José María Urien cumple los años el 21 de enero.
José María Urien nació el día 21 de enero de 1791.
La edad actual es 233 años. José María Urien cumplió 233 años el 21 de enero de este año.
José María Urien es del signo de Acuario.
José María Urien nació en Buenos Aires.
José María Sebastián Urien (Buenos Aires, 21 de enero de 1791 – íd., abril de 1823) fue un militar argentino que participó de las Expediciones Auxiliadoras al Alto Perú; dirigió militarmente una revolución en el año 1823, de resultas de la cual fue ejecutado.
Era hijo del coronel del ejército español José Domingo Urien y de Rita Josefa Elías Rivadavia. Luchó contra las Invasiones Inglesas como subteniente de bandera del Regimiento de Patricios. Participó en la represión de la Asonada de Álzaga de 1809 y fue ascendido al grado de capitán.
En 1810 fue ayudante de campo del jefe de la expedición auxiliar al interior, Francisco Ortiz de Ocampo. Personalmente capturó al ex virrey Santiago de Liniers cerca de Chañar, en el norte de Córdoba, y lo trató con brutalidad y desconsideración. Fue también el oficial que dio la voz de "fuego" cuando Liniers y sus compañeros fueron ejecutados.
Incorporado al Ejército del Norte, participó en las batallas de Cotagaita y Suipacha. Fue nombrado segundo jefe del Regimiento de Voluntarios de Infantería de la ciudad de Potosí. En ese puesto combatió en la batalla de Huaqui.
De regreso en Buenos Aires, fue enjuiciado por su presunta cobardía e ineptitud. Cuando el juicio se cerró sin condena ni absolución, a mediados de 1812, solicitó y obtuvo su baja del Ejército.
En 1815, tras la caída del gobierno de Carlos María de Alvear, se reincorporó al Ejército, prestando servicios en la guarnición de la capital. También estableció una casa de remates.
Participó en los hechos de la Anarquía del Año XX, combatiendo en varios encuentros menores, tras lo cual le fue reconocido el grado de coronel. Fue dado de baja en 1822 por la reforma militar del ministro Bernardino Rivadavia, su tío segundo.
Tenía amores con Josefa La Rica y – en complicidad con ella – asesinó a su marido, Manuel La Rica. Arrestado en 1823, esperaba ser juzgado en el momento en que estalló la Revolución de los Apostólicos, dirigida por Gregorio García de Tagle contra la administración de Rivadavia. Esta revolución estaba inspirada en varios conflictos causados por las reformas emprendidas por el ministro: ciertos políticos – entre ellos el exministro Tagle – habían sido dejados de lado tras años de tener participación central en la política; los católicos más entusiastas se oponían a la reforma de las órdenes monásticas; y los militares dados de baja se quejaban de la baja jubilación que recibían.
En un principio, Urien no tenía nada que ver con la revolución. Pero los jefes de la misma notaron que no tenían fuerzas suficientes para vencer a las del gobierno, por lo que liberaron a todos los presos de las cárceles. Entre ellos estaba el coronel Urien, que – en su carácter de oficial de más alto grado – asumió el mando militar. Las fuerzas rebeldes tomaron el control de la Plaza de Mayo, algunos cuarteles y el Cabildo. Pero las fuerzas leales al gobierno se reunieron en los alrededores de la Plaza y luego de dos horas de indecisión, atacaron con energía. Las fuerzas de Urien fueron rápidamente derrotadas, y sus jefes tomados prisioneros. Por su parte, Tagle huyó a Montevideo.
Los fiscales de la causa le prometieron un indulto, a condición de colaborar en la investigación de las responsabilidades de la revolución. Urien aportó mucha información, pero el fiscal del juicio ya sabía todo lo que el coronel le contaba. Por orden del ministro Rivadavia, muy alarmado porque se estaban descubriendo complicidades en su propio gobierno, los jueces y el fiscal fueron reemplazados por otros, que recibieron orden de acelerar el juicio y dictar sentencia sin profundizar la investigación. En esas condiciones, tras la fuga de Tagle, el único implicado con responsabilidad grave era el coronel Urien.
Después de un trámite rápido, el nuevo tribunal dictó una sentencia en que admitía implícitamente que no tenía interés en continuar las investigaciones, para no atentar contra la tranquilidad pública. Urien y un oficial (se lo cita como capitán y también como coronel, no quedando claro su grado) de nombre Benito Peralta, fueron los únicos condenados a muerte. Todos los otros imputados recuperaron rápidamente la libertad.
Urien y Peralta murieron fusilados en Buenos Aires el 9 de abril de 1823.
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