La historia de Hugh de Lincoln es una leyenda antisemita de la Edad Media.
Cuenta que un niño de ocho años, de nombre Hugh, hijo de Beatrice, desapareció en Lincoln el 31 de julio de 1255. El 29 de agosto su cuerpo fue descubierto cubierto de suciedad en un pozo perteneciente a un judío llamado Copin o Koppin. El juez John de Lexington, que se encontraba en la zona, le prometió salvar su vida y Copin confesó que el niño había sido crucificado por los judíos que se habían reunido en Lincoln para ese propósito. Enrique III de Inglaterra llegó cinco semanas más tarde a Lincoln y se negó a cumplir la promesa, por lo que Copin fue ejecutado y 91 judíos de la ciudad fueron apresados y enviados a Londres, donde 18 fueron ajusticiados. El resto fue perdonado por la intercesión de los franciscanos. Se mencionó que el cadáver del niño, una vez bajado de la cruz, fue utilizado para la realización de un ritual de adivinación por medio de la interpretación de sus entrañas y que antes de morir siguió alabando a la Virgen María.
Menciona esta leyenda el obispo español Alonso de Espina o Spina en su Fortalitium fidei (1467) y aparecen paralelismos en el Cuento de la priora, en los Cuentos de Canterbury del inglés Chaucer.
Hugh (1246-27 de agosto de 1255) fue santificado y se conservan reliquias suyas en la catedral de Lincoln. La leyenda tiene concomitancias con historias semejantes extendidas por toda Europa derivadas de la llamada calumnia de la sangre.
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