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Hermanos del libre espíritu



La organización de los hermanos del Libre Espíritu o hermanos y hermanas del Libre (o Gran) Espíritu,[1]​ conocidos también como begardos/guinas o picardos en Alemania y turlupines en el norte de Francia,[2]​ fue un grupo religioso (o más bien una serie de «grupos dispersos que coinciden en algunos aspectos pero difieren en otros muchos incluidos los rituales y las creencias»),[3]​ de carácter «impío, libertino y licencioso»,[4][5]​ surgido en los Países Bajos y Renania (actual región de Alemania) a mediados del siglo XIII (de donde se extendieron hasta el XV por el valle del Rin [especialmente en Colonia], Austria y Bohemia),[6]​ de cuyas peculiaridades se han venido destacando a lo largo del tiempo su consideración de la absoluta desinhibición a la hora de exhibirse desnudos en público como prueba de haber alcanzado el mayor grado posible de perfección espiritual o pureza originaria descrita en Génesis 2:25,[7][8]​ así como la celebración de frecuentes bacanales y orgías en las que se realizaban todo tipo de prácticas y perversiones sexuales (indistintamente entre individuos de diferente o del mismo sexo) como felaciones y masturbaciones grupales, necrofilia, sadomasoquismo, voyerismo, zoofilia y otras «que el pudor no nos permite fiar a la pluma» (a las que llamaban sus «sacramentos»),[9]​ inspiradas paralelamente en su creencia de que el creyente que había alcanzado la perfección por medio de la simple contemplación de la divinidad «podía disfrutar de todos aquellos deseos carnales que desease»,[10]​ lo que atrajo desde el primer momento tanto a modestos tejedores de la zona de Flandes como a conocidas personalidades del mundo de las finanza, la política o el arte, más concretamente El Bosco quien, según la «estrepitosa tesis» del historiador del Arte alemán Wilhelm Fraenger,[11]​ habría representado el nudismo ritual de los hermanos (practicado «con la intención de recuperar la inocencia primitiva del arquetipo adánico»)[12]​ en su obra titulada El jardín de las delicias:[13][14][15][16][17]

Si bien el movimiento primitivo fue duramente reprimido en todas aquellas áreas en que consiguió implantarse cabe destacar que buena parte de sus prácticas (sobre todo las más licenciosas) se fueron incorporando progresivamente a otras organizaciones clandestinas como la de los Homines Inteligentiæ (activa en los Países Bajos y la zona del Rin a lo largo de los siglos XIV y XV uno de cuyos dirigentes fue el monje carmelita Willem van Hildernissen juzgado como «hereje» por el tribunal episcopal de Cambrai en 1411)[1]​ o la denominada secta «de los Libertinos» (liderada ya en el primer cuarto del XVI por unos tales Quintin y Copin o Corin).[19][13]

En su voluminoso Diccionario de Teología el abate Bergier puntualizó sobre estos últimos aspectos:



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