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Icnofósil



Los icnofósiles (del griego ikhnos: huella, marca) o pistas fósiles son estructuras etológicas fósiles individualmente identificables que reflejan en mayor o menor grado la morfología del organismo productor. Una pista puede estar formada por un solo elemento (por ejemplo, una madriguera o una pisada) o por varios elementos físicamente separados pero en conexión etológica (por ejemplo un rastro de pisadas o un reguero de pelets). Los icnofósiles son objeto de estudio por parte de la Paleoicnología. Presentan características propias que los hacen identificables y permiten su clasificación como parataxones: icnogéneros e icnoespecies. Es raro que se puedan relacionar de manera inequívoca y precisa con el organismo que los originó, pero en general es posible inferir al menos la categoría taxonómica superior a la que pertenecía el organismo productor.

Los icnofósiles o rastros fósiles son aquellas estructuras conservadas de la actividad vital de organismos y reflejan el patrón de comportamiento que éstos poseían, su interacción con el medio en el que vivían y las propias características del sustrato. Un gran porcentaje de icnofósiles corresponden a la actividad de organismos de cuerpo blando que no suelen dejar fósiles, especialmente aquellos correspondientes al medio marino por lo que su análisis es muy importante para deducir ciertas características de la morfología del organismo que las produce pero especialmente para deducir las condiciones ambientales de lugar que habitaban.

Por lo general un mismo icnotaxon aparece en rocas de un rango temporal muy amplio y formadas en muy estrechos rangos ambientales. Esto no se debe a que el organismo que los produce haya estado presente durante en todo ese tiempo en el medio sino que un mismo nicho ecológico ha permanecido constante y los seres que habitaban en él han desarrollado comportamientos similares a lo largo del tiempo.

Teniendo en cuenta lo anterior pueden establecerse cuatro características básicas de los icnofósiles:[1]

Los icnofósiles como estructuras etológicas resultadas de la actividad de un organismo en un sustrato son a su vez estructuras sedimentarias al contribuir en la génesis y formación de los sedimentos. Respecto a esta interacción entre el organismo productor y el propio sedimento se establecen cuatro tipos de estructuras sedimentarias etológicas:[4]

Esta clasificación fue propuesta por Adolf Seilacher en 1953,[5]​ y tiene la ventaja de corresponder a las necesidades y al comportamiento del animal que las ha originado, lo cual queda reflejado en la forma y en la disposición de la huella. Esta clasificación, que es generalmente adoptada, comprende los siguientes tipos de huellas:

Son pistas de relieve completo o de relieve hendido, junto a las que se conservan restos de sus anteriores emplazamientos.

El concepto de icnofacies fue introducido por Adolf Seilacher en 1964 como una herramienta simple para análisis sedimentológicos al estar basado fundamentalmente en consideraciones batimétricas. Aunque el modelo fue bien aceptado por la comunidad científica, de seis icnofacies descritas inicialmente hoy se contemplan hasta catorce, su validez hoy es limitada debido a que los avances en sedimentología han puesto de manifiesto su excesiva simpleza.[6][7]




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