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Héctor Belascoarán Shayne



Héctor Belascoáran Shayne es un personaje literario creado por el escritor hispano-mexicano Paco Ignacio Taibo II. Este detective protagoniza las diez novelas que conforman la serie Todo Belascoarán Shayne.[1]​ Su primera aparición fue en 1976 cuando se publicó Días de Combate.

Es hijo de José María Belascoarán Aguirre, un capitán de marina de origen vasco y de Shirley Shayne de Belascoarán, una cantante de folk de origen irlandés, además tiene dos hermanos menores Carlos Brian Belascoarán Shayne y Elisa Belascoarán Shayne.

Ronda los treinta años, está retirado pues renunció a su empleo como ingeniero electromecánico en la compañía General Electrics y se divorció de su primera esposa. En palabras de Taibo II, Belascoarán Shayne es “desarraigado, fugado de la clase media, curioso hasta la locura, terco obsesivamente; repleto de un sentido del humor a la mexicana, negro, algo tristón”.[2]

A pesar de que las descripciones físicas de Héctor no abundan en la narrativa, cabe mencionar que, debido a su difícil empleo, termina la serie con un parche en el ojo izquierdo, cojea levemente del pie derecho y tiene heridas de bala en la espalda, además de las infinitas cicatrices que construyen todo su cuerpo.

Héctor Belascoarán Shayne se convirtió en detective mediante un curso por correspondencia cuyo costo fue de trecientos pesos. Compró y registró una pistola a su nombre, alquiló un despacho junto a un compañero, el plomero Gilberto Gómez Letras.

“Me metí a detective porque no me gustaba el color que mi mujer quería para la alfombra, el diploma me lo dieron por trecientos pesos y nunca leí novelas en inglés”[3]

“-Teodoro piensa que no son suficientes motivos para ser detective apellidarse Belascoarán Shayne. Ser hijo de un capitán de marina vasco y una cantante irlandesa de folk-

-No son motivos suficientes. Pero suena muy Neoyorquino, […]

Héctor revisó sus motivos y actos seriados, casi mecánicos de los últimos días.

Alquilar un despacho, compartirlo con un plomero, poner un escritorio viejo sacado de la Lagunilla, hacer colas interminables para sacar una licencia de detective, terminar comprándola en una academia que daba cursos por correspondencia, conseguir una pistola, registrarla, sacar cédula profesional. Sentarse en el escritorio y esperar fumando“[4]

El resto de conocimiento necesario para ser un buen detective lo adquiere a través de la experiencia directa, también suele tomar ideas de las películas gringas sobre detectives, de las acciones comunes de un buen héroe de acción:

“Héctor avanzó hacia los dos cuerpos […] sosteniendo el colt con las dos manos y apuntando hacia los cuerpos caídos a media calle, en una postura aprendida en los programas policíacos de televisión”[5]

“En las buenas novelas policíacas, los pasos eran claros; hasta cuando el detective se desconcertaba, su desconcierto era claro.”[6]

Por otro lado el personaje replica un lenguaje coloquial, los efectos de sentido[7]​ que provocan el uso de frases cotidianas o de palabras que pertenecen al registro del lenguaje popular de la ciudad de México, permiten la posibilidad de generar empatía con él y existe un reconocimiento con el espacio que se narra.

Existe la posibilidad de que su nombre “Héctor” dote al personaje de una carga simbólica la cual termina de agregar los elementos constitutivos de su ser y hacer. Héctor es el nombre del héroe griego que se encargaba de proteger la ciudad de los aqueos. Belascoarán Shayne también se encarga de proteger a la ciudad, sin embargo esta protección recae en la forma en que el detective se une a ella, como se complementan, así “ayudan a construir este efecto de sentido a quién llamamos personaje”.[8]

“Héctor estaba hundido en el sillón de plástico y miraba hacia la calle mientras fumaba. Los hombrecitos del suelo, los arbolitos, los cochecitos. La ciudad diminuta y suave, blandengue y sonrosada. La ciudad lenta, de clase media afable. La ciudad inventada por los que viven en un séptimo piso.”[9]

“El entorno puede contarnos la heroicidad de un personaje, al servirle de relieve o de contraste”,[10]​ la mayoría de las novelas se desarrollan en la Ciudad de México (con excepción de Algunas Nubes y de Adiós Madrid), por lo tanto es esta la que construye, casi por completo, el entorno del detective.

“La única posibilidad de sobrevivir era aceptar el caos y hacerse uno con él en silencio. Tomarse a broma, tomar en serio la ciudad, ese puercoespín lleno de púas y suaves pliegues. Carajo, estaba enamorado del D.F. Otro amor imposible a la lista. Una ciudad para querer, para querer locamente. En arrebatos.”[11]

Las amplias descripciones del espacio, de las personas, del clima, de los momentos logran identificar este otro efecto de sentido con ciertas facetas de la ciudad real. “Héctor esperó a que el metro llegará y lo abordo […] Ella bajó en Allende y Héctor la siguió […] la mujer bajó hacia el sur por 5 de mayo”.[12]

Es la ciudad quien ayuda a construir la identidad de Belascoáran Shayne, un hombre treintón clase mediero que se camufla entre sus habitantes, no es posible negar la carga social que contiene esta serie de novelas negras, por lo tanto tampoco se puede ocultar la carga ideológica de izquierda apolítica del personaje. Todas las transformaciones morales, que lo conducen por caminos peligrosos y difíciles, los cuales están determinados por la forma en que se configura la vida que mueve a la ciudad, y las trasformaciones psicológicas, que provocan su inestabilidad, también son producto del estrés citadino, de los trámites burocráticos y la desesperación de ser él quien lucha contra el sistema al mismo tiempo que se vuelve parte de él: “percibía al Estado como el gran castillo de la bruja de Blanca Nieves, del que no solo salían Halcones, sino también diplomas de ingeniero y la programación de Televisa”.[13]

Su método, a diferencia del de muchos de los detectives más famosos de la literatura no es completamente racional, Héctor se asume como un detective distinto: “él se encontraba en la línea de los detectives inductivos, cuasimetafísicos, de carácter impresionista, al que le valen verga las huellas digitales”.[14]​ Se deja llevar por sus impresiones, las cuales comparte con todos los personajes allegados al mismo y gracias a esto logra descifrar los enigmas, aun cuando muchas preguntas quedan sin resolver.

Está conformada por diez volúmenes: :

Originalmente la serie Belascoarán Shayne estaría conformada por tres libros: Días de combate, Cosa Fácil, No habrá final feliz. Sin embargo gracias a su éxito editorial, la serie se extendió a los diez libros que conocemos ahora.[15]

LENCHEROS, Erika, El detective Héctor Belascoáran Shayne, Un héroe sin atributos o los dones de la ironía, Bogotá, 2008. Tesis, Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Ciencias Sociales, 132pp.

OROPEZA BORJA, Jaime Gabriel, Un detective hardboiled a la mexicana: Héctor Belascoarán Shayne, de Paco Ignacio Taibo II, México, 2013. Tesis, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras. 76 pp.

PARRA SÁNCHEZ, Diego. "El perfil del detective en la literatura criminal de Taibo II: Héctor Belascoarán Shayne o la humanización del héroe detectivesco." (2015): RACO, EBSCOhost (accessed March 5, 2017).

WYELS, Joyce Gregory. "En busca de secretos en la ciudad de México: siguiendo los pasos de su famoso detective, el escritor Paco Ignacio Taibo II acompaña a la autora a explorar los enigmáticos iconos de la capital." Americas (Spanish Edition), 2005. 20, InfoTrac Informed! EBSCOhost (accessed March 75 2017).



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