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José Gaos



¿Qué día cumple años José Gaos?

José Gaos cumple los años el 26 de diciembre.


¿Qué día nació José Gaos?

José Gaos nació el día 26 de diciembre de 1900.


¿Cuántos años tiene José Gaos?

La edad actual es 123 años. José Gaos cumplirá 124 años el 26 de diciembre de este año.


¿De qué signo es José Gaos?

José Gaos es del signo de Capricornio.


José Gaos y González-Pola (Gijón, 26 de diciembre de 1900 - México, D. F., 10 de junio de 1969)[1]​ fue un filósofo y traductor español, exiliado o «transterrado» —como él mismo se denominó— en México desde 1938, por mor de la guerra civil española. Obtuvo la nacionalidad mexicana en 1941 y, allí, destacó como traductor de la filosofía alemana para el grupo editorial Fondo de Cultura Económica, tras haberlo hecho para la Revista de Occidente durante las décadas de 1920 y 1930. Junto a Wenceslao Roces y otros exiliados —sobre todo en México—, se convirtieron en los principales traductores y transmisores de la cultura alemana en América Latina.[2]

José Gaos fue el mayor de nueve hermanos, entre los cuales se encuentran la actriz Lola Gaos y los poetas Alejandro y Vicente Gaos. José pasó su infancia en la casa de sus abuelos maternos, en Asturias, mientras que su familia vivía en Valencia, a donde se trasladaría a los 15 años de edad. A esa edad, tuvo su primer acercamiento a la filosofía a través del Curso de filosofía elemental de Jaime Balmes.

Más tarde, Gaos se licenció en Filosofía por la Universidad de Central, de Madrid, en 1923. Tuvo influencias de los filósofos alemanes Edmund Husserl, Martin Heidegger y Nicolai Hartmann[3]​, y fue discípulo de los filósofos españoles José Ortega y Gasset, Manuel García Morente y Xavier Zubiri. Posteriormente prosiguió sus estudios de doctorado en Filosofía en la misma universidad, donde lo obtendría con una tesis titulada La crítica del psicologismo en Husserl, merecedora de premio especial, en 1928. Gaos se consideraba a sí mismo el discípulo más cercano y más fiel de José Ortega y Gasset. En sus Confesiones profesionales, cuenta que conoció a Ortega por mediación de García Morente, con el que también tuvo una estrecha relación personal. Afirma Gaos que veía a Ortega todos los días, al menos una vez, y permanecían juntos varias horas seguidas. De vez en cuando, Ortega lo recogía para ir a la Sierra de Guadarrama. Allí, Ortega le hablaba sobre sus ideas, encontrando en el joven Gaos un oyente perfecto.

Su carrera docente tuvo en España la siguiente trayectoria. Empezó como profesor de Alemán en el Instituto de Idiomas de la Universidad de Valencia (1925-1928), para luego impartir Filosofía en el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza de León (1928-1930). Pasó después a enseñar Lógica y Teoría del Conocimiento en la Universidad de Zaragoza (1930-1933) y, finalmente, de Introducción a la Filosofía y de Filosofía y Didáctica en la Universidad de Madrid (1933-1939). Fue entonces cuando llegó a la cúspide de su carrera, al ser elegido rector de la Universidad de Madrid en octubre de 1936.[4]​ No obstante, tras el golpe militar de julio de 1936, Gaos fue expulsado de la Universidad. Formaba parte del PSOE desde 1931, y había sido designado comisario general del Pabellón de la República Española en la Exposición Internacional de París de 1937.[5]​ Por ello, fue depurado como catedrático por el bando franquista, sin lugar a proceso contradictorio alguno; su destitución se produjo mediante Orden Ministerial en febrero de 1939, junto a otros catedráticos:

Es pública y notoria la desafección de los Catedráticos universitarios que se mencionarán al nuevo régimen implantado en España, no solamente por sus ac­tuaciones en las zonas que han sufrido y en las que sufren la dominación marxista, sino también por su pertinaz política antinacio­nal y antiespañola en los tiempos precedentes al Glorioso Movimiento Nacional.

La evidencia de sus conductas perniciosas para el país hace total­mente inútiles las garantías pro­cesales, que en otro caso consti­tuyen la condición fundamental de todo enjuiciamiento, y por ello,

Este Ministerio [de Educación Nacional] ha resuelto se­parar definitivamente del servicio y dar de baja en sus respectivos escalafones a los señores don Luis Jiménez de Asúa, Catedrático de Derecho de la Universidad Central; don José Giral Pereira, Catedrático de Farmacia de la Universidad Central; don Gustavo Pittaluga y Fattorini, Catedrático de Medicina de la Universidad Central; don Fernando de los Ríos y Urruti, Catedrático de Derecho de la Universidad Central; don Juan Negrín López, Catedrático de Medicina de la Universidad Central; don Pablo Azcárate Flórez, Catedrático de Derecho, excedente; don Demófilo de Buen y Lozano, Catedrático de Derecho, excedente; don Mariano Gómez González, Catedrático de Derecho, excedente; don Julián Besteiro Fernández, Catedrático de Filosofía y Letras de la Universidad Central; don José Gaos González Pola, Catedrático de Filosofía y Letras de la Universidad Central; don Domingo Barnés Salinas, Catedrático de FIlosofía y Letras de la Universidad Central; don Blas Cabrera Felipe, Catedrático de Ciencias de la Universidad Central; don Felipe Sánchez Román, Catedrático de Derecho de la Universidad Central; don José Castillejo y Duarte, Catedrático de Derecho de la Universidad Central, y don Wenceslao Roces Suárez, Catedrático de Derecho, excedente.

En el verano de 1938, Gaos se exilió en México, y posteriormente, el 10 de julio de 1941, obtuvo la nacionalidad mexicana. Como recordaría en sus Confesiones, México terminó convirtiéndose en una segunda patria:

Allí realizó una serie de conferencias en universidades. Miembro de La Casa de España en México —que más tarde sería El Colegio de México—, se desempeñó como profesor de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (1938-1939) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (1939-1969).[9]​ También desempeño actividades administrativas y académicas en otras instituciones; entre ellas, fue director de la Escuela de Bachilleres de la Universidad Femenina de México, profesor de Filosofía en el Junior College de la American School Foundation de México y catedrático honorario de la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala.[10]

En El Colegio de México impartió el seminario de Historia del pensamiento en los países de lengua española (1942-1946) y el curso La filosofía de la Ilustración (1944). En la Universidad Nacional Autónoma de México impartió los cursos «Filosofía de la filosofía» (1938), «La filosofía griega» (1939), «Cristianismo y filosofía» (1940), «Filosofía y didáctica de las ciencias humanas I. La filosofía» (1940), «Los orígenes del mundo y de la filosofía modernos y el cartesianismo» (1940), «Filosofía y didáctica de las ciencias humanas II. La historia» (1941), «Los orígenes del mundo y de la filosofía modernos y el cartesianismo (conclusión)» (1942), «Metafísica de nuestra vida; la publicidad y la tecnocracia» (1942), «La filosofía del Renacimiento a la Ilustración» (1943), «Metafísica de nuestra vida: el historicismo» (1943), «Metafísica de nuestra vida: el inmanentismo» (1944), «La filosofía de Kant a Hegel» (1945), «El pensamiento de lengua española, desde los orígenes hasta el siglo xviii» (1945), «Kant y Heidegger» (1946), «Ortega y Gasset y la filosofía contemporánea» (1946), «Antonio Caso y la filosofía contemporánea» (1946), «La filosofía del Renacimiento a la Ilustración» (1946) y «Leibniz» (1946).

En la Universidad Femenina, impartió el «Curso de introducción a la filosofía, lógica y ética» (1943-46) y el de «Historia de las ideas en Ibero-América» (1944). En la American School Foundation, el «Curso de introducción a la filosofía, lógica y ética» (1943-45). En la Universidad de Michoacán, los cursos: «La filosofía contemporánea» (1938), «Introducción a la filosofía» (1939), «Verdad y realidad» (1942) y «Nuestra vida» (1942). En la Universidad de Nuevo León, «La vida contemporánea» (1940) y «Dos exclusivas del hombre. La mano y el tiempo» (1944). En el Colegio Superior del Estado de Oaxaca, «Nuestra vida» (1943).[10]

Por otro lado, José Gaos tuvo una prolífica carrera como traductor, con más de 70 traducciones, 59 publicadas.[11]​ Entre sus traducciones al castellano podemos encontrar obras de Martin Heidegger (1889-1976), Max Scheler (1875-1928), Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831), Edmund Husserl (1859-1938) y Johannes Hessen (1889-1971), entre otros.

El 10 de junio de 1969, tras presidir el examen de doctorado de uno de sus alumnos, José Gaos murió.

El hecho de que su primer contacto con la filosofía fuera a través de una historia de la filosofía, siendo Gaos un adolescente, es un hecho importantísimo en la vida profesional del futuro filósofo, pues gran parte de su pensamiento girará en torno a la historicidad de la filosofía. Esta es el único saber para el cual su propia historia es un problema. Para la medicina, por ejemplo, su propia historia no es un problema médico; sin embargo, para la filosofía, su historia sí que se convierte en un problema filosófico. Esto conducirá a Gaos a preguntarse qué es la filosofía, por su ser, por su naturaleza, otro de los problemas al que dedicará gran parte de su esfuerzo. Este cuestionarse por el ser de la filosofía es lo que el filósofo español denominará «filosofía de la filosofía», término que tiene sus raíces en Wilhelm Dilthey (1833-1911). Preguntarse por el ser de la filosofía es una pregunta que se ha venido haciendo —nos dice Gaos— desde Heráclito y Parménides hasta nuestros días, y llegó a caracterizar tal pregunta como la «filosofía perenne».

Gaos sufrió un crisis teórica al vivir la sucesión de varias corrientes filosóficas que se presentaban a sí mismas como la verdadera filosofía y la filosofía verdadera. Él conoció y vivió la filosofía, siendo estudiante y profesor, como una sucesión de verdades absolutas. Cuando empezó a estudiar, García Morente le presentó el neokantismo como la filosofía verdadera. Más tarde, ese mismo profesor y Xavier Zubiri le presentaron la fenomenología como la verdad absoluta. Poco después, Gaos entró en contacto con la obra de Martin Heidegger, Ser y tiempo (que más tarde tradujo), y la verdad pasó a ser el existencialismo. Por último, a través de la obra del filósofo Wilhelm Dilthey, la verdadera filosofía se presentó como historicismo. Esta sucesión de verdades que vivió Gaos le llevaron a dicha crisis teórica, que desembocó en la filosofía de la filosofía: el preguntarse por el ser mismo de la filosofía. Gaos trató de solucionar este problema sosteniendo que la filosofía, en realidad, radica en la personalidad del sujeto que filosofa; por lo que, en última instancia, la filosofía es incomprensible para los otros.

José Gaos también dedicó mucho tiempo a la reflexión sobre la vocación y la personalidad del filósofo. Concluirá que el filósofo se caracteriza esencialmente por ser una persona soberbia.[cita requerida]

En la Biblioteca del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM, se puede consultar el fondo documental que en su momento fue el archivo personal de José Gaos.[12]​ El propio Gaos le indicó a su alumno Leopoldo Zea que diera este archivo —que incluye gran parte de sus manuscritos y documentos— al Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM.

Gaos, rector de la Universidad de Madrid, me trae un álbum de fotografías del pabellón español en la Exposición de París, en cuya dirección y organización ha tomado mucha parte. Cree que el pabellón español, deficiente y todo como es, representa un esfuerzo extraordinario, dadas las circunstancias, y que así lo han apreciado cuantos lo han visto. Enorme afluencia de visitantes. Llevo la conversación hacia los emigrados voluntarios, suponiendo que Gaos conoce las andanzas de algunos. Gaos es muy circunspecto y comedido. Ha visto a pocos emigrados, que, en general, se retraen. Lamenta lo que han hecho, sobre todo algunos con quien les unía estrecha amistad. No han visto que ahora no se trataba de ser amigo o enemigo de éste o aquel Gobierno, de tal o cual político, sino de servir a la causa nacional, puesto que se liquida la vida de España. Se marcharon al extranjero para conservar en el porvenir ciertas posiciones, creyendo que la guerra se acabaría en seguida con el triunfo de los rebeldes. La inesperada duración de la guerra los ha puesto en una situación sin salida. Si no estaban conformes con algo o con nada de lo que aquí se hacía, han podido decir que tampoco lo estaban con lo que hacen en el otro lado. Se han abstenido, porque eso habría sido un modo de comprometerse. Han querido jugar en los dos paños y pueden perder en los dos. A alguno de los ilustres emigrados (Gaos se reserva el nombre) le han hecho saber desde Burgos, contestando a una exploración, que en ningún caso le admitirían en su campo.

—Algunas de esas personas —le interrumpo— han querido reservarse para escribir, como si dijéramos, el último capítulo de la filosofía de la historia, y ya en posesión del dato definitivo, demostrar fácilmente que siempre tuvieron razón y que ya ellos lo habían dicho… En la vida pública es menester exponerse a fracasar. Cuando se supedita todo a suprimir ese riesgo, el fracaso es seguro.

Gaos asiente. Le pregunto por algunos antiguos amigos, pero no tiene noticia de ellos. Sabe que García Morente, después de ser eliminado del escalafón de catedráticos («cosa difícil de evitar», observa), se marchó a Francia y después, con toda su familia, a Tucumán, donde le han dado una cátedra de filosofía. «¿Que puede ser la filosofía en Tucumán?», pregunto. Gaos no lo sabe, y se ríe. Ortega reside en pueblecito holandés, cerca de Leyden, mal de salud y de recursos. «¿Usted cree que Ortega corría algún peligro en Madrid?», le digo. «Ninguno». «Sé que estaba muy enfermo. Fuera de eso, cualquier Gobierno, el más distante de los puntos de vista de Ortega, no solamente le habría protegido si le amenazaba algún peligro, sino que le hubiese puesto en las condiciones que él quisiese para servir al interés público». «En general, esa emigración nos ha hecho mucho daño», confirma Gaos. Hablamos de otras cosas. Valor de la experiencia de estos quince meses para el futuro de España. Cuál habría sido la situación si la guerra se hubiese concluido victoriosamente para la República en agosto o septiembre del año pasado. Estado de la educación política del pueblo español, cualidades que descubre o que confirma en estas circunstancias, etcétera.



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