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Historia del Virreinato del Perú



Con el aislamiento de Manco Inca en la región de Vilcabamba a partir de 1541, concluyó la conquista llevada a cabo por Francisco Pizarro y dio comienzo el desarrollo del asentamiento colonial en el área dominada hasta ese momento por el Imperio inca (o Tahuantinsuyo) que, a partir de las nuevas leyes en 1542, entró a formar parte del Virreinato del Perú. Así durante el reinado del rey de España, Carlos V, por real cédula firmada en Barcelona el 20 de noviembre de 1542, se creaba el Virreinato del Perú, en reemplazo de la antigua Gobernación de Nueva Castilla, otorgada a Pizarro. Su demarcación incluyó con el tiempo el espacio comprendido entre los actuales Panamá y Chile, de norte a sur, a excepción de la actual Venezuela, y, hacia el este, hasta Argentina, con la excepción de Brasil, que pertenecía al Imperio portugués.

El primer virrey fue Blasco Núñez Vela, nombrado por real cédula del 1 de marzo de 1543. Sin embargo no pudo ejercer la autoridad real debido a los enfrentamientos entre los partidarios de Francisco Pizarro y Diego de Almagro por el dominio del Virreinato del Perú. Fue asesinado por Gonzalo Pizarro. El asesinato de la primera autoridad del rey produjo mucha consternación en España, entonces, la corona dispuso castigar severamente a quien había atentado contra el virrey, el representante del rey en territorios conquistados. Para ello, Carlos V envió a Pedro de la Gasca, con el título de pacificador para solucionar esta situación. Ya en el Virreinato del Perú, La Gasca ―seguro de haber infundido la semilla de la traición entre los partidarios de Gonzalo Pizarro― se enfrentó al conquistador, cerca del Cuzco, en 1548. Gonzalo Pizarro vio que sus capitanes se pasaron al bando de La Gasca y la derrota para él resultó aplastante. Conducido a la ciudad del Cuzco fue ejecutado por delito de alta traición al rey.

Unos años después, en 1551, fue nombrado virrey Antonio de Mendoza, luego de haber ejercido el cargo en el virreinato de Nueva España. Tras casi 40 años de desorden administrativo, el virreinato peruano encontró a un eficiente conductor en Francisco de Toledo quien, entre 1569 y 1581, logró establecer el marco político-administrativo que regiría por muchos años en el Perú colonial.

Apenas llegado a tierras peruanas, Toledo se informó de todo cuanto había sucedido en el virreinato y de cuáles habían sido las políticas seguidas hasta ese momento. Reconoció la inexistencia de un adecuado sistema tributario, pues no había un registro del total de habitantes del virreinato. Toledo realizó varias visitas generales a distintas partes del virreinato y, por primera vez, se tuvo registro de los recursos humanos y naturales del Perú. Tras saber el número de posibles tributarios estableció las reducciones: pueblos indígenas en los que se agrupaba a un número de indios (alrededor de 500 familias). Así se sabía con exactitud la cantidad de tributo que debían entregar.

Francisco de Toledo impuso la distribución del trabajo indígena por medio de la mita. Mediante el empleo de ésta, el virrey Toledo proveyó de mano de obra a las minas de Potosí (productora de plata) y Huancavelica (de la que se extraía mercurio, necesario para la purificación argentífera), logrando así convertir al Perú en uno de los centros más importantes de producción de plata en el mundo entero.

Sin duda, Francisco de Toledo sentó las bases del virreinato peruano pues logró lo que parecía imposible: la ordenación administrativa y política de todo el amplio territorio español del Virreinato del Perú. A partir de su obra, los virreyes que siguieron lograron hacer del Virreinato del Perú el más importante virreinato de América.

En el siglo XVIII, destacaron las figuras de los virreyes que introdujeron las medidas creadas por el reformismo llevado a cabo por la Casa de Borbón, especialmente Manuel de Amat y Junyent (que gobernó entre 1761 y 1776), Manuel de Guirior (1776-1780), Agustín de Jáuregui (1780-1784) y Teodoro de Croix (1784-1790), destinadas a revitalizar la administración colonial con actuaciones como la incorporación del sistema de intendencias. Con él se intentó profesionalizar el gobierno, sustituyendo las inoperantes figuras de los corregidores y los alcaldes mayores, dedicando especial interés a todo lo relacionado con la Hacienda.

La reorganización territorial llevada a cabo a lo largo del siglo XVIII, mediante la cual se desmembraron dos territorios del virreinato para conformar otros dos: el Virreinato del Río de la Plata en 1776; y el Virreinato de Nueva Granada en 1717, restaurado en 1739 tras un periodo de supresión, supuso la pérdida de protagonismo en su capacidad comercial y gran parte de su espacio territorial.

En el siglo XIX, el virrey José Fernando de Abascal y Sousa hizo del Virreinato del Perú, el último baluarte, reducto y centro imperial de España; desde este virreinato se reprimió toda manifestación de signo independentista en las colonias de España en Sudamérica, se contuvo la Revolución argentina (1810), se reconquistó Chile, se sofocó los levantamientos de Nueva Granada y se debeló todo intento revolucionario en el propio virreinato...

El Virreinato del Perú terminó oficialmente con la rendición del virrey José de la Serna e Hinojosa ante las fuerzas de Simón Bolívar tras la Batalla de Ayacucho (1824).

Se cree que la resistencia indígena duró un corto tiempo, solo durante la invasión española; pero eso no es cierto. Las constantes luchas con los invasores fue el pan de cada día principalmente en las zonas más alejadas de Lima.



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