Jardín (kípos κῆπος en lengua griega) es el nombre de la escuela de filosofía fundada por Epicuro en las afueras de Atenas, próxima a la Academia platónica, en el camino de El Pireo. Epicuro se estableció definitivamente en Atenas en el año 306 a. C. (cerca de esta fecha debió de fundar su Jardín) y permaneció aquí el resto de su vida. Para entonces, la ciudad había perdido la primacía política de la que gozaba en el período clásico. Desarrolló en el Jardín sus ideas de amor hacia el campo (más que un verdadero jardín, su escuela se trataba de un huerto, de un espacio rural ajeno a la ciudad), su ideal de vida oculta y su rechazo hacia los planteamientos intelectuales y políticos de la Academia platónica. Los seguidores de Epicuro fueron conocidos como los filósofos del jardín o aquellos del jardín.
Coexistía con los dos principales centros de enseñanza filosófica de la época: la Academia, fundada por Platón hacia el 387 a.C. y en tiempos de Epicuro dirigida por Crates de Triasio, que se encontraba al norte de la ciudad, en el olivar de Academos; y el Liceo, creado por Aristóteles en el 335 a.C. y dirigido por Teofrasto hasta su muerte en el 287 a.C., que se encontraba dentro de las murallas de la ciudad, en un gimnasio próximo al templó de Apolo Licio. El Jardín estaba a las afueras de la ciudad, en una propiedad agrícola junto al camino del puerto de El Pireo, donde el maestro organizó una comunidad que se sustentaba con el trabajo hortícola. Epicuro prefería vivir lejos del ambiente urbano, en un lugar relajado para la reflexión. Por el contrario, la escuela estoica nació en los soportales (stoa) del ágora de la Acrópolis, y cuyos miembros intervenían en los asuntos políticos de la ciudad.
El Jardín ofrecía un lugar tranquilo, alejado del bullicio de la urbe, en el que tenían lugar desde charlas y convivencias hasta comidas y celebraciones (simposion). Se trataba, pues, de un lugar más destinado al retiro intelectual de un grupo de amigos que de un lugar para la investigación científica y la paideía superior, a diferencia de la Academia de Platón o el Liceo de Aristóteles.
Eran admitidas al Jardín personas de toda condición y clase, lo que llegó a ser causa de escándalo. Incluía a personas respetables, pero igualmente a gentes de vida disoluta. También a mujeres y a esclavos, lo que en aquella época constituía un hecho inusual para una escuela filosófica.
Epicuro impartió sus enseñanzas en el Jardín hasta su fallecimiento en el año 270 a. C., cuando tenía 72 años. Dejó la dirección de su escuela a Hermarco, quien había sido su discípulo en Mitilene antes de la fundación del Jardín y quien le acompañó fielmente desde entonces. Su sucesor fue Polistrato, quien fue el último sobreviviente en haber escuchado a Epicuro. Otros epicúreos contemporáneos a ambos fueron Metrodoro, Leontion, Colotes y Poliano, contra quienes se dirigió una pequeña obra de Plutarco.
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