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José Clemente Orozco



José Clemente Orozco Flores (Zapotlán el Grande, después Ciudad Guzmán, Jalisco, 23 de noviembre de 1883[1]​- Ciudad de México, 7 de septiembre de 1949) fue un caricaturista,[2]muralista y litógrafo mexicano. Graduado de la Escuela Nacional de Agricultura, estudió también matemáticas y dibujo arquitectónico.

En el año 2010 el MoMA presenta una gran retrospectiva de su obra, siendo la tercera a un artista mexicano y la sexta a un latinoamericano después de Diego Rivera (1931), Cándido Portinari (1940), Roberto Matta (1957), Manuel Álvarez Bravo (1997) y Armando Reverón (2007).

Cuando José Clemente Orozco Flores tenía dos años, su familia se mudó de Zapotlán (hoy Ciudad Guzmán) a Guadalajara y después a la Ciudad de México.[3]​ Cerca de su casa había una imprenta en donde se hacían los grabados de José Guadalupe Posada, ahí conoció su obra y sus grabados lo llevaron a interesarse por la pintura. Las primeras lecciones de color las obtuvo observando a Posada trabajar en la tienda de Vanegas Arroyo, cuando regresaba de la escuela se detenía a observarlo por minutos y de ahí surgieron sus primeros impulsos por trazar figuras. Orozco se inscribió en la Academia de Bellas Artes de San Carlos a tomar clases nocturnas de dibujo.

En 1897 lo enviaron a estudiar a la Escuela Nacional de Agricultura en San Jacinto, y aunque José no estaba interesado en la agricultura, logró ganar dinero dibujando mapas topográficos.

Estuvo casado con Margarita Valladares con quien tuvo 3 hijos. Sus primeros trabajos consistieron en litografías de la vida indígena; interesado en la pintura mural, logró posteriormente un perfecto dominio de su técnica.[4]

Hizo su primera exposición individual en la librería Biblos de la Ciudad de México en 1916.[5]​ Al año siguiente viajó por Estados Unidos, vivió en San Francisco y en Nueva York pintando carteles; pintó también murales para el Pomona College de California, para el Dartmouth College y la New School for Social Research de Nueva York; en la decoración de esta última, realizó un verdadero fresco, pues pintó sobre yeso húmedo; fue la primera de este tipo que se hizo en Nueva York.[6]

En el año 1922 se unió a Diego Rivera y a David Alfaro Siqueiros en el sindicato de pintores y escultores, intentando recuperar el arte de la pintura mural bajo el patrocinio del gobierno. En 1926 por encargo de la Secretaría de Educación, pintó en la ciudad de Orizaba, el mural Reconstrucción en el edificio que ocupa el Palacio Municipal.

La segunda etapa mural de Orozco se inicia a partir de su estancia en los Estados Unidos, en 1927. Allí realizó tres obras murales importantes. En Nueva York, ciudad que visitaba por segunda vez, se dedicó a trabajar y exhibir sus obras. Realizó dibujos sobre escenas de la Revolución y una serie de óleos; Queensboro Bridge, The Curbz, Winter y The Subway, que muestran el carácter deshumanizado y maquitrista de la gran urbe.

Después de tres años de haber abandonado México, el historiador de arte José Pijoán hizo gestionar para que Orozco fuera invitado al Pomona College en Claremont, California y decorara el Frary Hall. Aquí realizó uno de los motivos más importantes de su pintura en la figura de Prometeo, héroe mítico que valientemente se apodera del fuego divino para entregarlo a los mortales. La figura central del mural del Pomona College es un gran desnudo: el Prometeo triunfador que ayudará a los hombres a purificarse. Esa gran figura constituye el punto de partida de esta nueva etapa de Orozco. En 1930, Orozco realizó unos murales en la New School of Social Research de Nueva York. Después fue invitado a impartir clase de técnica del fresco en el Dartmouth College, en Hanover, New Hampshire, donde permaneció hasta 1934.[7]

A su regreso a México en 1934, Orozco realizó el gran tablero rectangular de Palacio de Bellas Artes titulado Katharsis, situado frente al de Rivera: El hombre en la encrucijada. Es una representación sangrienta del conflicto violento entre el hombre moderno y el caótico mundo mecanizado que lo rodea y al mismo tiempo lo oprime. De 1936 a 1939, Orozco realizó tres grandes obras murales en Guadalajara: en la Rectoría de la Universidad de Guadalajara, en el Palacio de Gobierno de Jalisco y en el Hospicio Cabañas. En 1936, en la Rectoría de la Universidad de Guadalajara decoró la cúpula y los muros de la plataforma del anfiteatro. En la cúpula pintó una alegoría del hombre, haciendo hincapié en los beneficios de la educación y de la investigación científica. En el Palacio de Gobierno de Jalisco, Orozco realizó un mural donde trata un tema histórico. Unificó los muros y la bóveda de la escalera, logrando una especie de tríptico dedicado a la lucha por la liberación de México. Un enorme Hidalgo es el centro mayor de interés de esta obra, llamada el Hidalgo incendiario. En cuanto a las pinturas de la capilla del Hospicio Cabañas hechas entre 1937 y 1939, se ha dicho que significan un compendio de la filosofía humanística de su autor, que parte del origen y desarrollo de América y del mundo. Esta obra monumental consta de 40 grandes frescos alojados en las distintas secciones arquitectónicas de todo el conjunto: una cúpula, un tambor de soporte, las pechinas, ocho bóvedas y catorce paneles, además de varios fragmentos menores de la antigua capilla del siglo XIX, construida según el diseño de Manuel Tolsá. El hombre envuelto en llamas, en la cúpula, resume todos los temas tratados, además de ser la apoteosis del tema de Prometeo en la obra de Orozco.

Al terminar los frescos del Hospicio Cabañas, Orozco se instaló en México donde abrió una exposición con los dibujos de bocetos de sus pinturas murales. En 1940, realizó dos obras murales más, una en la Biblioteca Gabino Ortiz en Jiquilpan, Michoacán, y la otra en Nueva York.

La obra realizada en el mismo año fue encargo que le hizo el Museo de Arte Moderno en Nueva York para la exposición "Veinte siglos de arte mexicano". El resultado fue Dive Bomber. Su tema muestra el gran peligro que tiene encima la humanidad: el fantasma de la guerra.

En el año de 1941 realiza los frescos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que consta de cuatro tableros, englobando tres temas principales. En dos tableros se refiere al tema de la justicia; en ellos critica y satiriza a la práctica de la justicia, llena de errores e injusticias. La justicia y su práctica se contraponen. El verdadero derecho se abate contra los charlatanes, los demagogos y los políticos que dicen profesar los ideales de libertad y democracia pero actúan en sentido contrario. Otro tema se refiere a las riquezas nacionales; los productos de la tierra, metales preciosos y petróleo están bajo protección de la bandera mexicana y del jaguar, símbolos nacionales. Un tema más se relaciona con los movimientos sociales obreros.

En el lapso que va de 1941 a 1944 Orozco se dedicó a la pintura de caballete, pintó celebridades (como Dolores del Río) y a otra gran obra mural en la bóveda y los muros del coro de la antigua iglesia de Jesús Nazareno (1942-44). Las ideas que plasma ahí se relacionan con el Apocalipsis. En 1943, fue miembro fundador de El Colegio Nacional.[5]​ Hacia el año 1946, integró junto con Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, la comisión de Pintura Mural del Instituto Nacional de Bellas Artes. En este año recibió el Premio Nacional de Bellas Artes de México.[8]​ En 1947 expuso en el Palacio de Bellas Artes. De regreso en Guadalajara, en 1948 se le encargó la pintura del techo de la Cámara Legislativa. El tema desarrollado se relaciona con la legislación revolucionaria mexicana y el decreto que en este lugar promulgó Hidalgo, la abolición de la esclavitud. La figura central es Hidalgo, más sereno y pensativo que el de la escalera de Palacio. Con esta última obra concluye su labor de muralista. Así cierra su ciclo, en el que predomina, más que la preocupación épico-histórica, la visión cualitativa del drama humano.

Murió el 7 de septiembre de 1949 en la Ciudad de México, mientras trabajaba en los primeros trazos de un mural en el edificio Multifamiliar Presidente Alemán. Fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres, en la Ciudad de México.[9]

Su obra se enmarca en el grupo de pintores y muralistas mexicanos, junto a Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Estos muralistas expresionistas mexicanos anticiparon las tendencias neorepresentativas o neoicónicas que se dieron hacia 1960.

A diferencia de Rivera y Siqueiros, Orozco retrata la condición humana de forma apolítica; se interesa por valores universales y no insiste tanto en valores nacionales, de ahí que sus imágenes más características comuniquen la capacidad del hombre de controlar su destino y su libertad ante los efectos determinantes de la historia, la religión y la tecnología.

El afán de lograr en sus cuadros recios efectos emotivos dio a sus obras simplicidad de línea y color y prestóles audacia en la interpretación de motivos contemporáneos y valores sociales.


Su estilo está fundado en un realismo de carácter expresionista, conscientemente ligado a las viejas tradiciones artísticas mexicanas, de violento dinamismo y amplísima factura.

José Clemente mostraba gran interés por los temas sociales, por ello sus obras reflejaban la cotidianidad del mundo subalterno, cabarets, bares. Sus temas preferidos eran la historia de México, historia precolombina y la crítica al mundo contemporáneo, por ello rechazó los modelos occidentales de vanguardia y retrató la estética indígena.

En cuanto a su técnica de pintura tomó del barroco el uso del claroscuro para dar dramatismo, al igual que las grandes diagonales en las composiciones grupales. Resaltó la geometrización en sus figuras y empleó tanto la monumentalidad como el gigantismo en sus obras.[10]

“Orozco fue un pintor comprometido con las causas sociales, en las que plasmó un realismo ferozmente impresionante. Para él, el muralismo es la forma más desinteresada de hacer arte, porque no puede hacerse de ella un uso particular, sino que tiene una trascendencia social. Es, por lo tanto, el arte más puro y derecho para que el pueblo lo vea y lo confronte”.[cita requerida]

Mural Omnisciencia, 1925.

El hombre en llamas, en la bóveda del Hospicio Cabañas.

Mural en la Baker Library, Dartmouth College.

Mural en la Baker Library, Dartmouth College.

Juventud en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.

La trinchera en el Antiguo Colegio de San Ildefonso.

Catarsis en el Palacio de Bellas Artes.

Hidalgo incendiario en el Palacio de Gobierno de Jalisco, en Guadalajara, Jalisco.

Murales El hombre creador y rebelde y El pueblo y sus falsos líderes del Paraninfo Enrique Díaz de León en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara en Guadalajara, Jalisco

Mural El hombre creador y rebelde en la cúpula del Paraninfo Enrique Díaz de León del Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara en Guadalajara, Jalisco.

Mural El pueblo y sus falsos líderes en los muros del estrado del Paraninfo Enrique Díaz de León del Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara en Guadalajara, Jalisco.



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