Gomero es el nombre por el que se conoce a los primeros pobladores que habitaban la isla de La Gomera —Canarias, España— antes de la conquista europea en el siglo xv.
Se trata de uno de los pueblos aborígenes de Canarias entroncados genética y culturalmente con los bereberes del norte de África.
El término permanece como gentilicio del moderno habitante de la isla.
La Gomera fue poblada, probablemente, por bereberes originarios de Ghomara —una zona al norte de Marruecos y cercana al Rif—, de Argelia y de Libia. La teoría de los orígenes de los antiguos gomeros están basadas en los gentilicios, topónimos, elementos culturales e inscripciones encontradas en la isla. Así, según algunos historiadores, el nombre de la isla deriva del nombre de los ghomaras, una antigua tribu bereber y hoy nombre de la región marroquí cercana al Rif que ya mencionábamos. Además, una institución gomerita, de la que ya hablaremos, es muy parecida a otra también existente en Marruecos. También se han encontrado inscripciones líbico-bereberes (del este de Argelia) en esta y en las otras islas occidentales del archipiélago.
La fecha más antiguas de su poblamiento data del 470 d. C.
En la época prehispánica, los gomeros se dedicaban fundamentalmente a la ganadería, dejando a la agricultura en un plano muy secundario. Había cuatro especies domésticas: la cabra, la oveja, el cerdo y el perro. La recolección vegetal, animal y mineral, terrestre y marinera era una actividad suministradora de una parte considerable de la dieta alimenticia y de materias primas para las actividades artesanales. El pastoreo, también muy importante, era una actividad básicamente masculina, ejercida por adultos pero quizás no ancianos. Los niños actuarían como ayudantes que inician su aprendizaje. La agricultura, por su parte, fue probablemente una ocupación sobre todo femenina, en la que colaborarían hombres durante la preparación del terreno, mientras que el resto de las faenas recaerían en las mujeres adultas con la ayuda de ancianas y niñas, y quizás algunos niños.
La recolección marina y pesca podría ser ejercida por toda la familia, salvo un cierto porcentaje de hombres adultos que ejercían la ganadería, y eran probablemente desplazados al interior de la isla durante la estación seca. Tal vez esta fuera la razón por la que cuando los europeos capturaban indígenas en la costa cogían más mujeres que hombres. Las actividades artesanales debieron de haber sido compartidas por varones y hembras, con ciertos niveles de especialización sexual, aunque es muy probable que la carga mayor recayese en individuos adultos de edad avanzada.
Los asentamientos estables de los antiguos gomeros se extienden desde las partes altas del cardonal-tabaibal, aumentándo en los bosques termófilos (palmerales, sabinares, etc). En el monte verde, los asentamientos debieron ser temporales. Al igual que los habitantes de las demás islas, los gomeros aprovecharon las cuevas naturales abiertas por la erosión. Las cuevas, según sus condiciones, se destinaron a albergue, a sepultura, a hogar (cocina), e incluso puede que hubieran cuevas convertidas en corral, depósitos, taller, etc. Pero también una misma cavidad podía acoger diversas funciones, y de hecho parece que fue lo más común, por ejemplo, dormitorio, cocina, taller, etc.
La necrópolis -ciudad de los muertos- se encuentra separada de la vivienda como pasa en otras culturas, pero integradas en un mismo complejo. Lo más común es que las sepulturas aparezcan soncentradas, formando auténticas necrópolis en una parte concreta del barranco o de la ladera, mientras que el poblado propiamente dicho ocupa otro lugar. Una cueva sepulcral aislada suele ser excepcional y, cuando existe, suele estar fuera del área del asentamientos permanentes, probablemente relacionada con una zona de pastoreo estacional.
en la organización social de los gomeritas, había una institución muy parecida a otra existente en Marruecos. Esta institución tomaba el nombre de "pactos o alianzas por colactación". Dicho pacto se ejercía a través de un ritual que se fundamentaba en beber leche en un gánigo. Así, en la colonización de La Gomera por Hernán Peraza, este estaba unido en un pacto con los bandos de Amulagua e Hipalán. Sin embargo, tras acostarse con una mujer que pertenecía a su propio bando, que era considerada según el pacto como su hermana, incumplió el compromiso de la exogamia —lo que deshonró a los bandos que lo habían adoptado como hermano de sangre— y rompió la alianza fijada.
Este hecho y el negativo gobierno que el conquistador había impuesto sobre la isla, provocarían la revuelta en la que participó Hupalupa, que era el anciano ocupado de vigilar a que se cumpliera del pacto. Hautacuperche fue el encargado de matar al traidor, cuando este visitó la cueva donde yacía Ibalia, en Guahedum. Con su muerte, los gomeros alzados decían que el pacto se había roto.
En los momentos previos a la conquista a finales del siglo xv, la isla se hallaba dividida en cuatro señoríos, bandos o cantones según los primeros historiadores, no existiendo ninguna superestructura por encima de estas unidades a diferencia de lo que ocurría en otras islas.
Los 4 cantones eran: Mulagua, Hipalán, Orone y Agana, identificándose estos territorios con los grandes valles de Hermigua, San Sebastián, Valle Gran Rey y Vallehermoso, respectivamente.
El ingeniero Leonardo Torriani apunta a que adoraban a una entidad con forma de perro negro y lanudo de andar bípedo al que denominaban Hirguan. Este autor alude también a que existió un adivino gomero llamado Eiunche que intentaba hacer ver a sus paisanos que el verdadero dios creador de todo habitaba en el cielo y se llamaba Orahan, y que Hirguan era su enemigo.
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