José Antonio Roca y Boloña cumple los años el 12 de noviembre.
José Antonio Roca y Boloña nació el día 12 de noviembre de 1845.
La edad actual es 178 años. José Antonio Roca y Boloña cumplirá 179 años el 12 de noviembre de este año.
José Antonio Roca y Boloña es del signo de Escorpio.
José Antonio Roca y Boloña nació en Lima.
José Antonio Roca y Boloña (Lima, 12 de noviembre de 1845 - Lima, 29 de julio de 1914), fue un presbítero y canónigo peruano de padres guayaquileños, que destacó como orador sagrado. «Poseía erudición, elegancia, solemnidad». Durante la Guerra del Pacífico organizó las ambulancias de la Cruz Roja Peruana y demostró un patriotismo batallador. En su memoria, una importante avenida del distrito de Miraflores lleva su nombre.
Fue hijo mayor de Bernardo Roca y Garzón (próspero comerciante guayaquileño afincado en Lima) y Teresa Boloña y Roca (también guayaquileña). Ambos eran primos hermanos. Uno de sus hermanos fue Luis Roca y Boloña, que llegó a ser alcalde de Lima.
Sus estudios escolares los inició en el Colegio Beausejor. Luego pasó al Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe que entonces dirigía el sabio español Sebastián Lorente, siendo uno de sus condiscípulos Manuel Pardo, futuro primer presidente civil del Perú. Empezó ayudando a su padre en las tareas comerciales pero su vocación religiosa lo llevó a ingresar al Seminario de Santo Toribio de Lima, donde fue a la vez alumno y profesor. Allí tuvo por compañeros a Nicolás de Piérola, Manuel Tovar y Chamorro, Cesáreo Chacaltana, Manuel González Prada, entre otros. Se ordenó sacerdote el 9 de abril de 1859 y obtuvo los títulos de maestro y doctor en Filosofía.
Incursionó en el periodismo colaborando en el bisemanario El Católico dirigido por Bartolomé Herrera (1855-1860). También colaboró en El Progreso Católico y La Sociedad. En 1865 fundó El Bien Público, junto con Manuel Tovar, entonces joven diácono (más tarde arzobispo de Lima). Se mostró como un periodista combativo en defensa de los legítimos fueros de la Iglesia. Junto con Tovar inició una campaña en protesta contra ciertas reglamentaciones de la Municipalidad de Lima, que intentaban ordenar y restringir a determinadas ocasiones el toque de campanas de las iglesias. En respuesta, la dictadura de Mariano Ignacio Prado apresó a los dos religiosos y los trasladó a un buque de guerra. Felizmente, este “pleito de las campanas” fue superado por intercesión del arzobispo de Lima, José Sebastián de Goyeneche y Barreda, siendo los prisioneros liberados, a condición de que se suspendiera la publicación periódica y que ambos religiosos viajaran a Europa, lo que equivalía a un destierro (1866).
Roca y Boloña pasó por Roma y Palestina. Por entonces, rehusó el obispado de Guayaquil, propuesto por el gobierno ecuatoriano de Gabriel García Moreno. Regresó al Perú, donde se desempeñó como catedrático en la Facultad de Teología de San Marcos y provisor de la Curia Eclesiástica.
Durante la Guerra del Pacífico fue presidente de las ambulancias de la Cruz Roja peruana. Protestó ante la Cruz Roja Internacional por las violaciones chilenas de pactos internacionales sobre hospitales de sangre después de la batalla de San Francisco del 19 de noviembre de 1879. Ocupada Lima por las tropas chilenas, abandonó la ciudad con otros sacerdotes, pero regresó al saber que los chilenos habían entrado en tratos con la Iglesia.
En 1884 fue designado diputado ante el Congreso Nacional, donde laboró por la paz, contribuyendo con su palabra a la aprobación del Tratado de Ancón. Fue también miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua.
En 1886 presidió la Comisión encargada de celebrar las fiestas del III Centenario del nacimiento de Santa Rosa de Lima, ocasión en la que pronunció un célebre panegírico. En 1893 ascendió a canónigo con tratamiento de monseñor.
La fama de monseñor Roca y Boloña radicó principalmente en su gran talento para la oratoria sagrada. Escribió y pronunció numerosos sermones, panegíricos, discursos sobre el matrimonio, disertaciones académicas oraciones fúnebres y piezas patrióticas. Una de sus mejores piezas es la titulada «De la palabra». Fueron muchos las personalidades fallecidas a quienes dedicó sus elocuentes oraciones fúnebres: al sacerdote José Mateo Aguilar (1862), al ministro de Guerra José Gálvez Egúsquiza (1866), al presidente José Balta (1872), al presidente Manuel Pardo (1878), al almirante Miguel Grau (1879), etc. El 16 de julio de 1890 pronunció un «Discurso Patriótico» en la Iglesia de La Merced, en ocasión del traslado de los restos de muchos combatientes peruanos de la guerra con Chile, discurso que rivaliza en méritos con el pronunciado por su viejo amigo Manuel Tovar en 1884. Su último sermón lo pronunció el 8 de diciembre de 1898, durante la imposición del palio episcopal al mismo Tovar, flamante arzobispo de Lima.
Los achaques propios de su avanzada edad le obligaron a retirarse de toda actividad pública, a fines del siglo XIX. En 1906 quedó completamente ciego. Falleció en Lima, a la edad 68 años de edad. En la Catedral de Lima se le hicieron solemnes honras fúnebres.
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