos Gutiérrez: Tomás, Marcelino, Silvestre y Marceliano instan al Presidente a negar la investidura y declarar una dictadura. José Balta al principio convencido de que el camino era la dictadura niega la posibilidad a su Ministro de Guerra: Tomás Gutiérrez. A las dos de la tarde del mismo día, a la cabeza de su tropa Tomás Gutiérrez irrumpe en Palacio, Silvestre, su hermano, captura al Presidente Balta y es conducido al cuartel de San Francisco. A poco de iniciado el motín Silvestre declara Jefe Supremo a Tomás Gutiérrez[26]

El parlamento recién enterado de los hechos exclama protestas y rechaza la dictadura. Mientras que la población se indigna del manifiesto de los ejecutores del contubernio justificando su proceder por "haberse falseado el principio electoral" "bajo la tortuosa política de José Balta". Sectores de la milicia no aceptan el mandato de los Gutiérrez, ofreciendo resistencia. El día 25 los Gutiérrez se dan cuenta de que la revolución ha fracasado y optan por recabar por la fuerza el dinero de algunos bancos y el de la Casa de la Moneda. El 26 de julio, hay un clima de gran excitación popular, el descontento es manifiesto y se hace perceptible cuando es asesinado Silvestre por una turba amotinada en la estación San Juan de Dios. El homicidio de su hermano hace que Marceliano, carcelero de Balta, lo mande a asesinar por Narciso Najár, Juan Patiño y Laureano Espinoza. José Balta y Montero es asesinado con tres balas incrustadas en el cuerpo.[1]



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