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Incitato



Incitatus (o Incitato, según algunas traducciones)[1]​ fue el caballo preferido de Calígula. Se trataba de un caballo de carreras de carros.[2][3][4][5]

La narrativa tradicional de los autores romanos es que la devoción de Calígula por su caballo Incitatus llegaba a extremos ridículos. En un primer momento mandó construirle una caballeriza de mármol con pesebres de marfil para su uso exclusivo, pero pronto llegó a darle toda una villa con jardines y dieciocho sirvientes para su cuidado personal. Dormía con mantas de color púrpura (el tinte más caro en la Antigua Roma, reservado a la familia imperial) y llevaba collares de piedras preciosas. Según Suetonio, Calígula quiso nombrar cónsul a Incitatus. Este hecho ha sido tradicionalmente interpretado como fruto de la demencia del emperador, pero lo cierto es que la actitud servilista y pusilánime de los senadores del reinado de Calígula bien habría podido influir en dicho nombramiento, volviéndolo un hecho irónico que denotaría el sarcástico desprecio de Calígula hacia las instituciones públicas del Imperio.

Según Casio, comía copos de avena mezclados con suaves y delgadísimas escamas de oro, tomaba el mejor vino en copas de oro, devoraba ratones, calamares, mejillones y pollo; vestía púrpuras de la mejor calidad y usaba collares con piedras preciosas; su pareja habría sido una yegua de nombre Penélope, y había sido elegida por Calígula como esposa de su amado caballo.

Incitatus incluso llegó a formar parte de la mesa en donde comía su dueño, Calígula.

Como caballo de carreras de enganches que era, Incitatus, participaba en las competiciones celebradas en el hipódromo de Roma. La noche anterior a una carrera el emperador dormía junto al animal y se decretaba un silencio general que nadie podía violar en toda la ciudad bajo pena de muerte, con el fin de que el caballo descansase correctamente. Al parecer, Incitatus solo perdió una carrera, tras la cual Calígula ordenó al verdugo que matase lentamente al auriga para asegurarse de que sufriera.

La verosimilitud de la historia presentada por los biógrafos clásicos es generalmente cuestionada por los historiadores actuales. Historiadores como Anthony A. Barrett sugieren que los cronistas romanos como Suetonio y Dion Casio fueron influenciados por la situación política de sus propios tiempos, cuando pudo haber sido útil para los emperadores del momento el desacreditar a los primeros emperadores de la dinastía Julio-Claudia. Además, la naturaleza extravagante de la historia servía para hacer que su obra fuera más interesante, lo cual les ganó lectores adicionales.

Una hipótesis es que la forma en que Calígula trataba a Incitatus no era signo alguno de locura, sino simplemente una broma elaborada, destinada a ridiculizar y provocar al Senado; o tal vez una modalidad de sátira, en la que el emperador se burlaba diciendo que un caballo podría realizar las tareas de un senador.[6]

Barrett expresa que «se difundieron muchas historias sobre Incitatus, que probablemente se originaron a partir de las bromas de Calígula».[7]​ «Posiblemente por un sentido del humor pervertido, Calígula hacía brindis a la salud de Incitatus, y afirmaba que tenía la intención de nombrarlo su sacerdote».[7]

Las fuentes antiguas tienen claro que el caballo nunca se convirtió en cónsul.[8]

Historia Universal, Ediciones Castell S.A. ISBN 84-7489-348-8. Tomo II, pág. 311.



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