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Incidente del USS Congress



El Incidente del USS Congress consistió en una injustificada agresión de la flota de los Estados Unidos en el Río de la Plata a la escuadra argentina que bloqueaba el puerto de Montevideo en 1844.

Desde la destrucción del establecimiento Puerto Soledad de las Islas Malvinas el 31 de diciembre de 1831 por el capitán norteamericano Silas Duncan al mando de la corbeta de guerra USS Lexington, la relación con los Estados Unidos representada por el cónsul George W. Slacum y luego por el enviado especial del presidente Andrew Jackson el abogado Francis Baylies, se había deteriorado al punto que tras el fracaso de la gestión de este último la legación estadounidense en Buenos Aires quedó vacante hasta el 27 de noviembre de 1834 en que arribó Eben Ritchie Dorr, quien se alejó el 31 de agosto de 1838.

A comienzos de ese año la situación con el gobierno del mariscal Andrés de Santa Cruz y el Bloqueo francés al Río de la Plata impulsó a Juan Manuel de Rosas a normalizar las relaciones con el país del norte y dio curso a la partida de Carlos María de Alvear, quien guardaba un nombramiento desde el 10 de diciembre de 1832 cuyo cumplimiento no se había hecho efectivo por razones personales y políticas. Rosas había pretendido que Manuel Moreno dejara su puesto en Londres y pasara a Washington, pero este se había negado aduciendo razones de salud.

Alvear fue recibido por el presidente Martin Van Buren el 11 de octubre de 1838. En septiembre de 1843 el secretario de Estado del presidente John Tyler, Abel Parker Upshur, dispuso para nivelar las representaciones entre ambos países el envío a Buenos Aires del agente especial Harvey Magee Watterson, quien pronto simpatizó con Rosas al punto de compararlo con Jackson.

En junio de 1844 el secretario de estado John Calhoum nombró a William Brent Jr. como Encargado de Negocios, quien viajó a su destino en compañía del nuevo jefe de la estación naval estadounidense en Río de Janeiro comodoro Daniel Turner (1794-1850).

Tras la victoria del ejército de Manuel Oribe en la batalla de Arroyo Grande el 6 de diciembre de 1842, Fructuoso Rivera se había refugiado en Montevideo, cuya defensa fue rápidamente organizada por el general José María Paz hasta verse obligado a renunciar por sus diferencias con el caudillo oriental

El 16 de febrero de 1843 Oribe ocupaba el Cerrito de la Victoria e iniciaba el Sitio de Montevideo (1843-1851). El 19 de marzo Rosas ordenó al comandante de la escuadra Guillermo Brown cerrar el bloqueo impidiendo las comunicaciones y actividades navales de aprovisionamiento y comercio que aún se permitían.

El cuerpo diplomático extranjero aceptó la medida excepto el comodoro británico John Brett Purvis, que desconoció tal derecho y se dirigió a Brown desconociendo el rango y tratamiento que le correspondía llamándolo simplemente "Mr.Brown, súbdito británico al mando de los buques de guerra de Buenos Aires". Habiéndose apoderado Brown de la isla de las Ratas fortificada por Rivera y de un depósito de pólvora debió cederlos ante las amenazas de Purvis.

Uno de los puntos que los riveristas utilizaban para forzar el bloqueo era Maldonado, por lo que el capitán Álvaro José de Alzogaray con 50 hombres que le proporcionó Oribe y la goleta 9 de Julio se apoderó de la ciudad el 3 de enero de 1844 tras un bombardeo previo que motivaría luego su separación preventiva del mando y un sumario.

Por otro lado, los principales adversarios salían de escena: Purvis había sido llamado por las autoridades británicas en reconocimiento de los abusos cometidos y Paz se exiliaba en Brasil.

Pero el cansancio de las tripulaciones que no recibían relevo, la falta de mantenimiento de los buques de la Confederación y la demora de la comandancia de Marina a cargo de Pedro Ximeno en enviar los materiales necesarios resentían el bloqueo y desgastaban a su comandante quien a bordo del General Belgrano, nave que no estaba ya en condiciones de seguir en servicio y sería reemplazada por el General San Martín, arriba a Buenos Aires el 27 de junio dejando instrucciones para que asumiera el mando en el coronel Antonio Toll, quien debía izar su insignia en el General Echagüe una vez que finalizaran las reparaciones que se efectuaban.

En el ínterin, la responsabilidad de mantener el bloqueo de Montevideo quedaba en manos de Juan Fitton O'Connor, embarcado en la fragata 25 de Mayo.

A fines de marzo y antes de partir, Brown registraba en su correspondencia "que acaba de llegar la espléndida fragata americana Congress" que se unía así al resto de las unidades de su país en el Río de la Plata, el también flamante bergantín USS Bainbridge (12 carronadas de 32) y la fragata USS Raritan (44 cañones). La USS Congress era una nueva fragata (había sido botada en 1841) de 1897 toneladas tripulada por 480 hombres que montaba 52 cañones de grueso calibre.

En Buenos Aires el consulado estaba interinamente a cargo de Mr.Edward en espera de Brent mientras que en Montevideo la legación era llevada por Robert M. Hamilton.

Alrededor de las 6 de la mañana del 29 de septiembre de 1844 el pailebot armado oriental San Cala, o Sancalá, desplegando bandera de su estado, abandonó su fondeadero en el Buceo (Montevideo) y tras navegar hacia la línea de bloqueo atracó junto al 25 de Mayo para entregar pliegos de Oribe al comandante Fitton.

El San Cala era un mercante de 125 t armado en Buenos Aires con dos cañones de a 4 por el gobierno de Manuel Oribe que con bandera de Uruguay y al mando del subteniente José Baltierra y con una tripulación de unos 30 hombres, todos ellos argentinos, se había incorporado a la fuerza conjunta de bloqueo el año anterior.

Al regresar divisó a un buque pesquero que intentaba burlar el bloqueo. El capitán del pesquero incapaz de refugiarse en puerto o acogerse a la escuadrilla riverista al mando del coronel José Garibaldi e integrada por las goletas Intrépida e Independencia, la ballenera General Medina y los pailebotes Republicano y Atrevida, puso rumbo a una cercana barca mercante que no enarbolaba bandera alguna atracando a su banda.

La tripulación del San Cala perseguía al mercante y abrió fuego de fusilería que alcanzó al mercante no identificado. El comandante del buque oriental exigió al del mercante que obligara a desatracar al pesquero, a lo que se negó.

Viendo un segundo pesquero que se desprendía del puerto, el San Cala dejó de momento la discusión y se lanzó en su persecución. En ese momento, la barca mercante izó la bandera estadounidense y envió una falúa a la USS Congress, anclada a 300 yardas. Se trataba de la Rosalva (o Rosalba), propiedad del ciudadano estadounidense Silas E. Burroughs, al igual que los mercantes Herald e Isabel, todos dedicados al contrabando de guerra, lo que le había valido numerosas detenciones por el General Echagüe y la reprobación del cónsul de su país Hamilton en nota del 25 de julio de 1843.

El capitán de la Congress Philip Falkerson Voorhees (Nuevo Brunswick (Nueva Jersey), 1792, Annapolis, Maryland, 1862)[1]​ no efectuó mayores averiguaciones y considerando que se trataba de un ataque de la Confederación a un buque de su país, decidió atacar.

Cuando la San Cala regresaba a ocupar su posición en la línea bloqueadora fue abordada por la Congress, arriándose la bandera oriental e izándose el pabellón estadounidense, mientras que la oficialidad y tripulación eran trasladados prisioneros al Congress.

Cuando la goleta 9 de Julio (Eduardo Brown, aunque otras fuentes señalan a Santiago Maurice) pasaba a tiro de cañón del USS Bainbridge y del mismo San Cala fue a su vez detenida y abordada, mientras que la Congress abordaba por una de sus amuras a la 25 de Mayo y sin mediar intimación hacía fuego, para luego ordenar a Fitton que arriase su bandera, a lo que se negó.

Viendo que se acercaba el bergantín goleta Republicano (Tomás Craig) Voorhees dejó al 25 de Mayo y se dirigió sobre el pequeño bergantín capturándolo. Fitton, desconcertado, envió un bote de parlamento a la orden de un oficial para demandar explicaciones sobre los ataques, pero Voorhees por toda respuesta incautó el bote y tomó prisioneros a sus tripulantes, tras lo cual regresó sobre la 25 de Mayo y exigió nuevamente que arriase el pabellón. Fitton respondió que solo lo haría compelido por un acto que demostrara el ejercicio abierto de una fuerza superior, con lo que comprendiendo la formalidad exigida la Congress disparó un cañonazo, el que fue respondido por otro de la 25 de Mayo, que seguidamente arrió su bandera

El resto de la escuadra siguió su actitud y el 30 de septiembre apareció sin banderas al tope, indicativo de haber sido desconocidos sus derechos de potencia bloqueadora y de soportar el abuso de poder de una fuerza superior careciendo de medios para imponer su autoridad

Capturada la 25 de Mayo y hecha prisionera su tripulación y oficialidad, finalmente Voorhees recibió a Fitton. Alegó haber procedido en razón de haber disparado la San Cala algunas descargas de fusilería contra la Rosalva y el Bainbridge. Fitton manifestó entonces su asombro de que se hubieran abierto hostilidades contra naves de la Confederación cuando el acto de agresión imputado se había originado en un buque de bandera oriental, a lo que Voorhees respondió que se trataba de un pabellón falso. Finalmente Voorhees, dándose cuenta de la posición en que estaba manifestó a Fitton que sus buques quedaban en libertad.

Fitton respondió que ante el ultraje gratuito a su pabellón y a menos que se ofrecieran las debidas reparaciones no podía volver a hacerse cargo haciendo responsable al comandante estadounidense del destino de la escuadra.

Finalizada la reunión, Fitton repitió lo mismo ante su oficialidad y la del Congress y la formalizó en una nota afirmando "que ya no tengo la menor injerencia y que también he ordenado a mis comandantes de buques que se abstengan de dar orden ninguna y en desentenderse absolutamente de toda obligación (...) conste que la Escuadra Argentina, y de consiguiente su seguridad en cualquier evento queda de cuenta de Ud., y protesto del modo más solemne que toda responsabilidad desde este momento gravitará sobre Ud."

En la mañana siguiente Voorhees respondió con soberbia sin atender a la cuestión de fondo. La San Cala y sus 26 tripulantes permanecían detenidos, los pescadores habían sido liberados y separados de la escuadra los marineros de origen estadounidenses, mientras que el bloqueo continuaba detenido.

El 1 de octubre Fitton insistió con una nueva nota: solicitaba se devolvieran las presas capturadas y como reparación se saludara el pabellón argentino con 21 cañonazos, a lo que los argentinos responderían de manera similar, dejando el asunto de fondo a la decisión de sus gobiernos.

Voorhees respondió insistiendo con que los disparos sobre la Rosalva y el Bainbridge eran imputables a "una parte de su escuadra" por lo que había sido "necesariamente colocado en la defensiva" y que Fitton debía su libertad "a mi moderación y generosidad, antes que a la estricta justicia del caso". Seguía proponiendo como condición para saludar el pabellón argentino que simultáneamente izara el estadounidense y lo saludara primero. Respecto de la San Cala se negaba a liberarla y finalizaba comunicando que si no se accedía a su proposición "la correspondencia cese entre nosotros".

El 27 de septiembre, finalizadas las tareas a bordo del Echagüe, Toll había zarpado para reunirse con la escuadra ignorando lo sucedido. Con vientos contrarios, recién el 29 rebasó Punta Lara y el 1 de octubre dejó registrado en su diario de navegación que "al aclarar ya vimos la Escuadra Argentina. A las 8 tiré un cañonazo, izé la bandera y mi insignia, y nuestros buques ni bandera tenían. A las 9:30 estando ya inmediato, vino un bote de la 25 y el oficial me dijo que de parte de su comandante me decía que nuestros buques estuviesen prisioneros de la fragata americana Congress; quise entonces fondear cerca de la Congress y pedir explicaciones, mas se mandó a decir al comandante Fitton que no hiciese semejante cosa, que a su bordo estaba el Sr. D.Fernando Oyuela, mandado por el Excmo. Sr. Presidente para componer este asunto. Entonces me dirijí al Buceo y mandé al ayudante a consultar con el Excmo.Sr.Presidente que hacer en tan críticas circunstancias, el que me mandó decir que la Escuadra ya no estaba prisionera, y que yo podía hacer lo que quería".

A las 7 de la mañana del 2 de octubre Toll recibió a Fitton y a Oyuela, quien portaba una nota de Voorhees en la que se rehusaba a dar satisfacción alguna por lo sucedido. Toll efectuó de inmediato una junta de guerra que resolvió no continuar con esa situación y que a las 8 se enarbolase el pabellón en todas las unidades de la escuadra dando por superado el incidente y restableciendo el bloqueo.

La noticia llegó a Buenos Aires traída por el práctico Felipe Escalier. La decisión adoptada por Toll sin esperar el debido desagravio fue juzgada severamente por Rosas. El 14 de octubre el canciller Felipe Arana le hizo llegar una nota expresando "el desagrado con que el Excmo.Gobernador había mirado que Ud. hubiese enarbolado el Pabellón de los buques argentinos el día 2, después de las ocurrencias desagradables que habían tenido lugar (...) cuyo desenlace por su importancia y resultado debió reservarse al juicio del gobierno". La respuesta de Toll fue, tras excusarse en la falta de instrucciones, "he delinquido, pero no de intención".

En Río, el 21 de octubre Turner tuvo conocimiento de las acciones de Voorhees y se dirigió rápidamente a Montevideo en el Raritan para intentar preservar las relaciones entre ambos países El 28 arribaba al Río de la Plata con el nuevo encargado de negocios. El 4 de noviembre tuvieron una reunión con Toll en el fondeadero de Montevideo, donde le manifestaron los sentimientos más profundos por las medidas de Voorhees adoptadas sin órdenes ni facultades y finalizada la entrevista Turner ordenó izar el pabellón argentino y lo saludó con trece cañonazos. El 5 de noviembre Brent pasó a Buenos Aires y completó las reparaciones exigidas y el 10 hizo lo propio Turner, tras enviar una nota formalizando las excusas de su gobierno y prometiendo el enjuiciamiento de Voorhees.

En diciembre Rosas informó a la Legislatura acerca de las "seguridades oficiales que dio el Agente Especial, por el Encargado de Negocios y por el comodoro de la Escuadra de los Estados Unidos en las estaciones del Brasil y Río de la Plata" de obtener "prontas explicaciones y completa satisfacción" del gobierno estadounidense, y de haber instruido al ministro argentino en Washington en igual sentido.

En el Río de la Plata, en un último y trágico incidente, el 11 de noviembre el teniente Newman, comandante del Bainbridge, se suicidó arrojándose al agua afectado por la dura reprensión recibida de Voorhees por no haber sabido evitar que cuatro comerciantes españoles fueran secuestrados del buque que los transportaba y asesinados.

En cuanto a Voorhees no se excusó en ningún momento. En carta del 1 de noviembre al representante estadounidense en Río de Janeiro decía "Yo no tenía otra alternativa que la deshonra o el castigo de la escuadra argentina (...) Estas gentes son una banda de bárbaros sanguinarios (...) Hacen fuego sin importárseles donde, ya sea que acierten o que erren, despreocupándose si matan una docena de amigos neutrales, con tal de matar a uno de sus enemigos."

Regresando a su país con la USS Congress una desobediencia formal agravó su situación. Mientras se encontraba navegando cerca del Ecuador, se jactó ante su lugarteniente David Dixon Porter que desobedecería sus órdenes y en lugar de dirigirse a Norfolk iba a navegar en línea recta a Annapolis, donde su esposa y su influyente familia política le esperaba: Voorhees estaba vinculado por medio de su esposa con el futuro presidente Zachary Taylor. Sin embargo mintió luego a William Branford Shubrick, afirmando que no había decidido a navegar a Annapolis hasta el último minuto, cuando el viento y el clima le impidió entrar en Norfolk.

Voorhees fue juzgado por sucesivas cortes marciales en 1845. Del 2 al 24 de junio fue juzgado por la captura de la flota bajo el cargo de desobediencia con cinco especificaciones. El procedimiento fue secreto y se desarrolló en los astilleros de Washington y en el Hotel Coleman. Los cargos fueron presentados por el secretario de Marina y el Tribunal estuvo presidido por el capitán Charles Stewart y compuesto de los capitanes Kidgaby, Downes, Cassin, Kearnay, Geisinger, McCauley, Aulick y Forrest, actuando como juez letrado B.H.Hallet, de Boston. El 24 fue hallado culpable por unanimidad y condenado "a ser reprendido en una orden generada por el Secretario de la Marina, y a ser suspendido por el término de tres años desde esta fecha".

La nota de reprensión del secretario Brancroft del 12 de agosto, tras confirmar la suspensión en el mando de Voorhees, afirmaba que "la justicia hacia nuestro Gobierno, las relaciones de amistad subsistentes con la República Argentina, nuestra declarada política de neutralidad entre beligerantes extranjeros, el respeto por los derechos de un pabellón extranjero, una firme adhesión a los principios humanos del castigo moderno de la ley marítima, siempre sostenidos y reclamados por el Pueblo Americano, y la determinación de nada pedir sino lo que sea justo, especialmente de una potencia más débil que la nuestra, en compeler a desconocer y reprobar su conducta según se halla deducida en el cargo y especificaciones de que ha sido Ud.declarado reo."

Seguidamente, del 24 de junio al 14 de julio fue juzgado por el incidente del regreso. La sentencia indulgente del segundo consejo de guerra que se debió en parte según el propio tribunal a su simpatía por el acusado de haber pasado por una corte marcial ya agotadora, fue motivo de escándalo.

El almirante William Branford Shubrick, a instancias del escritor estadounidense James Fenimore Cooper, autor por la época de numerosas biografías navales, presionó para una tercera reunión de la corte que en agosto revisó y endureció la sentencia resolviendo separarlo de la marina, pero el presidente James K. Polk redujo el veredicto a una suspensión de 5 años, que poco tiempo después se reducía a 3. El 25 de octubre de 1845, el secretario James Buchanan notificaba al embajador Alvear la suspensión de Voorhees. Sin embargo, las influencias pudieron más y se dejó de lado la sanción reincorporándoselo al servicio activo con su rango en 1847, y recibiendo el mando del East India Squadron enarbolando su insignia en el USS Plymouth.

Cooper más tarde revisaría su posición y en un breve e inexacto relato de los hechos señalaría que "En 1844 el capitán Voorhees capturó un escuadrón argentino y un crucero aliado que había disparado contra su convoy (...) Voorhees liberó esta escuadra después de una disculpa, pero detuvo al crucero que había agravado el asalto al disparar utilizando una bandera falsa. El comandante Daniel Turner liberó luego el crucero, pero justificó la acción del capitán Voorhees en una carta al comandante argentino, y fue también muy elogiado por la representación de los Estados Unidos y los funcionarios navales y diplomáticos y representantes consulares extranjeros en América del Sur. Sin embargo, esta captura motivó una serie de cargos por los que fue juzgado por tribunales militares en 1845. Las sentencias de estos tribunales no fueron aprobadas, y después de unos meses de suspensión el Presidente Polk en 1847, repuso a Voorhees con su rango en el marina de guerra, y le dio el mando de la escuadra de las Indias Orientales - el puesto de un almirante en la actualidad (ese grado no se haya establecido en ese momento), en "manifestación de la rehabilitación completa de su honor, así como en la opinión del gobierno", como declaró oficialmente el Fiscal General Caleb Cushing,[2]​ quien también declaró el procedimiento de los tribunales de guerra "nulo y sin efecto".[3]​ En igual sentido y reescribiendo la historia su sucesor el fiscal general Jeremiah Sullivan Black diría que Voorhees "fue víctima de más errores gubernamentales que ningún otro hombre en la Historia de la Marina estadounidense".

El comportamiento de Voorhees, junto al del comandante Alexander Slidell Mackenzie en el más conocido motín del USS Sommers, influenció en la urgente creación de la Academia Naval de los Estados Unidos.




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