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Invertebrado



Véase el texto.

Se denomina invertebrados (en latín, invertebrata) a todos aquellos animales (reino Animalia) que no se encuadran dentro del subfilo Vertebrata del filo Chordata. El nombre alude a que, a diferencia de estos últimos, carecen de columna vertebral o notocorda, y de esqueleto interno articulado. El término es aplicable al 95 % de todas las especies de animales.[1]

Lamarck es considerado el fundador de la «zoología de invertebrados». Lamarck se refirió a ellos como «animales sin vértebras» (en francés animaux sans vertèbres), es decir, sin columna vertebral. En la clasificación de Carlos Linneo los animales no vertebrados se repartían en Insecta (refiriéndose a los artrópodos) y Vermes (que incluía a gusanos, moluscos y celentéreos).

En 1794, Lamarck subdividió a los que luego se denominó «invertebrados» en moluscos, insectos, gusanos, equinodermos y pólipos. En 1809, consideró ya diez clases: moluscos, cirrípedos, anélidos, cangrejos, arañas, insectos, gusanos, equinodermos, pólipos e infusorios. Entre 1815 y 1822 Lamarck publicó, en siete volúmenes, la «Historia natural de los animales invertebrados» (Histoire naturelle des animaux sans vertèbres), con descripciones de las especies entonces conocidas y que fue obra de referencia durante mucho tiempo. Aunque muchos de los nombres anteriores siguen utilizándose, sus límites han cambiado.

Los invertebrados suelen tener estas características:

Probablemente es el grupo que, con los microorganismos, ha sido el peor inventariado, porque los invertebrados son a menudo pequeños y viven discretamente, en los mares, los sedimentos, los suelos, etc. Su número, la complejidad de su descripción y la subestimación de su potencial económico, científico y alimentario contribuyó mucho tiempo desviando la investigación científica, y hubo que esperar a finales del siglo XVIII para que los científicos europeos repitan el trabajo allí dónde Aristóteles y Plinio lo habían dejado.[2]

En nuestros días, la investigación sobre los invertebrados permitió descubrir varias centenas de especies de gran potencia científico, industrial, económico o hasta alimentario, y la medicina moderna debe muchísimo a animales inesperados como el cangrejo de herradura, las medusas, el plancton.[2]​ Los insectos, más fáciles capturar, identificar y conservar permanecen el mejor conocido grupo de invertebrados.

Tratándose del número de especies, la parte más importante de la biodiversidad conocida está constituida por organismos invertebrados. Sobre 1,7 a 1,8 millón de especies censadas en 2005 (según los criterios retenidos para su clasificación), encontramos cerca de 990 000 animales invertebrados.

Los invertebrados no forman un grupo monofilético: esta noción ha estado abandonada por las clasificaciones recientes (clasificaciones filogenéticas). El término invertebrado queda sin embargo utilizado para designar un conjunto de seres vivos que comparten la característica por defecto de no poseer columna vertebral.

En la práctica profesional de la zoología, y en su enseñanza, la distinción entre vertebrados e invertebrados sigue ocupando un lugar, siendo comunes los departamentos universitarios, revistas científicas o manuales de zoología dedicados a los invertebrados, como el libro de Brusca y Brusca;[3]​ y el de Hickmann, aunque esto debe interpretarse como efecto de una tradición, y no como el reconocimiento de validez o utilidad científica al concepto. En el tratamiento académico de la diversidad de los invertebrados se ha seguido utilizando extensamente la distinción de dos categorías: los artrópodos y los no artrópodos. Pero el problema que presentan estos últimos es análogo al indicado más arriba para el concepto de “invertebrados”.

En el lenguaje de la ecología acuática, el término macroinvertebrado se utiliza tradicionalmente para referirse a los invertebrados de agua dulce, incluidos los insectos (sobre todo larvas y ninfas), crustáceos, anélidos, moluscos (caracoles acuáticos y bivalvos) y planarias (platelmintos) que habitan en cauces de ríos, charcas, lagos, etc. Históricamente, su abundancia y diversidad se han utilizado como indicadores (bioindicadores) de la salud del ecosistema y de la biodiversidad local. Son un componente imprescindible en la cadena alimenticia y la trasformación de la materia orgánica.

La siguiente tabla enumera el número estimado de especies de invertebrados descritas por clase según la UICN. Los invertebrados representan el 95% de las especies existentes.[4]

El término invertebrado incluye casi todos los filos del reino Animalia y todos ellos son:



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