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José Oliver y Hurtado



¿Qué día cumple años José Oliver y Hurtado?

José Oliver y Hurtado cumple los años el 18 de julio.


¿Qué día nació José Oliver y Hurtado?

José Oliver y Hurtado nació el día 18 de julio de 887.


¿Cuántos años tiene José Oliver y Hurtado?

La edad actual es 1136 años. José Oliver y Hurtado cumplirá 1137 años el 18 de julio de este año.


¿De qué signo es José Oliver y Hurtado?

José Oliver y Hurtado es del signo de Cancer.


José Oliver y Hurtado (Málaga, 1827-Madrid, 1887) fue un historiador y sacerdote católico español, académico numerario de la Real Academia de la Historia (1863), canónigo de la catedral de Granada y obispo de Pamplona de 1875 a 1886 en que renunció por motivos de enfermedad.

Estudió el bachiller de Filosofía en la Universidad de Granada y se doctoró en Derecho por la de Madrid, ejerciendo algún tiempo la abogacía aunque, inclinado a los estudios de historia y arqueología, ingresó como funcionario en el cuerpo de archiveros y bibliotecarios de la Biblioteca Nacional.[1]​ En 1860 fue premiado por voto unánime de la Real Academia de la Historia por el trabajo que junto con su hermano Manuel presentó sobre la que llamaban Munda Pompeiana, escenario de la batalla de Munda entre César y Pompeyo, que localizaban en las proximidades de Ronda la Vieja.[2]​ Recibido como académico de número, en 1863 leyó su discurso de ingreso sobre diversos periplos que ofrecen las obras de la antigüedad.[3]

Poco antes del ingreso en la Academia, el 21 de abril de 1862 recibió la ordenación sacerdotal en Toledo.[1]​ La carrera eclesiástica le llevó a Granada, donde el arzobispo Bienvenido Monzón lo hizo su provisor y vicario general en 1866 y canónigo de su catedral un año más tarde.[4]​ En Granada perteneció al Consejo de la Academia y Corte de Cristo fundada por el canónigo del Sacromonte José Gras y Granollers.[5]

En enero de 1874, dentro del marco de los acuerdos alcanzados entre la Santa Sede y Emilio Castelar como presidente del poder ejecutivo y José Carvajal como ministro de Estado de la república para regularizar la situación de la iglesia española y cubrir las numerosas sedes episcopales que permanecían vacantes, se le ofreció el obispado de Pamplona, al que renunció por considerarlo humildemente tarea superior a su capacidad, actitud que le valió el reproche del nuncio por prolongar con ella el estado de sede vacante de la diócesis navarra. En julio de 1875, vuelto a proponer por el Gobierno, aceptó. Preconizado por el papa Pío IX en el consistorio de septiembre de 1875, recibió la consagración episcopal en Madrid el 12 de diciembre.[6]​ El cabildo de Pamplona acordó felicitarle, pero «en atención a las particularísimas circunstancias de esta capital, muy cerca de la cual están haciendo fuego las tropas del Gobierno y los carlistas, se resolvió no celebrar el suceso de la preconización con las demostraciones de costumbre».[7]

Durante su episcopado fomentó las misiones populares (él mismo recorrió todas las poblaciones de su diócesis en dos visitas pastorales),[8]​ organizó ejercicios espirituales y conferencias morales para el clero, al que exhortó a no participar en diversiones públicas ni acudir a corridas de toros,[9]​ y reestructuró la demarcación parroquial, reduciendo las parroquias de 743 a 550,[10]​ Para la enseñanza del catecismo a los niños dispuso que en las vascongadas se siguiese el catecismo que estuviese en uso «y sea más conforme al vascuence que se hable en el país», ordenando a los párrocos cuidar «de conservar la doctrina en vascuence donde hablen este idioma, pues está observado que la entienden mucho mejor que en castellano, aunque sepan esta lengua». Con ese fin se hicieron en los años de su episcopado tres ediciones del catecismo del padre Astete en castellano y dos en euskera.[11]​ Creó el Colegio de San Francisco Javier, agregado al Seminario Conciliar, para acoger a hijos de familias modestas,[12]​ y promovió el regreso o la instauración de nuevas órdenes religiosas, reducidas a su llegada a la diócesis al convento que los agustinos recoletos tenían en Marcilla para formar misioneros con destino a América, debiendo hacer frente a las reticencias del Gobierno, temeroso de que los conventos se llenasen de carlistas.[13]

Por su quebrantada salud, el 20 de junio de 1886 firmó la carta de despedida a sus diocesanos. Acogido por su hermano Manuel en su casa de la Real Academia de la Historia, murió en ella el 31 de octubre de 1887.[14]

Todas, excepto el Viaje arqueológico, firmadas en colaboración con su hermano Manuel Oliver y Hurtado, también académico:



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