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Hembrismo



Hembrismo es un discutido[1][2][3][4]neologismo en español usado con distintas acepciones.[5]​ Puede funcionar como sinónimo de misandria o desprecio a los hombres.[6][7][8][9][10]​ Otras veces se define como discriminación sexual contra los varones,[11]​ sesgos de género que perjudican a los varones en acciones u opiniones,[12]​ e incluso se usa para referirse al supuesto uso interesado del prestigio político ganado por el feminismo para promover un ideario represivo contra los hombres.[13]​ La palabra habría sido construida en analogía a la palabra machismo.[1]

Algunos autores afirman que en ocasiones el feminismo conlleva actitudes de desprecio al género masculino[14][15][16][17][18][19]​ que podrían describirse como hembrismo, siendo un ejemplo de sexismo y suponiendo una actitud contraria a la naturaleza igualitaria del feminismo.[20]​ Según algunas posturas feministas, el uso del término hembrismo habría aparecido exclusivamente por el miedo de ciertos varones «a perder los privilegios que obtienen por el sistema patriarcal en vez de por una misandria institucionalizada».[3][1]

El hembrismo es un tipo de sexismo, una opinión siempre favorable a la mujer en acciones u opiniones.[12]​ Su significado es la contraparte del machismo, por lo que puede incluirse dentro del fenómeno del sexismo y la discriminación sexual, sólo que con este término se expresarían aquellas discriminaciones y prejuicios que favorecen a las mujeres y dañan a los hombres. Manuel Alvar Ezquerra, catedrático de Lengua Española de la Universidad Complutense de Madrid, aporta la siguiente definición del término:[11]

El término se usa entre activistas de colectivos como puedan ser las Asociaciones de Padres de Familia Separados y movimientos masculinistas o activismo de derechos de los hombres. Haciendo uso de este término han criticado aquellas acciones llevadas a cabo por sectores sociales y políticos las cuales han desarrollado, según sus oponentes, un ventajismo político, social, cultural y legal a favor de la mujer perjudicando directamente a los hombres.[21]

Para los usuarios del término, el hembrismo parte de un proceso de análisis parcial y selectivo de la discriminación sexual considerando únicamente dentro de la misma aquellos aspectos sociales e históricos que han perjudicado a la mujer, a la vez que mantiene en la invisibilidad los que han perjudicado a los hombres.[22][23]

El escritor Enrique Serna considera, en un artículo tachado en la misma revista como "misógino" por cargar contra las lesbianas,[24]​ que el hembrismo es el ensañamiento que tiene el feminismo «contra la parte derrotada por sus logros», lo que deriva en algo muy parecido al machismo que aquella ideología criticaba.[13]

Una definición alternativa a la común para la misma palabra fue usada dentro de ciertos círculos académicos de la sociología y la psicología para referirse a patrones que consideraban como sumisión femenina extrema.[25]​ El sociólogo Pierre Bourdieu, en su clásico La dominación masculina,[26]​ considera que la cultura impone a las mujeres una actitud extremadamente sumisa y Juan Plaza señala que, para el sociólogo, el machismo sería el rol de dominador que reproducen los varones mientras que el hembrismo sería el rol de dominada que reproducen las mujeres.[27]​ El concepto de hembrismo, en este contexto, se refiere a un rol de dominada que reproducirían las mujeres dentro de la sociedad. Así es como lo definen la filósofa Victoria Sendón de León,[28]​ o el psicólogo Víctor Albores García, para quien este hembrismo «se caracteriza por una exagerada actitud de sumisión, pasividad, dependencia, abnegación y resignación».[29]​ Esta visión se caracterizaría, según el psicólogo Roberto Swazo, por la abnegación que les inspiraría el marianismo basado en una imagen idealizada de la mujer siguiendo a la Virgen María, lo cual les otorgaría una «superioridad moral» por sobre los varones, por ejemplo, al aceptar abnegadamente las infidelidades de sus esposos ya que serían las mujeres las responsables de mantener la unidad del hogar y la familia. Según esta definición de hembrismo, les cabría a las mujeres la devoción hacia sus esposos e hijos por encima de sus propias necesidades.[30]​ Según la psicóloga Joanna English Morse, esto es lo que las mujeres latinas marianistas considerarían que les da «superioridad moral por sobre los varones».[31]​ De lo que se sustrae que, paradójicamente, el término tuvo históricamente acepciones divergentes a la contemporánea.

Para la periodista Monserrat Barba, desde el punto de vista del feminismo de género, la palabra «hembrismo» para criticar a las feministas es un producto derivado del machismo, y el término se usa con el objeto expreso de ridiculizar las posiciones feministas y así perpetuar un desequilibrio social favorable a los hombres frente a las mujeres. Esta periodista critica su equiparación al machismo, porque para ella no existen grupos organizados cuyo propósito sea menoscabar los derechos de los hombres.[1]​ La escritora María Elena Simón Rodríguez también considera equivocado el uso del término como sinónimo de feminismo radical.[2]​ La periodista Vanessa Rivera de la Fuente sugiere que el término hembrismo se usa para dividir a las mujeres y evitar que formen un frente común frente a las discriminaciones de género que aún existen.[3]

La escritora feminista Barbijaputa opina que el hembrismo es una entelequia:

Barbijaputa sería también acusada de hembrista por María Blanco en su libro de 2017 Afrodita desenmascarada.[32]



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