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Hipersomnia



La hipersomnia primaria (o hipersomnia recurrente o hipersomnia idiopática, o también en terminación masculina: hipersomnio primario o hipersomnio recurrente o hipersomnio idiopático) es uno de los denominados trastornos intrínsecos del sueño. Se caracteriza por dormir muchas horas y aun así seguir cansado durante el día; a las personas que sufren de esta condición les cuesta mucho despertarse después de sus horas de sueño.

Ello causa deterioro funcional significativo, en ausencia de insomnio o de otro trastorno psíquico o mental, que no sea efecto del uso de substancias psicotrópicas o de fármacos.

A quienes padecen hipersomnia les acontecen episodios recurrentes de somnolencia diurna excesiva, a pesar de que la persona duerma largas horas durante la noche previa. Esta somnolencia diurna difiere de la sensación común de cansancio causada por interrupción del sueño nocturno. A estos pacientes les es imperativo descansar o tomar lo equivalente a siestas en momentos y lugares inadecuados: en el trabajo o durante una cena fuera de casa. Las siestas normales, diurnas, generalmente son largas y no aportan mejoras en los síntomas.

A las personas con hipersomnia se les dificulta levantarse en la mañana y se sienten desorientados. Es común que tengan que usar varios despertadores y alarmas para obligarse a despertar. Otros síntomas pueden incluir ansiedad, irritabilidad, falta de energía, pensamientos lentos y dificultad para memorizar. Algunos pacientes incluso pierden capacidad para interactuar socialmente en la familia o en el trabajo.

Causas de hipersomnia pueden ser lesiones cerebrales, trastornos como depresión clínica, uremia, hiperglucemia y fibromialgia. La hipersomnia puede constituir también un síntoma de otros trastornos del sueño: narcolepsia, apnea del sueño, síndrome de piernas inquietas y síndrome de Kleine-Levin.

Así mismo puede ser efecto secundario de ciertos medicamentos. En estos casos es secundaria: no es primaria, ni idiopática. Un factor desencadenante puede ser también la predisposición genética.

Para inferir un diagnóstico deben ocurrir síntomas al menos durante un mes (tres meses según los más recientes criterios de la ICSD de 2005) e impactar significativamente la vida del paciente.

El tratamiento es sintomático. Se pueden prescribir estimulantes como anfetaminas, metilfenidato y modafinilo. Entre otras drogas para el tratamiento existen la levotiroxina, levodopa, bromocriptina, antidepresivos e IMAOs. Los pacientes deben evitar así mismo consumos excesivos de café y de alcohol.



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