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Hipertrigliceridemia



La hipertrigliceridemia es la presencia de una concentración de triglicéridos en la sangre superior a 150 mg/dl. Se asocia al aumento del riesgo de desarrollar enfermedad coronaria, si bien el ajuste estadístico por otros factores de riesgo atenúa su nivel de influencia en forma independiente. La hipertrigliceridemia muy elevada, se asocia con el desarrollo de pancreatitis.[1][2][3][4][5]

Para la determinación del nivel de triglicéridos es necesario realizar un análisis sanguíneo precedido de 12 horas de ayuno, y en general una cantidad de triglicéridos superior a 200 mg/dL en sangre es considerada hipertrigliceridemia. Esta afección no tiene por qué estar asociada a un aumento significativo en los niveles de colesterol (hipercolesterolemia). [6]

El exceso de triglicéridos en el plasma tiene efectos a nivel cardiovascular. Un meta-análisis de miles de pacientes concluyó que un aumento de 1 mmol/l de triglicéridos (87.5 mg/dL) aumenta el riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular en 32 % en hombres y 76 % en mujeres.[7]

La hipertrigliceridemia tiene numerosas causas, desde problemas genéticos, como la hiperlipidemia familiar combinada, hasta secundarias a la dieta y la falta de actividad física, u otras enfermedades como la diabetes. En general, mientras más altos son los niveles de triglicéridos en la sangre, más probabilidad es de que se trate de una enfermedad genética. [8]

Las causas pueden ser:[9]

Los triglicéridos de la dieta se absorben en el intestino delgado, son secretados en el sistema linfático y luego ingresan a la circulación sanguínea como quilomicrones por el ducto torácico. Los músculos y el tejido adiposo retiran parte de los triglicéridos de los quilomicrones, y los que quedan en ellos son captados en el hígado y metabolizados en lipoproteínas ricas en colesterol. Si bien la mayoría de los triglicéridos que se encuentran en la sangre provienen de la absorción intestinal, el hígado produce y secreta una pequeña cantidad de triglicéridos. Las apolipoproteínas son proteínas que se asocian con los lípidos para asistir en el ensamblaje, transporte y metabolismo de estos elementos. Cualquier defecto en estas proteínas o en las enzimas que participan en estos procesos puede resultar en una hipertrigliceridemia.[5]

Los mecanismos que unen las enfermedades cardiovasculares con la hipertrigliceridemia son complejos, porque hay condiciones metabólicas (como la obesidad, y la diabetes) que se asocian tanto a la hipertrigliceridemia como a la enfermedad cardiovascular. Además, las lipoproteínas ricas en triglicéridos pueden aportar directamente a la formación de las células espumosas de la placa de ateroma.[9]

La hipertrigliceridemia también aumenta el riesgo de sufrir pancreatitis aguda, especialmente con valores por sobre 1000 mg/dL.[9]​ El riesgo de sufrir estas enfermedades disminuye al recibir un adecuado tratamiento.

En general la hipertrigliceridemia no da síntomas ni signos. Cuando existen quilomicrones en el plasma, puede aparecer una capa cremosa flotando en el plasma cuando se refrigera una muestra sanguínea por varias horas.[10]​ Algunas manifestaciones clínicas pueden ocurrir con niveles muy altos de triglicéridos, como pequeñas pápulas amarillentas en la piel (xantomas eruptivos), alteraciones a nivel ocular (lipemia retinalis), o xantomas tuberosos, que son más grandes, anaranjados, y ocurren en los codos o rodillas del paciente. [9]

Para el tratamiento de todos los pacientes con hipertrigliceridemia, será necesario enseñar al paciente a que aprenda a modificar el estilo de vida, es decir, la práctica de ejercicio físico, el abandono del hábito tabáquico y la modificación de la dieta. Algunas recomendaciones dietéticas son: reducir la ingesta de alcohol, de azúcares refinadas y de féculas refinadas y limitar el consumo de frituras, rebozados, grasa visible, derivados lácteos con contenido graso y pastelería. Además, las personas con sobrepeso deberán someterse a un régimen especial. El consumo de ácidos grasos omega-3 ha demostrado disminuir los niveles de triglicéridos. [9]

Si la hipertrigliceridemia es muy alta y, por consiguiente, está en riesgo la persona de un problema cardiovascular fatal, entonces el tratamiento a elegir será sin duda farmacológico. Los fármacos de primera elección frente a este problema son los fibratos, y la segunda elección son las estatinas. Se estima que el uso de los primeros genera un descenso de entre el 20 y el 50 por ciento de los triglicéridos, y que el empleo de estatinas provoca un descenso de entre el 10 y el 25 por ciento. El descenso será mayor si los valores iniciales de triglicéridos eran superiores a 250 mg/dL.

Otros fármacos que pueden usarse en el tratamiento son la niacina (vitamina B3), o su derivado el acipimox, y los inhibidores de la absorción del colesterol, como el ezetimibe.



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