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Hoax



Un hoax (o bulo en España) es una falsedad articulada de manera deliberada para que sea percibida como verdad. El anglicismo se popularizó en español al referirse a engaños masivos por medios electrónicos, especialmente Internet. También comparte significado con otro popular anglicismo: fake.

A diferencia del fraude, el cual tiene normalmente una o varias víctimas específicas y es cometido con propósitos delictivos y de lucro ilícito, un hoax tiene como objetivo el ser divulgado de manera masiva, para ello haciendo uso de la prensa oral o escrita así como de otros medios de comunicación, siendo Internet el más popular de ellos en la actualidad y encontrando su máxima expresión e impacto en los foros, en redes sociales y en las cadenas de mensajes de los correos electrónicos. No suelen tener fines lucrativos o al menos ese no es su fin primario, sin embargo pueden llegar a resultar muy destructivos.

El filólogo inglés Robert Nares (1753–1829) considera que la palabra hoax (pronunciado /howks/) fue creada a fines del siglo XVIII como una contracción del verbo hocus, que significa «engañar»[1]​ o (de acuerdo al diccionario Merriam-Webster) «entorpecer, a menudo, con licor»[2]Hocus es una contracción del hechizo mágico hocus pocus,[2]​ cuyo origen es discutido.

Se podría decir que los hoax han sido una constante en la historia de la humanidad, ligados a la propia psicología humana, ya desde las primeras y más antiguas civilizaciones hay constancia de la existencia de los mismos, ya sea por un interés económico, político o de cualquier otra índole. En esta sección se ofrecen algunos ejemplos sonados de la historia:

A pesar de la extendida imagen que se tiene en la cultura popular de Nerón tocando la lira mientras observa cómo arde Roma, muchas fuentes atestiguan que no se encontraba ese día en Roma: las fuentes lo sitúan en Antium. E incluso la arqueología ha demostrado que el incendio fue fortuito.

Existen numerosos rumores e incluso testimonios de asesinatos de cristianos devorados por los leones. Según el arqueólogo Nestor J. Marqués, esta condena existió pero solo para determinados delitos, no por cuestiones religiosas, asimismo, cree que hay “mucho mito” en las persecuciones de cristianos. “En tres siglos fueron condenados unos pocos cientos, concentrados en un periodo de 13 años. E incluso en los edictos romanos contra los cristianos, se decía claramente que no hubiera derramamiento de sangre si no era necesario”.[3]

Con el paso de los siglos, lejos de esclarecerse estos sucesos, se han ido asentando y consolidando aún más, bien por industrias como Hollywood[4]​ y sus célebres superproducciones que han contribuido a prolongar la desinformación en estos ámbitos, o bien por instituciones como la eclesial, que se beneficiaba de un relato de victimismo, como así atestigua el siguiente autor:

Se trata de emails así como mensajes (en forma de texto, de imágenes o de vídeos) en distintas redes sociales con contenido falso o engañoso y atrayente. Normalmente es distribuido en cadena por sus sucesivos receptores debido a su contenido impactante que parece provenir de una fuente seria y fiable, o porque el mismo mensaje pide ser reenviado, esgrimiendo una "recompensa" automática al lector si sigue esta instrucción (por ejemplo: queda libre de que su móvil se infecte) y produciéndole un efecto placebo automático (por ejemplo: sentir que ayuda a sus contactos, al otorgarles una información de supuesta relevancia y que hasta ese momento desconocían) .[6]

Las personas que crean hoaxes suelen tener como objetivo captar indirectamente direcciones de correo electrónico (para mandar correo masivo, virus, mensajes con suplantación de identidad, o más hoaxes a gran escala), o también engañar al destinatario para que revele su contraseña o acepte un archivo de malware, así como confundir o manipular a la opinión pública de la sociedad.

Básicamente, pueden ser alarmas sobre virus incurables;[7]​mensajes falsificados sobre desastres naturales o alertas sanitarias de gran interés público, falacias sobre personas, instituciones o empresas, mensajes de temática religiosa;[8]​ cadenas de solidaridad;[9]​ cadenas de la suerte;[10]​ métodos para hacerse millonario;[11]​ regalos de grandes compañías;[12]leyendas urbanas;[13]​ y otras cadenas.[14]

Según una investigación del Instituto Tecnológico de Massachusetts, los hoaxes se comparten un 70% más que las noticias reales y, como lo hacen más, también se propagan a mayor velocidad, tanto, que una noticia verdadera tarda seis veces más que una que no lo es en lograr el mismo alcance.[15]

La Asociación de Internautas, grupo independiente de internautas en pro de los derechos de los usuarios de Internet, ha realizado un estudio independiente a 3129 internautas,[16]​ demostrando que cerca de un 70 % no sabe distinguir entre información veraz y hoaxes.

Algunas de las pautas para reconocer si cierta información es un hoax o no, son:[17][18]

A diferencia de España, la palabra «bulo» en Argentina y Uruguay significa un lugar personal y privado, normalmente un apartamento, reservado solamente para encuentros privados.[20]​ De igual e indistinta manera puede referirse a un lugar (casa o apartamento) donde se ejerce la prostitución.



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