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Ibn Luyun



Abu 'Utman Sa'd/Sa'id b. Ahmad b. Ibrahim b. Ahmad al-Tuyibi, conocido como Ibn Luyūn o Ibn Luyun (En árabe: ابن ليون التجيبي) (Almería, 1282 [681 de la hégira]- ibídem, 29 de agosto de 1349 [14 yumadá II 750 de la hégira]), fue un polifacético agrónomo y poeta andalusí.

Inb Luyun es autor de al menos 25 obras, entre las que destaca un Kitāb al-filāha o Tratado de agricultura.[1]​ Esta obra, escrita en Almería alrededor de 1348, está basada principalmente en la obra de otros agrónomos como Ibn Bassal, al-Tighnari, Ibn Abul Jawad o el propio Aristóteles, pero que recoge también multitud de reflexiones personales y observaciones directas, siendo uno de los pocos tratados sobre la materia que se conservan completos. Escrita en verso para facilitar su memorización, la obra recoge, entre otras cosas, apuntes sobre la morfología del típico jardín-huerto andalusí y de otras tipologías de espacio agrícola como el bustan o la almunia, análisis de los tipos de suelos, etc.:

Junto a la alberca se plantan macizos que se mantengan siempre verdes y alegren la vista. Algo más lejos debe haber cuadros de flores y árboles de hoja perenne. Se rodea la heredad con viñas, y en los paseos que la atraviesen se plantan parrales.

También escribió una Bugyat al-mu'anis, a partir de la Bahdhat al-madjalis de Ibn abd al-Barr, una especie de manual didáctico de oratoria y conversación dirigido a personas ilustradas.

Fue además poeta, destacando en la composición de proverbios rimados y moaxajas en aljamía, que incorporaba a sus obras de temática científica:

¿Qué resignación ni alivio

me caben, ni qué paciencia?

A cierva de dulce brama

quiero, que hasta el sol desprecia.

Por ella mi juicio pierdo;

y hasta pierdo la vergüenza,

y medico no hay que cure

mi mal, sino que se apiade

quien me consume en amores

ahora y siempre, luego y antes.


Tiene esta dulce gacela

dos jardines en su cara

y en su talle floreciente

brillan redondas granadas

Jazminero es su mejilla,

protegido por dos lanzas

¡Cuanto león que en la selva

reinó fiero y sin rivales,

a sus pies, de amor herido,

vino viniendo a humillarse.


Bien haya la que apurada

por su ausencia de su amigo

cuyo amor le quita el sueño

cual crudelísimo enemigo,

así a su madre le canta

dando a sus penas alivio:


¡Ay, mi madre!, mi amigo

se va y no tornará más.

Dime que haré yo madre:




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