La honda es una de las armas más antiguas de la humanidad. Consiste básicamente en dos cuerdas o correas en cuyos extremos se sujeta un receptáculo flexible desde el que se dispara un proyectil. Agarrado el artilugio por los otros dos extremos opuestos, se le da varias vueltas de manera que el proyectil adquiera velocidad y después se suelta una de las cuerdas para liberarlo, alcanzando este gran distancia y poder de impacto. Los materiales empleados en su construcción son muy diversos, tradicionalmente cuero, fibras textiles, tendones, crin, etc. Los proyectiles pueden ser piedras naturales redondeadas, o labradas con bastante precisión, arcilla cocida o secada al sol, plomo moldeado, etc. Al tener un alcance mayor que el arco y la flecha fue una innovación en el mundo de las armas. Debido al bajo presupuesto dedicado a los palestinos cuando estaban en guerra, estos se defendían con las hondas.
En el contexto de usos de entretenimiento y juegos infantiles, se emplea también el término «honda» para designar a lo que en varios países de Latinoamérica se llama resortera y gomera, y en España, tirachinas. Sin embargo, este último es un instrumento de reciente aparición, ligada al uso del caucho. Está compuesto por el anillo donde va el dedo. La clásica está hecha de cuerda.
El origen de la honda se remonta a los tiempos prehistóricos, quizás al final del Paleolítico, en el que se usaría exclusivamente como arma de caza. Pero las evidencias arqueológicas de su existencia corresponden ya a la época del Neolítico, cuando aparecen en el área de Oriente Próximo grandes cantidades de proyectiles de arcilla cocida, asociados a usos bélicos.
Como herramienta asociada al pastoreo la honda se usaría desde el Neolítico hasta nuestros días.
En la antigüedad clásica, la honda fue usada por griegos, cartagineses, romanos, etc.
Fueron famosos en todo el orbe antiguo los honderos baleares, que eran contratados como mercenarios por los diferentes ejércitos de la Antigüedad. Eran entrenados desde la infancia en la destreza con la honda y llevaban tres tipos de distinta longitud, según la distancia de lanzamiento. Se decía que su precisión y potencia no tenían parangón.
El uso de proyectiles de plomo, inventado por los griegos, haría de la honda un arma temible dada su mayor potencia de impacto y alcance; a esto se unía el pequeño tamaño de los proyectiles, que eran capaces de penetrar en el cuerpo a la manera de una bala, además de hacerlos invisibles por el aire. Como arma de guerra, la honda se utilizaría todavía durante toda la Edad Media, llegando a convivir incluso con los primitivos cañones.
La honda también se usó en las Américas para la caza y la guerra. Un uso notable fue en la resistencia Inca contra los conquistadores españoles. Estas hondas, denominadas huaraca, suelen tener una "cuna" que es larga y delgada y presenta una hendidura relativamente larga. Las hondas andinas fueron construidas con colores contrastantes de lana; las trenzas complejas y la mano de obra fina pueden dar como resultado hermosos patrones. Estas hondas aparentemente eran muy poderosas; en el libro 1491: Nuevas revelaciones de las Américas Antes de Colón, el escritor Charles C. Mann citó a un conquistador diciendo que una honda inca "podría romper una espada en dos pedazos" y "matar a un caballo". Algunas hondas tenían una longitud de hasta 2,2 metros de largo y pesaban unos 410 gramos.
También se hicieron hondas ceremoniales; estas eran grandes, no funcionales y generalmente carecían de una hendidura. Hasta el día de hoy, las hondas ceremoniales se utilizan en partes de los Andes como accesorios en bailes y simulacros de batallas. También son utilizadas por los pastores de llamas; los animales se alejarán del sonido de un aterrizaje de piedra. Las piedras no se cuelgan para golpear a los animales, sino para convencerlos de que se muevan en la dirección deseada.
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