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Ibogaína



La ibogaína es un alcaloide con efectos alucinógenos que estimula el sistema nervioso central dando un efecto parecido al de las anfetaminas. Tomado en altas dosis provoca alucinaciones y la sobredosis provoca convulsiones, arritmias o incluso paro cardiorrespiratorio. Químicamente, se trata de un alcaloide indolico que se obtiene de un arbusto africano Tabernanthe iboga, originario del Congo y Gabón. Es usada tradicionalmente en Gabón en ceremonias de la religión Bwiti. Investigaciones científicas han demostrado que la ibogaína tiene una notable capacidad para tratar la dependencia física asociada con los síndromes de abstinencia a drogas como la heroína, la metadona y otros opiáceos, por lo que se usa como fármaco en el tratamiento de estas adicciones.[2][3][4]​ Es una sustancia prohibida en pocos países, siendo legal en casi todo el mundo[cita requerida].

La mayoría de los estudios realizados sobre los efectos terapéuticos de la ibogaína han sido dirigidos a la reducción o eliminación del uso de opiáceos, con una tasa de éxito por encima del 90 % en la evitación del ansia por recaer durante los primeros tres días de abstinencia,[5]​ mientras que otras investigaciones sugieren que la ibogaína también puede ser útil para el tratamiento de adicciones a otras substancias adictivas como el alcohol, metanfetaminas, nicotina y patrones de comportamiento obsesivo compulsivo que no involucren el abuso de sustancias o la dependencia a fármaco[cita requerida].



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