Guillermo (o Guillem) Cifré Figuerola, conocido por su primer apellido, Cifré (Barcelona, 22 de noviembre de 1922-4 de noviembre de 1962), fue un historietista, ilustrador y animador español, creador de algunos de los personajes más representativos de la llamada "escuela Bruguera", como El repórter Tribulete y Don Furcio Buscabollos, y del tipo iconográfico del solterón (Cucufato Pi, Golondrino Pérez). También fue, con Peñarroya, el portadista "oficial" de muchas de las publicaciones de la casa, hasta su prematura muerte.
Debido a ello, se le considera uno de los "cinco grandes" de la editorial en los años 50, junto a Conti, Escobar, Giner (este, dibujante realista) y Peñarroya. Es el padre del también historietista Guillem Cifré.
Ya en el colegio, creaba una revista de 4 páginas que vendía a sus propios compañeros.
Su carrera profesional comenzó, junto a otros futuros dibujantes de Bruguera, en los estudios de Dibujos Animados Chamartín, donde participó en la producción de series como Civilón (1942-1944) y Garabatos (1943-1945). En 1947 empezó a trabajar para la editorial Bruguera, creando las series El repórter Tribulete, que en todas partes se mete (1947), Las tremebundas fazañas de Don Furcio Buscabollos (1947), Cucufato Pi (1949) y Amapolo Nevera (1952) para las revistas "Pulgarcito" y "El DDT".
En esta época, trabajaba con sus amigos Escobar y Peñarroya en un estudio alquilado. Gustaban de la recogida de rovellones en los meses de otoño y de gastarse bromas mutuamente, incluso en sus obras. Cifré era también un gran aficionado al fútbol y a la pintura (óleo, acuarelas o carboncillo). Tuvo entonces (1952) a su hijo Guillem.
En 1957, junto con éstos y otros compañeros de la editorial, Carlos Conti y Eugenio Giner, crea una empresa independiente que comienza a publicar una nueva revista, Tío Vivo, manteniendo los esquemas típicos de las revistas Bruguera. Para esta revista, Cifré dibuja nuevos personajes, como Golondrino Pérez, Rosalía y El sabio Megatón, todos ellos de 1957.
Tras el fracaso económico de Tío Vivo, vuelve a Bruguera, para la que continúa creando personajes, entre los que destaca Pepe Despiste (1959), Cepillo Chivátez (1960) y Don Tele (1960). Colabora además en otras publicaciones ajenas a la editorial, como el diario deportivo Dicen, para el que crea la tira cómica de Don Césped. A principios de los años sesenta realizó también algunos chistes para revistas de historietas alemanas y británicas a través de agencias.
En opinión del investigador Juan Antonio Ramírez, la obra de Guillermo Cifré se caracteriza por su extraordinaria movilidad narrativa.
Según el investigador Luis Gasca, Guillermo Cifré fue «el más acertado mantenedor del estilo Pulgarcito». Sus tipos iconográficos y su estilo sirvieron de inspiración para dibujantes posteriores.
Armando Matías Guiu lo considera uno de los tres artistas más importantes de la Escuela Bruguera junto a Conti y Escobar. Jesús Cuadrado va más allá, y señala que fue uno de los grandes del tebeo de postguerra, junto a Vázquez y Ripoll G., destacando en todos ellos su causticidad, capacidad de sufrimiento, ingenio, amor al medio y cultura.
En 1969, la Primera Reunión Nacional de Dibujantes de Historietas le otorgó a título póstumo su primera medalla.
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