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Imprimación



La imprimación o imprimatura es el proceso por el cual se adecúa una superficie para su posterior pintado. A la superficie ya imprimada se le llama soporte pictórico. Los soportes más usuales en la historia han sido: paredes (pintura al fresco o murales), tablas de madera, lienzos y pergamino o papel.

Han sido muchos y muy diversos, a lo largo de la historia, los procesos que se han seguido para conseguir una superficie pictórica adecuada para pintar. Cada proceso seguía unas normas que por lo general correspondían a la superficie a tratar y a los medios disponibles en cada región así como a la técnica con la que posteriormente se realizaría la pintura.

Un ejemplo de esto es Giorgio Vasari (1511-1574), arquitecto y pintor teórico del arte italiano que en su obra Le Vite describe un método de imprimación para un muro para posteriormente pintar con óleo:[1]

Existen diversos métodos de imprimación. Los más conocidos son:

También conocida como imprimación de yeso, sin aceite o imprimación seca (magra), para llevarla a cabo se requiere cola de conejo troceada y reposada durante al menos 12 horas en agua destilada, blanco de España y blanco de Zinc o de titanio.

La imprimación a la creta proporciona un buen tono de color brillante. Como se puede deducir de los diferentes nombres, este tipo de fondo es una imprimación y de absorción, libre de aceite. Esta es quizás la forma más fácil y directa que puede ser preparada por un pintor de forma práctica.

Primeramente se diluye a baño maría la cola de conejo y se separa una pequeña parte, que será distribuida como una capa delgada sobre el lienzo virgen, frotando con insistencia, asegurándose de que penetre bien y cubra toda la superficie. Posteriormente se mezclan de forma homogénea los pigmentos (Blanco de España y Blanco de zinc o de titanio) con agua destilada y una vez eliminados todos los grumos se añade la cola restante del baño maría, se remueve con regularidad hasta formar una pasta uniforme y se aplica sobre el soporte, una vez allá secado. Por lo general se suelen dar de 3 a 4 pasadas por soporte.[2]

Empleada principalmente para soportes rígidos, para llevarla a cabo se requiere cola de conejo troceada y reposada durante al menos 12 horas en agua destilada, blanco de España, blanco de Zinc o de titanio y aceite linaza purificado y/o Barniz Dammar (previamente batida —opcionalmente— con una yema de huevo).

Primeramente se diluye a baño maría la cola de conejo y se separa una pequeña parte, que será distribuida como una capa delgada sobre el lienzo virgen, frotando con insistencia, asegurándose de que penetre bien y cubra toda la superficie. Posteriormente se mezclan de forma homogénea los pigmentos (Blanco de España y Blanco de zinc o de titanio) con agua destilada. Una vez eliminados los grumos se incorpora el aceite de linaza rectificado y/o Barniz Dammar hasta amalgamar el compuesto y se añade la cola restante del proceso previo. Se remueve con regularidad hasta formar una pasta uniforme y se aplica sobre el soporte, una vez allá secado. Por lo general se suelen dar de 3 a 4 pasadas por soporte.[2]



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