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Infertilidad femenina



Se llama infertilidad femenina a la incapacidad de llevar a término un embarazo.

Los factores que se relacionan únicamente a la infertilidad femenina son:

Factores de estilo de vida: de acuerdo con el American Society for Reproductive Medicine (ASRM, por sus siglas en inglés), la organización de fertilidad de los médicos, son cuatro factores de estilo de vida los que afectan la fertilidad femenina (con más exactitud la fecundidad—la capacidad de concebir):la edad, fumar, peso corporal (por encima como por debajo) y sexo seguro.

Las mujeres se vuelven menos fértiles a medida que envejecen. Una mujer es más fértil entre las edades de 22 a 26, después de lo cual la fertilidad comienza a declinar, con esta caída se aceleró después de 35 años de edad. Sin embargo, las estimaciones exactas de las probabilidades de una mujer para concebir después de cierta edad no están claras, los estudios muestran da resultados diferentes. Las posibilidades que una pareja de edad avanzada de concebir dependen de muchos factores, tales como la salud general de la mujer, pero también la fertilidad de la pareja masculina.

Según National|Institute for Health and Clinical Excellence (el Instituto Nacional para la Salud y la Excelencia Clínica), para las mujeres de 35 años, alrededor del 94 de 100 que tienen relaciones sexuales regularmente sin protección quedan embarazadas después de 3 años de tratando. Para las mujeres de 38 años, sin embargo, sólo 77 de 100 lo harán.[1]

En 1957, se realizó un estudio sobre una población que nunca utilizaron anticonceptivos. Los investigadores midieron la relación entre la edad de la mujer y la fertilidad.

Este 1957 estudio encontró que:[2]

Según Henri Leridon, PhD, un epidemiólogo del Institut national de la sante et de la recherche medicale (French Institute of Health and Medical Research/Instituto francés de Salud e Investigación Médica), de las mujeres que tienen relaciones sexuales regularmente sin protección con el objetivo de quedar embarazada:[3][4]

Algunos expertos afirman que una mujer es más fértil a la edad de 24 años.[5]

Los temas de la edad deben ser tomadas con un especialista en fertilidad, por ejemplo un endocrinólogo especialista en reproducción.

Las mujeres mayores de 35 años que están tratando de concebir deberían buscar el consejo de un especialista en fertilidad después de seis meses de relaciones sexuales sin protección, o después de un año si es menor de 35 años.[6]

En estos factores englobamos conductar como el consumo de tabaco, mantener relaciones de riesgo o tener un peso corporal adecuado. Se ha demostrado cómo presentar un peso tanto por debajo como por encima del recomendado está asociado a un mayor riesgo de efectos negativos para la fertilidad como cambios en los niveles hormonales de estrógenos.

En cuanto al tabaco, se desconocen los mecanismos exactos por los que la nicotina y otras sustancias presentes en el humos del tabaco afectan a la fertilidad, sin embargo, será esencial cesar su consumo para tener una mejor oportunidad de lograr un embarazo viable.

Por último, las enfermedades de transmisión sexual pueden causar graves problemas en la fertilidad aunque no se muestren síntomas de la enfermedad en primer lugar.

La reserva ovárica es un fenómeno clínico complejo influenciado por diversos factores tales como la edad, la genética o el ambiente. Este término se ha empleado tradicionalmente para describir, de forma específica, el potencial reproductivo de una mujer, el número y la calidad de los ovocitos que posee. Sin embargo, el mismo término acuñado actualmente solamente se refiere a la cantidad de ovocitos restantes (a la calidad no, pues se considera que la reserva ovárica como tal es mal predictor de este parámetro referido a los ovocitos).

Una mujer nace aproximadamente con dos millones de folículos primordiales, aunque al momento de la menarquia o primera regla solamente llega con 400.000. En torno a los 30 años, la depleción de ovocitos deja una cifra restante de 25.000, lo cual correlaciona con el aumento en la probabilidad de aborto. Esta reserva ovárica disminuida (DOR, por sus siglas en inglés), irreversible y de velocidad variable, describe a mujeres en edad reproductiva y con menstruación cuya fecundidad ovárica se reduce en comparación con otras mujeres de la misma edad (no confundir con menopausia o fallo ovárico prematuro).

Aunque es difícil predecir esa tasa de disminución de la reserva ovárica, es muy frecuente en las parejas pedir consejo sobre el potencial fértil de la mujer y las opciones de tratamientos de fertilidad. Así nacen los tests de reserva ovárica, en 1980, para predecir tanto la sensibilidad a fármacos estimulantes de la ovulación como la probabilidad de embarazo.

El primer test, introducido en 1988, fue la hormona estimulante del folículo del día 3 (FSH), seguido del test de citrato de clomifeno, agonistas de la hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH), inhibina B, conteo de folículo antral (AFC) y hormona antimülleriana (AMH). A día de hoy, los más utilizados en la práctica clínica son FSH, AFC y AMH. Los demás se han abandonado por costes y requisitos más exigentes.

El propósito de realizar un test para evaluar la reserva ovárica es identificar pacientes con riesgo de infertilidad por DOR, ya que estas presentan una respuesta pobre a la estimulación hormonal y, por tanto, son las que ofrecen más dificultades para quedar embarazadas por técnicas de reproducción asistida.

El test de reserva ovárica ideal debería ser:

El diagnóstico de infertilidad comienza con el historial médico y examen físico. El proveedor de asistencia médica puede solicitar pruebas médicas, incluyendo las siguientes:

Otras pruebas menos frecuentes pueden incluir:


El diagnóstico y tratamiento de la infertilidad debe hacerse por médicos que están especializados en reproducción, como ginecólogos o endocrinólogos reproductivos. Los Endocrinólogos reproductivos son usualmente Ginecólogos con experiencia en reproducción endocrinología e infertilidad (en EE. UU.). Las prácticas médicas reproductivas de la endocrinología y de la infertilidad se centran sobre todo en la ayuda a sus pacientes a concebir y corregir cualquier problema relacionado con la pérdida recurrente del embarazo.

Algunos casos de infertilidad femenina pueden ser prevenidos siguiendo algunas recomendaciones de salud:



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