Honorio de Autun, Honorius Augustodunensis, Honorio de Augsburgo u Honorio de Regensburg (1080 - c. 1153) fue un sacerdote, geógrafo, teólogo, filósofo, bibliógrafo y cosmólogo alemán de la Edad Media. Es autor de la Summa gloria de Apostolico et Augusto, realizada hacia el año 1123, en la que se sostiene por primera vez y de modo definido que la autoridad temporal deriva de la espiritual, en el contexto histórico de la disputa entre el emperador Enrique V y el papa Calixto II.
Es escaso lo que se sabe sobre él; parece que en su juventud fue discípulo de San Anselmo de Canterbury; escribe que es presbítero y maestro en la escuela de Autun, en Borgoña, aunque ciertos rasgos de su lenguaje hacen pensar que era alemán. Los anales de Pöhlde, que se extienden hasta 1139, le ensalzan como un monje entendido, lleno de sabiduría espiritual. Los franceses le reclaman para Francia, más específicamente para Autun, ya que él se califica a sí mismo como Augustudonensis, que puede significar, sin embargo, Augsburgo. De hecho, son los monasterios austriacos y bávaros los que contienen la mayoría de sus obras. Solamente Munich posee más de cien códices y Graz treinta. Más aún, Honorio describe a Alemania más plenamente que a cualquier otro país en su Imago mundi y menciona en esa descripción geográfica sólo una ciudad: Ratisbona. De manera que esa ciudad pudo ser su campo de actividad, ya que Cuno, el amigo de Ruperto de Deutz, con quien Honorio estuvo estrechamente relacionado, fue obispo allí. En cuanto al tiempo de su actividad, ya que Honorio en su Imago mundi cierra la lista de gobernantes con Lotario y dado que la fuente más antigua de información dice que "floreció bajo Enrique V", se puede asumir que el año 1135 fue el periodo culminante de su actividad.
Estuvo en Inglaterra y se retiró luego a la benedictina abadía de Saint-Jacques, próxima a Ratisbona (sur de Alemania), cuya iglesia de Santiago posee esculturas que representan las alegoría de su Comentario al Cantar de los Cantares. Fue allí sobre todo donde escribió y compiló unas 22 obras sobre temas diversos que gozaron de una gran fama y divulgación en el medievo.
La escasez de datos biográficos está balanceada por la masa de sus escritos, que están casi todos preservados. De ahí se puede inferir que Honorio era un platonista, un místico y un realista, al mismo tiempo que un enérgico defensor de los derechos del papado contra el poder secular. Concuerda en sus doctrinas esencialmente con Ruperto de Deutz y con éste y Gerhoh de Reichersberg pertenece a ese grupo de realistas alemanes que se opuso a los nominalistas de Francia, hombres como Abelardo, Gilberto de Poitiers, Roscelino, Pedro Lombardo y otros, en el siglo XII, especialmente en cuestiones cristológicas.
Las obras de Honorio de Autun se encuentran en el tomo 172 de la Patrología latina de Jacques-Paul Migne (Patrologiae cursus completus. Series latina. París: 1882). Son, entre otras, las siguientes:
Más numerosas son las obras de Honorio sobre teología práctica, homilética, liturgia, disciplina y sobre la posición canónica de la Iglesia contra el imperio mundano. Tenía una alta opinión de los conventos, como lugar de refugio y protección para los hijos de Dios. En muchas de las obras se encuentra la influencia de Cluny:
Honorio, al contrario, mantuvo que todo el mundo creado está en la mente de Dios y emana de él.
Honorio tomó parte en los debates alrededor de la querella de las investiduras, disputa que enfrentó al imperio con el papado. El Concordato de Worms, ratificado en el I Concilio de Letrán, supuso el final de la cuestión, pero Honorio dejó asentada su posición en el conflicto a través de:
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