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Guerra entre Guatemala y El Salvador de 1906



La Guerra entre Guatemala y El Salvador de 1906 fue un breve conflicto entre esos dos países centroamericanos que se produjo entre el 9 y 11 de julio de 1906 y que se saldó con la muerte del comandante salvadoreño Tomás Regalado, aliado del gobierno del general Porfirio Díaz en México. El presidente guatemalteco, licenciado Manuel Estrada Cabrera, aliado del gobierno del presidente Theodore Roosevelt en los Estados Unidos fue el gran vencedor, pues tras la victoria se erigió en el principal gobierno de la región y se mantuvo como tal hasta que fue derrocado en abril de 1920 por su propio pueblo.

En 1906 se produjo una invasión de emigrados políticos que vivían en México y El Salvador. Manuel Lisandro Barillas Bercián, expresidente de Guatemala, y José León Castillo, excandidato presidencial de la oposición, fueron designados como los comandantes de los ejércitos invasores de México y El Salvador, respectivamente. Tanto Porfirio Díaz como Tomás Regalado abrieron las fronteras de sus países para el paso libre de los invasores. Estos también contaban con el apoyo del vapor Imperio, proveniente de San Francisco, Estados Unidos, y de oro proporcionado por un amigo de Barillas que vivía en Estados Unidos. Pero ni Barillas ni León Castillo eran militares sobresalientes y, tras una serie de escaramuzas, la invasión fracasó en Ocós en junio de 1906.[2]

Regalado, enemigo declarado de Estrada Cabrera, no quedó contento con el resultado de la fallida invasión. Entonces empezó a decir a los emigrados guatemaltecos que iba a cansar y debilitar al presidente guatemalteco; al enterarse de esta situación, el presidente salvadoreño Pedro Jose Escalón encontró el medio perfecto para deshacerse de Regalado, quien en realidad gobernaba El Salvador y lo opacaba en la primera magistratura de ese país. Escalón entró en componendas con Estrada Cabrera y le telegrafió constantemente todos los movimientos del futuro invasor. Después de descubrirlo, Regalado lo obligó a huir de la capital salvadoreña hasta el lago de Coatepeque. Ya sin la interferencia de Escalón, Regalado invadió Guatemala el 9 de julio y fácilmente llegó a Atescatempa y Jerez, mientras los soldados guatemaltecos se refugiaron en Yupiltepeque.[3]

Ante esta situación, Estrada Cabrera emitió una proclama el 10 de julio de 1906 en la que acusaba al gobierno salvadoreño de invadir Guatemala para evitar que se concluyera el Ferrocarril del Norte y para dar al traste con los intentos de recuparación económica del gobierno guatemalteco; en la misma proclama, Estrada Cabrera indicó que solamente la guerra iba a solucionar la situación e invitó a todos los guatemaltecos varones militares o con entrenamiento militar a enlistarse en la acción contra las fuerzas de Regalado.[4]​ Ese mismo día se emitió el decreto número 662, en donde todos los varones sin legítima excepción comprendidos entre los 18 y los 50 años de edad, debían presentarse a su cuartel más próximo y si no lo hacían, serían procesados por traición.[5]​ Los ciudadanos respondieron al llamado del presidente y el 11 de julio había numerosos ciudadanos en los cuartes.[6]

El ejército guatemalteco solicitó tropas de refuerzo, las cuales llegaron procedentes de Sanarate, Salamá y Momostenango; estas tropas venían vestidas de azul, y no de caqui, como las originales, lo cual engañó a Regalado, cuyas tropas también vestían de azul. El 11 de julio de 1906, Regalado fue muerto por soldados guatemaltecos cuando creyó que estaba entre tropa leales.[7]​ El coronel jalapaneco Rosalío López Jiménez, hizo mandar el siguiente telegrama a Estrada Cabrera tras la muerte fortuita de Regalado: «Desde las seis de la mañana se empezó el combate; me tomé las honduras para salir a Coatepeque, donde me llegaron refuerzos de los batallas Momostenango y Sanarate y donde se vino Regalado con la bandera, y lo volaron los muchachos.»[3]

Luego de casi dos meses de hostilidades, finalizó el conflicto gracias al armisticio firmado a bordo del barco de guerra estadounidense "Marblehead", luego de que las fuerzas guatemaltecas mataran al general Regalado, quien completamente borracho había ingresado al territorio guatemalteco.

Tras la muerte de Regalado, las tropas salvadoreñas retrocedieron hacia El Salvador y posteriormente se firmó el Tratado de Paz, Amistad y Comercio entre Guatemala, Honduras y El Salvador el 20 de julio de 1906 a bordo del crucero americano «Marblehead», a instancias de los gobiernos de Estados Unidos y de México.[8]

Al respecto, Estrada Cabrera emitió el decreto N.°663 el 21 de julio de 1906, por medio del cual el gobierno de Guatemala aceptaba el Tratado de Paz del «Marblehead» en su totalidad;[10]​ además, el presidente guatemalteco también envió una misiva al general Porfirio Díaz en los siguientes términos: «A su Excelencia, el señor general don Porfirio Díaz, presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Grande y Buen Amigo: Tanta honra como satisfacción me cabe al manifestar a Vuestra Excelencia que el Convenio de Paz y Arbitraje que se firmó a bordo del crucero americano Marblehead el 20 de julio anterior, fue oportunamente aprobado en todas sus partes por mi Gobierno y ha tenido ya la aprobación de la Asamblea Nacional Legislativa; lo cual no dudo será grato a Vuestra Excelencia que de modo tan generoso se sirvió dirigirme la iniciativa de este arreglo, que puso término muy digno a la emergencia entre esta República y las de El Salvador y Honduras».[11]

El tratado, en su totalidad fue el siguiente:

Primera: Las repúblicas de El Salvador y Honduras vuelven al estado de paz con la República de Guatemala, echando al olvido sus diferencias pasadas. En consecuencia, concentrarán a sus ejércitos dentro de tres días contados desde el siguiente al en que se ha firmado la presente convención y procederán a su desarme dentro de los ocho días subsiguientes, quedando únicamente las guarniciones que ordinariamente se mantienen en sus poblaciones y las escoltas ambulantes que funcionan para servicios de policía.
Segunda: Los gobiernos contratantes se entregarán recíprocamente los prisioneros de guerra y asistirán gratuitamente a los heridos que haya en sus respectivos territorios hasta que ellos mismos puedan regresar a sus hogares o sean reclamados por sus respectivos gobiernos. Asimismo se pondrá en libertad inmediatamente a los prisioneros políticos que pueda haber en la actualidad y se recomendará por cada delegación a los respectivos gobiernos que decreten una amnistía general a la mayor brevedad posible.
Tercera: Las altas partes contratantes se obligan a concentrar a los emigrados políticos que haya o puedan llegar a sus respectivos territorios, lo mismo que a vigilar su conducta para impedir que abusando del asilo maquinen contra la tranquilidad y el orden del país en donde hayan emigrado.
Cuarta: Dentro de dos meses a la fecha se celebrará por las partes contratantes un tratado general de paz, amistad, comercio, etc., designándose la capital de la República de Costa Rica para que en ella se reunan y lo acuerden los representantes de los tres gobiernos, plenamente autorizados.
Entre tanto se conviene en que quedan vigentes todas las estipulaciones internacionales que han ligado a las partes contratantes y especialmente las de la segunda conferencia Panamericana, reunida en México.
Quinta: si lo que no es de esperar, cualquiera de las altas partes contratantes faltare en lo sucesivo a alguno de los puntos convenidos en este tratado o diere motivo para nuevas divergencias, éstas se sujetarán a arbitramiento, designándose desde luego como árbitros a los Excelentísimos señores presidentes de los Estados Unidos de América y de los Estados Unidos Mexicanos a cuyo arbitramento deberán sujetarse también las nuevas dificultades concretas entre Guatemala, El Salvador y Honduras.

El presente convenio queda bajo la garantía de la lealtad de los gobiernos interesados y de la sanción moral de los gobiernos de las naciones mediadoras y asistentes.
Sin perjuicio de la ejecución inmediata de este Tratado, el canje de las ratificaciones se verificará por cambio de notas en las ciudades de Guatemala, San Salvador y Tegucigalpa, a más tardar el día treinta del corriente mes.

Como puede verse, la sección tercera dejó en una posición muy comprometida a los exiliados guatemaltecos tanto en Honduras como en El Salvador, dejando a su vez solidificado el gobierno de Estrada Cabrera en Guatemala.

Del 23 de julio al 27 de agosto de 1906, Guatemala estuvo representada en la tercera Conferencia Internacional Americana por el licenciado Antonio Batres Jáuregui, quien escribió un detallado reporte que fue impreso en toda su extensión en varias tiradas del diario oficial El Guatemalteco. El principal acuerdo fue sobre derecho internacional: se ratificó la adhesión al principio de arbitraje y se recomendó la reorganización de la oficina de las repúblicas americanas encargada de coadyuvar a la efectividad de los pactos.[12]



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