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Iconódulo



Se la denomina iconodulia o iconodulía a la veneración (dulía) de imágenes (iconos). Debe diferenciarse la iconodulía de la iconolatría[1]​ o de la idolatría , compuesta de la palabra ídolo y latría (del griego latreios, adorar), ya que la idolatría implica adoración o centralidad para la vida del objeto de culto.

Dentro del cristianismo es un punto de debate, particularmente entre las denominaciones protestantes (en especial las de corte evangélico) y la iglesia católica, ya que en las denominaciones protestantes se considera que la iconodulía es igual a la idolatría. Esto sucede en parte porque existen gestos externos que en tales iglesias se usan exclusivamente para adoración (en las iglesias donde no hay iconodulía), y que sirven para la adoración y para la iconodulía en las iglesias donde hay iconodulía. Esto hace que ante las primeras, las segundas efectivamente estén adorando a las imágenes y se vean dichos actos como casos claros de idolatría. Por eso contarán como evidencia de idolatría fotos de personas cargando o arrodillándose delante de una imagen.

Las denominaciones cristianas que practican la iconodulía sustentan con diversos argumentos que tener imágenes no es un acto de idolatría (por consiguiente no es pecado ni puede considerárselo como un error) porque Dios mismo ha mandado construir imágenes en repetidas ocasiones (ver Éx 25, 18-19; Éx 26,31; 1R 6, 23-28, etc.), pero también porque la palabra que usa para prohibir imágenes en Éxodo 20:4:

y su paralelo en Deuteronomio 4:15:

es el hebreo pesel, que no significa de forma simple y pura «imagen», sino que implica en sí misma el concepto de ídolo, es decir, lo que se prohíbe en tales textos es la producción de imágenes con fines de adoración.

Imágenes con fines decorativos como las de toros y leones en el templo que construye según la Biblia el rey Salomón así no quedan prohibidas, pero no son mencionadas en la Biblia como pesel, sino como tselem (aparece en Génesis 1:26 cuando dice «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza»), pittuach entre otras (y variantes de estas palabras), que también quieren decir imagen pero que no siempre implican ídolo alguno, como sucede con las imágenes en el templo de Salomón. Así también se excluyen de la prohibición todas las imágenes que no son pesel (ídolos), como las fotos de familiares (que según la Iglesia católica pueden ser veneradas, aún sin ser religiosas), dibujos, planos, ecografías, etc. La institución católica considera como hereje a quien adora las imágenes. Aun la devoción mariana es un acto de mera veneración, puesto que la iglesia católica le rinde un culto de hiperdulía (suprema veneración o veneración por excelencia) a la Santísima Virgen María; por lo que estas prácticas son permitidas y, por lo tanto, no podrían ser tildadas de idólatras.

En el catolicismo hacen diferencia con la idolatría en que la idolatría implica adoración del objeto de culto o bien la veneración de un objeto que representa un antivalor o algo contrario a Dios (como la imagen de un demonio). La iconodulía no estaría perseguida, sino que de acuerdo con la doctrina católica, sería acorde con los preceptos religiosos, y su practicante recibe el nombre de iconódulo, aunque también puede verse escrito «iconófilo»,[2]​ y sus creencias son contrarias a la iconoclasia, practicada por los iconoclastas.

Así pues, a modo de ejemplo, para un católico sería idolatría venerar la figura de Buda o cualquier imagen o dios pagano o de otra religión o una imagen de un demonio o de cualquier cosa intrínsecamente contraria a la doctrina (como venerar una imagen pornográfica), pues lo que se está venerando se considera algo que no viene de Dios y que de hecho es contrario a Dios. Sin embargo, para un budista, venerar a Buda o su imagen, aunque no sea para ellos un dios, no representa ningún conflicto.

Otro ejemplo lo tenemos en los ritos marianos, en donde algunos católicos veneran por diversas advocaciones a la virgen María mediante sus distintas representaciones artísticas. Dicen que no hay adoración de tales imágenes, ni se está valorando algo contrario a Dios, por lo que no hay idolatría ("no se adora a algo fuera de Dios como Dios, ni se valora algo a lo que Dios se opone, que sería como ponerlo por encima de Dios").

Incluso algunas iglesias protestantes usan imágenes como crucifijos o dibujos.

La iconodulía surgió en el imperio Bizantino como reacción a la iconoclasia de León III y sus sucesores. Los iconoclastas cristianos, por su parte, consideran que la veneración de las imágenes no es propia del cristianismo, y que tiene su origen en el año 314, cuando el emperador romano Constantino I legalizó el cristianismo.

En algunos casos, como en el del catolicismo, los iconódulos explican que la veneración de las imágenes es solo un recordatorio de las verdaderas realidades espirituales, mientras que en otros, por ejemplo, los miembros del movimiento Hare Krishna, aseguran que al adorar a una imagen de Dios, están adorando al Supremo con conocimiento, ya que sostienen que este se encuentra en todos los objetos.


Los primeros líderes protestantes, como es el caso de Martín Lutero, aceptaban la veneración de la virgen María, lo que fue posteriormente proscrito en las numerosas iglesias nacidas del cisma con la iglesia católica. Es popularmente citada la frase de Martín Lutero: «Las imágenes son el Evangelio de los pobres», que nos indica que Martín Lutero tampoco se oponía a las mismas.



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